miércoles, 2 de febrero de 2022

Charla previa

Aquella noche
no hubo historia
por diversos motivos
que ahora no vienen a "cuento".
Con la literatura infantil
no se juega
si estamos hablando
de consecuencias.
Mamá se despidió
con el mismo ritual
de todas las noches:
con un te quiero
y que sueñes
cosas bonitas.
Apaga la luz
y cierra la puerta.

Nos quedamos a solas,
él y yo.
Enciendo la lamparita
de dinosaurio
y me siento en el mismo
sitio de siempre,
en el lateral de la cama
a la altura de su cabeza.
¿Por qué ahí?
Porque es el sitio
perfecto para darnos las manos
cómodamente.
Sin manos
no hay conciliación,
cómo en la vida misma.

Le pregunto si
le apetece contarme algo
de su día en el cole.
Accede corporalmente
y como si de una
entrenadora que va a dar
su charla motivante,
empieza su speech.
"Hay muchos amigos
que no han venido
porque están malitos.
Juan no ha venido.
Rocío sí ha venido.
Me ha tocado jugar
en el arenero.
Los de mi equipo son:
Rocío, Mateito, Jorge,
Dana y Valeria.
Con Amir y Lorrán
hemos jugado 
a los Pjmask.
El resto eran villanos.
Me lo he comido todo
y luego a dormir
con el cojín
a la alfombra azul.
Luego viene mamá
y/o papá (tus ganas y las mías)
a recogerme".
Traducción libre por Edu Vacas.

Todo un discurso
que evoluciona
día a día.
Que coge fuerza
y empaque
con la práctica
de cada palabra.
Pero que también
tiene que ver
con estar preparado
y apetente
para contar cosas.
Cosas que son
muy significativas 
para él
y que tenemos que abrazar
como si fuera 
un último abrazo.
El arte del diálogo
se basa en
la escucha asertiva.
Y no solo porque
lo digan los libros.
Yo lo experimento
cada día, cada hora,
cada minuto, cada segundo.

Se hizo un silencio
del que fuimos conscientes.
Era momento de 
dejarse llevar.
La inercia de los párpados,
los rizos mecánicos
con tu mano.
No apagué la lamparita
porque quería ver
con deleite
la forma en que te vas
al mundo de los sueños.
Te canté los acordes
que transversalmente
te he cantado
desde que naciste,
sólo que hacía
mucho que no los reproducía.
Tu movimiento
se fue desacelerando
como las ascuas
de un fuego
llegando a término.
Pero tú no te rindes
tan fácil.
Mi revolucionario,
mi comandante,
mi estandarte.

El acto político
de dormirse
con dulzura.
Enemigo oscuro.
Juntos y juntas.
No me sueltes,
no te suelto,
hasta que tus ojos
se hagan crisálidas.
Te queda toda
la noche por delante,
yo vigilante,
por si las moscas,
por si las brujas,
oruguita mía,
mi Rocinante.

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