Al final,
cuando acabe todo esto,
lo único que contará
es que no nos falte nadie,
porque quien más
o quien menos,
habremos perdido cosas,
irrecuperables,
pero la carne y hueso
serán irreemplazables.
Todo el mundo conoce el caso
del amigo de la vecina
de la tía del pueblo,
pero suena lejos,
como si no fuera real.
Pero también conocemos casos
más cercanos aunque
no sean propios,
y duele,
duele de distinta manera,
te pone en tu sitio.
Piensas en los que están,
y siguen
y resisten,
pero separados,
solos,
diciendo que están bien
por pantalla
y cuando cuelgan
se deshacen en lágrimas
que no se las comen
más que ellos.
Creo que ya hemos entendido
que esto no es una broma
y con miedo contamos
con los dedos de las manos
los que no queremos
que falten.
Pero no hay suficientes dedos
para complacer a todos.
Sabemos que las cribas
se están efectuando,
que los filtros existen,
tú si y tú no,
joder qué duro,
difícil asumir
y a tragar
sin rechistar.
No sé,
sin orden ni concierto,
pensando en todo y en nada,
en todas y en nadie.
Lo siento mucho,
de verdad,
pero al final lo que cuenta
cuando acabe todo esto,
insisto,
es que no nos falte nadie.
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