a tus tres años
en el día
en el que aparecieron
los pródromos
haciendo el tercero
de los aniversarios.
Han pasado tantas cosas
en tan poco tiempo...
Qué intensidad
la del aprendizaje
y el descubrimiento.
Qué pesar cuando
te sube la fiebre.
Qué culpabilidad
cuando no estoy contigo.
Le escribo
a tus tres años
mientras escucho
en bucle 'Miraflores',
la canción de tu hermana
por herencia de
tu grupo favorito.
¿Cómo queréis que os quiera?
Se me ocurren
miles de maneras
con las que amaros.
Le escribo
a tus tres años
y a tu ilusión
por hacerte mayor,
aunque tú nunca
fuiste un bebé.
No naciste vacío
de expectativas.
Cuando leas esto
a los treinta,
podrás hacer balance
de lo que te aportamos,
por descontado:
"Te quiero muchísimo,
siento los errores,
gracias por todo
y antifascistas siempre".
El año en el que
empezaste el cole
y lo cambiaste todo
con tus pequeñas
revoluciones,
algunas más grandes
de las que cualquier
octogenario
llevó a cabo jamás.
Tu ritmo de las cosas,
la de hacer música
mientras caminas.
Tu estilo con todas
tus imperfecciones
y por tanto
único e intransferible.
Tu compás coherente
y transparente
con todo el
que te topas.
No sabemos para
lo que te estás preparando,
porque tú estás preparado
para tantas cosas
que nos abrumas
constantemente
con tu expansiva explosión.
Incluso al dormir,
un maremoto
de emociones
desbordadas
y sin arropar.
He crecido tanto
como persona
a tu lado,
que no puedo evitar
sentir algo de vergüenza
por el privilegio de tenerte.
También cuando
me equivoco.
También cuando te fallo
aunque tú
no lo interpretes
de tal modo.
Estás tan por encima
de aquellas cosas
que me importan,
que no tengo miedo
a perderlo todo.
Pero sigo esforzándome
en cuidarlo todo
y a todas,
porque también necesito
esa especie de cobertura.
Tú y yo sabemos
que la niebla es preciosa.
Lo sabemos
porque naciste de ella
y desde entonces
volamos
en lugares pactados
sin dar demasiadas
explicaciones.
Le escribo
a tus tres años
con la fuerza
con la que se escribe
una carta de despedida
que impacta profunda
en cada vena
que recorre tu cuerpo.
Soy tu papá,
el que te escribe
desde antes
de que existieras,
incluso ya desde
la adolescencia.
Me queda tanto
por decirte
que no tengo vida
para tal tarea
aunque me regalasen
alguna extra.
Pero el camino
que nos quede
lo haremos
pisando fuerte,
sobrepasando los márgenes
y deconstruyendo
lo mediocre.
Que los cumplas feliz, hijo.
Le escribo a tus tres años.
_Os deseo un Enzo
en vuestras vidas,
le deis el nombre
que le deis y la valentía
y el orgullo de escribirle
como yo lo hago_
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