martes, 25 de abril de 2023

Camino a casa

Pienso en el camino a casa
cuando regreso del trabajo,
cuando volvía de fiesta
o cuando llegue de vacaciones.
Presente, pasado y futuro.
Las tres me han parecido 
siempre buenas posibilidades,
porque no hay nada
que más me tranquilice
que volver a casa.

Ya me pasaba en la adolescencia,
cuando todo me resultaba
oscuro, ambiguo, desesperanzador.
Encontraba la calma
al ver a mis viej@s
aunque con ell@s tuviera
otro tipo de problemas
que a día de hoy,
si surge,
podemos seguir reprochándonos
en todas direcciones.
Incluso así,
encontré la paz y seguridad
que necesitaba
en aquellos años,
cuando no entendía nada,
cuando nada encajaba,
cuando me sentí muy solo
rodeado entre tanta gente.

Por eso, para mí, el concepto
de familia se configura en base
a la construcción del concepto hogar.
Puedes perder ambas
por diversos e injustos motivos,
pero no tener la sensación
de camino a casa
me resultaría trágicamente
insoportable.
Si después de un día de mierda,
no encuentras algo de alivio
en tu hogar
o con algunos de los seres
con los que convives,
algo está yendo mal.
Te compadezco .

Ahora, que también está
la otra parte.
La de iniciar el camino a casa,
y sentir que no deberías
ir sola y borracha
porque puede que aceche
el monstruo.
Un monstruo que lleva pene
y tufa a machismo y violencia.
Es entonces, 
cuando por desgracia,
no eres libre de volver a casa
tranquila y satisfecha,
sino que te ves obligada
a planificar el itinerario,
a buscar la luz y el gentío
y a llamar por teléfono
para no sentirte tan frágil.

Un concepto que puede
significar dos cosas
totalmente opuestas.
Algo no funciona y nos resistimos 
a verlo,
a combatirlo,
a reconocerlo
y a colectivizarlo.
Lo debatimos en las cenas,
en las calles,
en los centros de trabajo.
Pero hay algo que sigue sin calar,
sino que produce totalmente
lo contrario.
Aquí no hay disculpas,
solo equidistancia
y blanqueamiento
al más puro estilo rancio.

De verdad que siento
que camino a casa
no pueda significar 
lo mismo para ti.
Daría cualquier parte de mi cuerpo
para que esto cambiase de una vez.
Que no sintieras miedo,
ni sombras suspicaces,
ni un grito que te ponga
el cuerpo del revés.
Que no pusieran el foco en ti,
sino en el agresor,
en el violador, en el maltratador,
en el asesino,
todos hombres,
cada uno de ellos hombres,
como yo,
pero sin querer ser uno de ellos.

Cómo puede cambiar un texto
desde su inicio hasta su final,
con un título aparentemente inofensivo.
Siempre va a depender
de quién lo escriba
y de quiénes lo lean.
Sea cual sea la interpretación
o la subjetividad que se infiera,
camino a casa
será algo de lo que
preocuparse siempre.
Si me das permiso,
tengo la intención de acompañarte
y de que me acompañes.

Ojalá los caminos a casa
siempre fueran algo
deseable y festivo
en los que poder zizaguear
caóticamente.
No se me olvida la derivada
de los casos en
que los monstruos viven en casa.
Te invito a que las quememos,
con ellos dentro.
Que volver a casa
implique vivir
libremente y sin miedo.

_A Gala, de La Kuadrilla_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXXVI

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