miércoles, 1 de abril de 2020

Llamad a las (bis)abuelas

Las abuelas son las únicas
que miran al cielo
pero no pueden permitírselo.

A mi solo me queda una.
La otra alzó su vuelo
antes de que llegase el virus
como una paloma blanca
que anida a sus polluelos.
Y la que me queda
vive más sola que la una
como otras cientos de miles.

Muertos físicos
y muertos de pena.
A unos no se les puede despedir
y a los otros
no se les puede saludar.
La miseria más humana,
la de no poder mirarse  a la cara,
la de no poder mirarse la piel.
Dejar la comida en los portales,
subir y bajar escaleras
para "salir a andar"
y un puñado de tertulianos fantoches
como única compañía virtual.

Por eso hay que llamar a las abuelas.
Hay que tenerlas en cuenta más que nunca
para que no vaguen en esta pandemia
como adolescentes 
que no entienden sus propios cambios.
Una llamada por la mañana
para preguntar qué tal
han pasado la noche
y cuáles son sus planes
por la mañana.
Una llamada por la tarde
para ver el recorrido
de las que verdaderamente
son corredoras de fondo.
Y si quieres, una llamada de noche
para desear el buen descanso
y pronunciar un te quiero
con el ánimo de convencerlas
de que pronto nos
colgaremos de sus arrugas
para no desprendernos
nunca más
de lo que implica una persona
con más de ochenta años.

La incertidumbre
del "si nos volveremos a ver"
es una de las batallas que se están librando.
La ignorancia de los acontecimiento
es una mala defensa.
El despropósito del individualismo
será nuestro fracaso.
La impotencia
del encarcelamiento del tacto
dará alas a la depresión.
La justicia del amor
no podrá ser equilibrada.

Siendo todo lo anterior cierto,
una calle vacía no es desolación,
significa que lo seguimos intentando,
a nuestro modo,
con todas nuestras fuerzas,
para que pronto,
en términos relativos,
podamos volver a visitarlas.

Si no te quedan abuelas,
lo siento mucho,
"te dejo a la mía"
porque sigue viva.
Prometo que cuando esto acabe
me permitiré llorar a las que ya no estén.

Llamad a las abuelas, 
es una petición y una orden
al mismo tiempo,
no sé si eso es posible,
pero yo no clamo al cielo,
clamo a la colectividad
del empuje solidario.

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