que me haya pasado
ni me vaya a pasar a mí,
lo juro.
No concibo llegar tarde nunca;
ni a las citas, ni a las recogidas,
ni a ninguna obligación
que se superdite
a una franja horaria.
Mucho menos concibo
el llegar tarde a por mis hij@s.
No es solo por educación y cortesía,
es por deferencia, compromiso
y fidelidad
tanto a las personas
que se dedican a acompañar
como a las que son acompañadas.
Si no te puedes permitir
llegar tarde a tu trabajo,
mucho menos a por tus hij@s;
es más, prefiero que se llegue tarde
a un trabajo, por eso
de las estretegias de boicot
al sistema,
que contibuir a la ansiedades
que sufren l@s pequeñ@s
con cada minuto
que sienten que está
pasando de más.
Porque ell@s no llevan relojes,
pero sienten la fuerza
de los ritmos frenéticos,
el estrés adulto
y la mala planificación horaria.
Lo veo y lo sufro
día a día en la escuela,
curso a curso en mi trabajo.
La actitud sistemática
injustificable
de sobrepasar
la hora límite de recogida
por motivos,
que si bien desconozco,
también me importan un bledo,
porque si yo consigo organizarme
no entiendo por qué tú
no lo consigues.
Que tienes dificultades,
pues lo hablamos
con un perdón por delante
y buscamos alternativas juntas.
Que te la suda
y simplemente
te empeñas en no esforzarte,
las consecuencias para tus hij@s,
pero para mí ni una.
Ya está bien de idealizar
a las familias
y poner una mejilla
y luego la otra
con una empatía forzada
porque es lo que toca,
porque hay que aguantarse.
No entran dentro
de mis funciones profesionales
aguantar retrasos
por conciliaciones complejas
o porque encima te suda la polla.
Pero si fuera por lo primero,
hablemos,
te entiendo,
a mí también podría pasarme,
pero expresa tus dificultades
humilde y honesto.
Pero si fuera por lo segundo
no pienso aguantarlo
ni ponerte buena cara,
aunque sí que seré correcto
y estaré a la altura
de lo que profesionalmente
se espera de mi.
Aunque se nos siga vendiendo así,
no somos herramientas
para que concilies con tu curro,
somos la mejor opción
para que tus retoños
sigan siendo acompañados
adecuadamente en su crecimiento
y desarrollo
en tu ausencia por
las obligaciones laborales.
La conciliación no es
para con tu empresa,
sino para con tu familia
o circunstancias personales.
No somos una mera institución
para que te separes de tus hij@s
por primera vez
y que puedas desarrollar
tus competencias profesionales,
que también;
principalmente somos el sitio
y las personas indicadas
para contribuir
al bienestar y la satisfacción
de las necesidades
más puras y primarias
en esta temprana edad.
Pero cuando suene
el bocinazo de salida,
corre, corre como si te
fuera la vida en ello
en recoger a tus niñ@s
porque no existe nadie
que te espere y te necesito tanto.
Son muchas las cargas y las culpas
que se padecen en la crianza
y llegar tarde pro motivos
injustificados
debería de ser de las peores.
Me hartaré,
sin pelos en la lengua,
de significarlo
en las entrevistas
y reuniones informativas
al mismo nivel en que te relato
cómo prodecemos en los cuidados.
Porque ser puntual y llegará a tiempo
es un derecho inherente
que también tienen
tanto ell@s,
como nosotras.
Se te puede parar el metro,
puedes encontrarte
con retenciones en el tráfico,
incluso puedes quedarte dormid@,
pero que vuestras empresas
no sean ese monstruo
que os coacciona o manipula
para no llegar a tiempo.
Los centros de trabajo
no se acordarán de nosotras,
pero nuestr@s hij@s
disponen de una memoria emocional
con la que estaremos pactando
toda la vida,
incluso después de la muerte.
Si lees esto,
seas quien sea,
dile a tu jefe que ni una más,
convéncete de la importancia
de no dar tarde el abrazo
del reencuentro,
y cuéntales a tus hij@s
que por desgracia
te seguirás equivocando
en muchísimas cosas,
pero nunca más
en la de no estar a tiempo.
_Un texto para la ciudadanía
y las familias,
pero también para las educadoras,
los equipos y las directivas.
También para todos los niños y niñas_
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