jueves, 3 de febrero de 2022

Semana de despedida

Semana de despedida
a la exclusividad de tus días.
Desmedidas las palabras,
los juegos de la luna,
madrugadas tempestivas
al borde de tu orilla.

Todo va a cambiar
lo diga Silvio
o Mercedes Sosa.
La cordillera de
cada mañana,
se entrega la milicia
en cuerpo y alma,
despeinada,
cafetera,
boliviana.
La teta de la madre
a su hijo de tres años.
Le dispara amor
con flores
y plastilina de colores.
Un encierro voluntario
como el mejor
amor de verano,
donde empieza
y acaba el mundo
de l@s dos enamorad@s.

Calefacción a todo trapo
con el gas de Rusia,
el vatio de España,
guerra en Ucrania.
La batalla
de dos almohadas
mirando por la ventana.
Porque el mundo
está dentro,
aquí no hay placas,
sólo enseñanza y crianza
de frutas descarnadas.
Recorrerse la piel,
los pinceles
y la pintura,
la calle ajena
y el cosmos
en una lámpara.
La de un hijo y su madre
saldando cuentas pendientes,
la del recibo de quererse
en espejo,
su reflejo,
los vencejos.
Nudos marineros
de siembra y trigo
con los campos
al acecho
de la muerte soleada,
mis luceros.

La misma esponja
sobre las espaldas,
disfraces de súper héroes,
masajes,
y la mirada extenuada.
La de mirarse
y saberse en casa
acompañadas y blindadas.
El comienzo
del todo
y el hueco que propiciamos,
una fiesta de fin de año
por todo lo alto.
De gala,
solidaria
y comunitaria.
La beneficencia
para las iglesias,
las cruces
para las carreteras.

El camino de las poetas,
las palomas en la cuerda,
nuevas palabras
por la campana
mientras papá llega a casa.
Mamá como la tuya
sólo hay una
en el mundo entero,
te lo demuestra embarazada,
agachada, agazapada,
socialista y camarada.
Por eso lo del
confinamiento voluntario.
Para darle importancia
la rito
y ninguna al virus.
Rituales nocturnos,
códigos adyacentes,
bellos pleonasmos,
rimas de merienda.

Os hacía un Murakami
del relato 
cómo me hizo
Tokio blues
en bachillerato,
pero no soy escritor,
ni novelista,
ni literato.
Amo las palabras
como os amo
a vosotras,
las utilizo
premeditadamente
para guardaros
en mi memoria.
Festival de risas
con una tienda de campaña
en el salón,
cuentos de monstruos,
princesas deconstruidas
y el viaje del caracol.

Sois tan distintas
al resto
que la palabra 'diversidad'
se os queda pequeña.
Y yo en medio,
rico y borracho
de puntos suspensivos.
Que no se acabe esta noche,
ni la vida, 
de raíz la semana 
La envidia de mi rutina
y vosotras
a carcajada limpia
mejorando el planeta
sin salir de casa.

Qué alegría
la estructura
del vínculo,
magia por los cuatro costados,
la patente,
el ensayo.
¿Os imagináis
ahorrar toda la vida
para morirse
repentinamente
y dejar todo en el tintero?
Con la familia
pasa lo mismo.
A romper todas las huchas
y comerse todo el chocolate.

Vaya semana de despedida.
Sin día de reyes
ni día de diosas.
Sólo el día de Enzo
y su madre.
A partir de ahora
con estos ingredientes, 
haremos un aniversario
cada año:
"la semana de despedida
que se incrusta
en nuestra retina".



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