no se va temprano
al trabajo,
pues me levanto
a las 5.50
y tenemos más rato.
Estas son nuestras
condiciones,
las de exprimirse
hasta la última gota.
Porque él entiende
perfectamente
lo que se viene;
no podrá adueñarse
de las consecuencias
pero para eso estamos
el resto,
para contárselo
una y mil veces
o respetar el silencio
que a veces se requiere.
- No quiero ir al cole.
+ Hoy te lleva la tía Esther.
Pues tan contento
y a otra cosa mariposa.
Hoy era el día del aleteo,
alzando el vuelo,
dejando lejos
la crisálida arrugada.
Cogemos juntas el bus
que tanto hacía
que no cogíamos.
Como aquel
29 de septiembre
que derivaría
en el 3 de marzo
sin día de asuntos propios,
sólo que esta vez
ya teníamos el
libro de familia
aunque se nos
olvidara en casa.
La cita era temprano,
pero no hay nada
más temprano
que nosotras,
por eso llegamos
tres cuartos de hora antes.
Frío en la sombra
agustitas al sol
- ¿Desayunamos?
+ Vale, pero antes
aprovechamos
y le abrimos
una Cuenta Mini al niño.
Pero al final no
porque nos dejamos
el libro en el cajón
de la cómoda de casa.
Así que ni cuenta,
ni desayuno,
ni plan de pensiones.
- Me meo muchísimo.
+ Pues ve pasando
que me voy a echar un piti.
Mis nervios me delatan
y me acorralan.
No puedo evitar pensar
en ella,
en toda ella
en sí misma
dentro de su madre.
Yo también voy a mear
y me hago una foto
de recuerdo
frente al espejo
estilo instagramer.
Meto la tarjeta a las 8.58
y somos las segundas
en una sala de espera
sin salero alguno.
Sale en la pantalla
el BY98
y me imagino
qué juego de palabras
podría hacer
con ese algoritmo,
pero no me sale nada.
Nos toca.
Ella entra primero.
Cortésmente pregunto
si puedo pasar.
No se permiten acompañantes.
Menos mal que la que lanzó
la normativa
estaba acompañada
por una mujer rubia
que le informa
que ya sí que se permiten
acompañantes.
Se me olvidó preguntarla
el nombre
para incluirla
en el texto por las molestias.
Es verdad,
pero sólo a veces,
que por azar y alienación de planetas,
sales ganando.
Igual que es verdad,
pero esto siempre,
que estamos rodeadas
de mediocridad
incluyendo la propia.
Unas calzas,
barriga al aire
y a la cama,
mejor incorporada
por favor.
Yo mismo le podía
haber puesto las correas,
lo aprendí a hacer
en la semana 26.
El latido,
las pulsaciones
y una gráfica
en la que subimos
y bajamos
sin cinturón de seguridad.
Una sala comunitaria
donde a través de carteles
se pide respeto
y un volumen bajito
Sin embargo, es la patrona
la que con su voz
rompe la norma.
Pasa una mujer musulmana
con su velo,
que si bien se esconde
con pudor la barriga,
no le importa tanto
llevar la cara al descubierto.
Le doy la espalda
por respeto cultural.
Le acompaña una intérprete
que se comunica en inglés.
Una media horita
monitorizada
donde grabo el latido
y le hago la foto
que ilustra el texto.
Con V de vencer
de puede leer
entre sus dedos
y una sonrisa
como la puesta de sol
de Huelva.
Movimiento fetal normal.
Todo perfecto.
Me entero que a mí
no me harán PCR,
toma Gerona pastilla de goma,
y que a Ayuso
le han salido espías,
siguen esperando
su turno las francotiradoras.
Café con leche y cruasán
más café sólo con
pincho de tortilla.
Desayunamos
en diez minutos
y cada una a su rutina.
Yo al curro
mientras escucho en bucle
una canción
de Conchita y Rozalen
y ella a comprar fresas
para la merienda del niño.
Voy con ganas
y sin justificantes,
cita doble
en un mismo día
con las mismas personas,
"las mías".
Alcanzo un jardín
más que pedagógico
donde la Pandilla arrasa
con su juego,
no sin antes
haber colocado la clase
para la comida.
Las cosas bien hechas.
Un toma y daca
donde lo que más importa
es tener en cuenta
a quienes te rodean
en tu día a día.
No con el ánimo
de obtener recompensas,
sino con el altruismo
y la humildad
que te llevarán
a lugares más amables.
Todas ganamos.
Eso es marcar la diferencia,
espero que te des cuenta.
Una coreografía
un tanto acelerada
pero con la misma mirada
y el respeto de siempre.
Me dice Raúl
que prepare fajitas para cenar
por eso de las costumbres
y los rituales,
y antes de marcharme
cuento La ovejita que vino a cenar
y Pequeño azul pequeño amarillo
por eso de brindar
con la gente a la que quieres.
Y Marisol, tan presente ella,
que me deja la comida
en el frigorífico.
Qué gusto, qué alboroto,
las de sentirse en casa
estando tan lejos de ella.
Un bus, un metro
y dos transbordos después
llego al centro de especialidades
donde me esperaba
mi musa y un juez
con independencia del Consejo.
Hakam y Noe
bien podría ser el título
de un manifiesto revolucionario
para reconquistar España.
La guerra sucia del PP
y el postfranquismo de VOX
y sus votantes.
Más crestas y más bombas
tras la sexta ola.
Pues venga,
a por la segunda sala de espera
aséptica y vacía de humanidad.
La gobiernan carteles
con prohibiciones tipo:
'prohibido jugar a la pelota
en la plaza'.
Así nos va, no sé de qué nos quejamos.
Y ella que se enfada
porque es muy enfadica.
Motivos tiene de sobra,
lo que pasa es que
venimos a ver a Gala
y nada puede empañar
dicho hecho...
...¿o sí?
Bueno, para empezar
un cartel reza
" que por orden de los superiores
y debido al protocolo Covid,
no se permiten acompañantes
en las consultas".
Una vez más
la pelota al pie
y a puerta vacía
para no esforzarse
en humanizar la sanidad.
La otra parte,
la que no está embarazada,
se queda en fuera de juego
por excusas baratas
que no se cree nadie,
como si no fuera significativa
en el proceso.
Si yo fuera sanitaria
no sería cómplice
de la marginación.
También ocurre
en la escuelas y en los coles,
no en la mía,
así que sé de lo que hablo.
Si se quiere, se puede,
y la realidad es que es
más cómodo echar
balones fuera
¡Cobardes!
- Señora, ya que no puedo pasar,
¿le importaría hacerle
una fotografía a la pantalla?
+ Claro, sin problema.
Así que espero fuera.
La madre protesta,
pero irremediablemente,
con esto,
pasamos por el aro.
Casi sin saludar
ni mirarse a los ojos
y antes de cualquier
exploración protocolaria...
-Hola ¿qué tal? 39 semanas y tres días,
¿te hago la Hamilton?
¿Qué cojones se fuma
señora?
Me llamo Noelia,
estoy a término,
me encuentro a duras penas,
me cago en tus muertos
y en Hamilton.
Seguro que Hamilton
era de derechas.
Una profesional
con plaza pública
que se quita la careta
enseñando su cara privatizadora
y para nada respetuosa.
Hubo una segunda proposición
con el dichoso Hamilton.
Señora, se está jugando
la vida por ese camino.
Echa el freno,
rectifica
y le mete los dedos
como quien desatasca
una tubería.
¿Dónde se ubica la sororidad
y por qué algunas mujeres
todavía no lo han entendido?
Cuello del útero borrado,
dilatada de dos,
la niña entre 3,200 y 3,5 kg,
todo en orden,
hemos acabado.
Fecha para el parto inducido
el 3 de marzo,
pero no creo que llegues.
Bueno, por lo menos sería
en un 3 de marzo,
ahí sí que se cerraría el círculo.
PCR dos días antes.
Recibo un correo
de un sujeto más que sospechoso.
Se me acelera el pulso
y me pongo aún
más nervioso.
A la de la ventanilla
todavía le sobran
unos minutos de comedia
a la hora de atendernos.
No podemos más que
compartir su miseria.
-Te llevo al curro, come algo.
- Tengo el estómago cerrado,
no te preocupes,
¿pero puedo fumarme un cigarro?
Cada una con sus remedios
y Dios en vuestras casas,
en la nuestra es
una esencia non grata.
¿Estás bien?
Un beso.
En seguida nos vemos.
Entro a oscuras a clase
y me pongo al día
con mi pareja educativa,
mi amiga Marta.
Hacemos el cambio de turno
y planificamos
juntas
el resto de acciones.
Se le llama trabajo bien hecho.
Tengo movida
con un hombre
que se cree muy hombre
y además cree
que eso es bueno.
Le zanjo,
le mato por dentro.
Una levantada de reencuentros,
abrazos y control de esfínteres.
Cierro la jornada
con una merienda épica
de vítores y cantos.
De vuelta a casa
sin saber, una vez más,
si volveré al día siguiente.
Ahora toca parque y cachorreo,
mi momento sagrado.
Allí estaban jugando
al pilla pilla,
al tren por el tobogán
a los castillos de arena
y a la pelota.
Que te reciba
a grito pelao
gritando tu nombre
cura el cáncer.
Así de drástico te lo cuento,
porque cualquier detalle
que implique a mi hijo,
es como la vena
que necesito por dentro.
Y al lado su madre,
eclipasando al sol
y a las vecinas moderadas.
Pero todavía
no había acabado
el día.
El ejército de
belugas varadas
hicieron
de sus aletas patas,
para ponerse firmes
en la tierra
que les hace justicia.
Venían para darnos
purpurina, ánimos
y cariño.
Un amor más fuerte
que cualquier droga
que hayas probado,
tú que creías
que lo habías probado todo.
Así que nos desquitamos
con vasos de agua de grifo,
el gato encerrado
y el niño con pijama,
haciendo alarde
de sus estrategias
para librarse del baño.
En fin,
tras el tacto
un poco de tapón mucoso
con hilillos de sangre.
Esto también es maternidad
y crianza
putos machistas.
Contracciones sinuosas
imposibles de soportar
para el hombre.
Y un estilo
inconmensurable
que pone a cada uno
donde le corresponde,
sobre todo a los machos.
Pero qué puto asco
da a veces
tener pene.
Lo reconozco.
Monitores y Hamilton
suena a fórmula 1,
pero esto no va
de deportes elistitas
en los que solo sabemos
los nombres de ellos.
Esto va de mi mujer y mi hija.
Sin un sentido posesivo
sino de pertenencia.
De todas las atrocidades
que nos quedan todavía
por combatir.
De todo lo que
tenemos que aprender
y desaprender
y volver a aprender.
De entender a la perfección
lo que significa esperar
a alguien
con miedo
e incertidumbre,
pero con la ilusión
con la que un niñ@
se sorprende.
Esto nos ha pasado
a nosotras,
a ella.
Pero solo
es un ejemplo más,
otro reflejo.
Te animo
a que cuentes lo tuyo.
Lo que te duele
y lo que quieres.
Lo que deseas
y lo que te deshace.
De momento
vamos con intención
de desenchufar
todos los monitores
y de encarcelar
a todos los Hamilton.
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