sábado, 5 de febrero de 2022

Rap y violines

El prestidigitador
de las palabras.
El arte del abecedario,
abracadabra.
La rima por bandera
y la crítica por flecha.
Verdades como puños
que duelen al colisionar
con la mandíbula
los dientes saltan,
la gente salta.
Y yo muevo
la cabeza con flow
y sintonía clásica.

No conozco raperos
de derechas
ni hiphoperos fachas.
Si tontos y melosos,
raperos y machos
de orquesta.
La batalla de Socas,
la que nos hacía falta.
La base,
la cadencia,
la letra
y el mensaje.
Instrumental de cuerda.
El viento al servicio
del humano,
lengua del rostro besado.

Voy al revés
si digo que ahora,
más que nunca,
me gusta el rap.
Me las pone duras,
la memoria,
el tímpano,
el hipotálamo.
Combates improvisados.
Guerra sucia.
Cinturones heredados.
La sinfónica nocturna
de los sueños asonantes.
Referentes,
componentes,
letrados,
acojonados.

Te lo hacen.
Te deshaces.
Impregnan
su implante
en tu semblante.
Son magnates
de lo rimante,
baluartes,
consonantes estupefacientes.
Desternillantes,
desbordantes,
requetés por los puentes
volando por los aires.
Apabullantes,
gentes sobresalientes,
simientes de ideas
concluyentes.
Arremeten,
acometen,
te creces
como un sirviente
y matas al amo
que tan hiriente
ahora compadece
convaleciente
y obediente
ante el justo
potente
de l@s que esperábamos
en el vientre.

Rap y violines
para aislarte del mundo.
Noches con piel de gallina
y un emocionario
que por fin
encuentra su sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario