Los animales salvajes
no se nos acercan
porque nos tengas respeto,
sino por miedo.
Pero las cosas cambian
porque todo cambia
antes o después.
El poco ruido,
la nula afluencia,
la ausencia de peligros
han provocado
que los conejos
superen
la distancia de seguridad;
tanto lo han hecho,
que el otro día
vi uno en el patio
del instituto.
Las noches son más largas
que nunca
y más que nunca
se escucha el cantar
de los pájaros
que antes
se sucedían
con la llegada del sol.
Caracoles en los portales,
lagartijas en las aceras,
hormigueros intactos
en los descampados
y gatos sin miedo
a ser atropellados.
Lo único bueno
de que un perro
se pierda
en estos tiempos
es que no se cruzará
con ninguna persona mala.
Si a todo esto
le sumamos
el resurgir
de la naturaleza,
podemos concluir
que nos hace falta
un mundo menos humano.
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