domingo, 13 de febrero de 2022

Semana 38. Parte II

¿Dónde cojones
está la regleta?
es otra señal inequívoca;
como la de los labios hinchados,
el dolor de riñones
y la tirantez de las ingles.

Hija,
el famoso 38+4
ya se te ha quedado pequeño.
No has nacido
y ya estás zanjado cosas,
cerrando bocas,
propiciando aliento.
"La mujer tranquila"
sigue siendo la misma,
tanto la de antes
como la de ahora,
como seguramente 
la de después.
Tu hermano
no cesa en preguntar.
La necesidad de satisfacer
su conocimiento
y acabar de entender
los nuevos descubrimientos.

Tenemos listos
el plan de parto
y el plan de acción.
Llevamos varios días
diciéndote, sinceras,
que puedes venir
cuando quieras,
cuando estés lista,
que ya lo tenemos
todo previsto y provisto.
Hasta Jesús y Rosa,
las tenderas del Mercado,
te esperan con
su puesto abierto
y toda la materia prima
disponible.

Aunque mamá y papá
no lo digamos abiertamente,
porque la vida sigue,
sólo pensamos en conocerte.
Como esa cita a ciegas
donde depositas
todas tus buenas expectativas
y las mariposas se sublevan
contestatarias a la calma
que necesitas.
Me imagino
proporcionándote
el regazo de tu hermano,
si él quiere,
para fotografiaros
y entender
cómo va a ser
el resto de nuestras vidas juntas.
En femenino
porque en casa
abogamos 
por lo bello y lo inteligente.

A partir de ahora
si sigues cumpliendo semanas,
como mucho dos más,
no habrá segundas partes.
Abres camino
y nuevos terrenos
que nos son desconocidos.
Como tu Tate
que ha aprendido 
recientemente
la palabra 'bandera'.
La nuestra es 
morada y
comunitaria
arraigada a La Mariana.
Estos textos
que te escribo
no son en diferido,
porque me espero
hasta el último
momento
por si hubiera
nuevos acontecimientos.
Así que madrugo 
los domingos
para dar rienda suelta
a mis impulsos
mientras intento resumir
todo lo que he sentido.

Mamá ya no 
encuentra la postura,
pero sigue sacando
la sonrisa
de la estabilidad
que necesitamos en casa.
Un ejercicio arduo
y complejo
que a veces
sufre en silencio.
Lo hace por ti
y por todas nosotras.
Para que no descaiga
el ánimo.
Pero yo la conozco.
Me la comí con 
diecisiete años
por fuera y por dentro.
Y a día de hoy,
mi suerte,
sigo con la cata,
la que me cura,
la que me sana,
la que me place
desinteresada.

Tú mamá es y será
tu primer planeta,
aunque no el único.
Donde creciste.
Donde escuchaste.
Donde nadaste libre.
Por eso hay que recordárselo.
Porque lo que no se nombra
no existe.
Y en esta casa
nos lo decimos todo
mirándonos a los ojos.
Porque sino quién.
Porque sino cuántos.
Nos tenemos las unas a las otras.
Nuestro patrimonio.

Seguimos esperando
a que des el paso.
Lo tenemos todo dispuesto,
nos morimos
por ese primer abrazo
que si bien parece
que no podrá ser
correspondido por tu parte,
ya llevas más de nueve meses
dándonoslo todo.
La espera se relaciona
con la esperanza,
yo te prefiero revolucionaria,
miliciana levanta tus alas.

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