martes, 8 de febrero de 2022

Asalto en Lorca

El circo no para.
El asalto al Ayuntamiento
de Lorca,
rollo Capitolio a lo cutre,
por parte de unas decenas
de fachillas
azuzados por sus
líderes inservibles,
que se atreven
a coger del cuello
al agente de policía.
Ese mismo agente
que aprieta los dientes
cuando quiere identificarme.
Hienas.
Las mismas hienas
que dirigen empresas
en las que te despedirán
si te quedas embarazada,
en las que cobrarás menos
por tener coño
o en las que te presionarán
hasta el límite
si te atreves con el intento
de la conciliación.

Lorca y algunos
de sus ganaderos
de pacotilla.
Sólo hombres, claro.
No rompen papeleras,
pero irrumpen como nazis
en una sinagoga.
Bulos por bandera
y la maquinaria
engrasando sus músculos.
Un cinturón policial
simbólico
porque el de carne y hueso
está dando hostias
en Vallecas.

Y aquí no pasa nada 
Vuelve a no pasar nada.
No hay consecuencias legales,
ni sociales,
ni políticas
para los mismos de siempre,
faltos de ética.
Acordaros, sólo hombres
con palillos en la boca
y boinas de mafiosos,
vaya percha rancia
y de desfase.
Ganadería o comunismo
gritan.
Os daba un 
poco de comunismo
para tratar bien
a los animales
y al campo,
folla-vacas enfermos.

El nuevo movimiento
sísmico en Lorca.
El de los cachorros
de la ultraderecha
blanqueada por los medios.
Lo de las granjas
son sólo excusas
para desatar
sus oscuras pasiones.
Viendo las imágenes
eroticé
con ponerme
el uniforme
y partir cabezas
con armas ilegales
justificado en leyes inmorales
en aquel pleno democrático.
Pero no.
En realidad sólo
soy un ciudadano
de capucha
que espera con miedo
la próxima agresión.
Porque ocurrirá
y porque volverá
a no pasar nada.
Sólo crecerá
mi rabia
y mi odio
y mi temor
por la escalada
de esta injusticia.

Federico líbranos de ésta.


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