domingo, 19 de diciembre de 2021

Semana 30. Parte II

Ya has llegado
donde previsiblemente
nadie daba un duro
porque llegases.
Es lo que tiene
desprenderse
de ciertas expectativas
a las que renuncias
por no tener 
ninguna posibilidad
de tomar el control.

Para eso servía
quedarse en casa
maniatada
simbólicamente.
Para eso
y para compartir
el sufrimiento
de manera colectiva.
Porque tú 
la llevas dentro,
pero el resto
nos vaciamos
para allanar el camino.
Y de momento funciona.
Insistimos en el poder
de la resistencia
de lo que nos parece
más adecuado.
Pese a las crisis,
pese a los episodios,
pese a los brotes
de los que se infiere
que podría llegar
me cualquier momento.

Contagios al alza,
constipados consolidados
y una paranoia transversal
que incomoda
lo suficiente
como para no tener
nada claro.
Sea como sea,
opino firmemente
que no nos equivocamos
en intentarlo,
en ir con un brazo
por delante
y otro por detrás.
Hacemos lo que podemos
con el conocimiento
que tenemos
y con la cobertura
de unas estrategias
cada vez más
infravaloradas.
Porque aquí no hay
un seguimiento profesional,
aquí solo hay intuición,
deseos y azar.

Nunca estuvimos
más solas
sanitariamente hablando.
Estar a salvo 
pasa por asumir
que no tenemos respuestas
para tantas preguntas;
pasa por priorizar
la reducción de daños
sabiendo que vamos
a estar siempre
en números negativos;
pasa por hablar
lo suficiente
y no gritar nunca.

No es un canto 
al desaliento,
todo lo contrario,
es una celebración
por todas las conquistas
del recorrido.
Es un arrebato
de glorificación
de la familia
porque es lo único
que te mantiene 
a flote.
Si buscas fuera
lo que te falta dentro,
quiere decir
que llevas tiempo
perdido, vacío.

Yo lo encuentro todo
tras cruzar
el umbral de mi puerta
y mataría a cualquiera
que se interpusiese
entre el exterior
y las personas 
que me están
esperando dentro.
Personas y cosas
que nos hemos
construido
comunitariamente
para marginar
cualquier ápice
de aislamiento.

La semana 30
es redescubrir la calle
sumando todos los centímetros
de cada escalón
tanto al subir
como al bajar.
Es el alivio
de pensar
que un día más
es un día menos.
Es la adaptación continua
de los ritmos y las dinámicas
que más nos benefician.
Son las bragas
que ya no resultan cómodas.
La postura que
nunca encuentras.
La tripa deliciosa
en crecimiento.
El movimiento incesante.
La preocupación
por los cuatro costados.
El tiempo que no sabe
ser ocupado, 
hasta que llegamos,
porque cuando llegamos,
se desbordan
los segundos y los minutos.

La semana 30
es una cifra redonda,
como el relieve
de una montaña
que está sufriendo
un ascenso
por unas intrépidas
personas
que se mueren por ver
lo que hay arriba.
La semana 30,
por segunda vez,
es como el advenimiento
de la República
con la diferencia
y la certeza
de que llega para quedarse.

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