viernes, 29 de abril de 2022

Ni puta idea

Hablábamos de
halagar y que te halaguen
en compañía,
cuando estamos en grupo grande
por eso del sentimiento de pertenencia.
Pero también hablamos
sobre halagar
en la intimidad,
en la propia exclusividad
de cuando dos personas
se tienen a solas.

No seré yo quien
criminalice
las zonas de confort,
todo lo contrario,
me parecen justas y necesarias,
una especie de derecho
de autodeterminación
de lo que nos apetece,
y por qué no
pero,
valientes cobardes
l@s que no se halagan
a la cara a solas.

Lo hemos hablado 
un montón de veces:
cuidar a quien te cuida
y querer a quien te quiere,
¿hacen falta más motivos?
Pues seguramente no,
pero esa barrera invisible
y simbólica nos impide
hacerlo en ocasiones.
El sesgo identitario
como bandera
y todas esas cosas
que no deberían ser secreto,
que deberían de ser públicas
y transparentes,
sinceras y honestas,
la tarea pendiente
de abrazarnos sin complejos.

Pero a veces 
somos tan precarias
que no tenemos
ni puta idea
de cómo hacerlo.
Inválidos vasallos
de nuestras debilidades.
Aplazamos la importancia
de los cuidados
con justificaciones
que no se las cree nadie,
con excusas que no hacen
sentir mejor a nadie,
incapaces de dar ese paso
que sabes,
forma parte de la posible solución.

Ni puta idea
es también la dignidad
de desnudarse y reconocer
que no tenemos
una opinión al respecto;
asumir la falta de estrategias
y la ausencia de habilidades;
replegarse para no precipitarse
con soberbia y rencor.
Pero no basta solo con eso.
Hay que seguir
intentando dar pasos
hasta dar con la tecla,
hasta que se te encienda la bombilla.
Desde la humildad
del desconocimiento,
desde la actitud
de seguir aprendiendo.

De esta manera,
ni puta idea
se transforma
en oportunidad de cambio
y no en parapeto
de contenido vacío.
En una nueva posibilidad
que flexibiliza
y honra los intentos.
En una fase previa
de observación
más que obligatoria
que resulte más justa
a todas,
a todas las partes.

El orgullo de los tiranos
no tiene perspectiva de futuro.
La ignorancia consentida
solo produce equidistancia.
Y la espera de algo
a cambio de otro algo,
hace que la esencia
se desvanezca.
Por eso hay que hacerse preguntas.
Tenemos que tomar partido
y posicionarnos de un lado.
Esquivar la insignificancia
de lo que implica
ser siempre el arrastrado.
Y arrastrar con la voluntad
de que se levanten
y caminen a tu lado
para favorecer sus valías,
sus fortalezas
y la satisfacción de sus necesidades.

Ni puta idea
no debe quedarse a medio camino
entre lo que esperamos y deseamos.
Hay que jugársela
en intentar acertar mucho
y en asumir y rectificar
los errores,
que no serán pocos,
pero que sin duda,
se convertirán en pistas misteriosas
que puede
que nos ayuden a resolver
el problema,
la puta ecuación que parece irresoluble,
la redacción del planteamiento
de la página 47
que siempre dejaste en blanco.

Halagar y que te halaguen
quedan lejos
de nuestras posibilidades
si antes
no nos sentamos
cara a cara
y nos contamos
todos los posibles finales
y todas las causas
que nos han podido conducir
a ello.
Mientras tanto,
en el proceso,
hay que hacerlo más amable,
más divertido,
y más auténtico que nunca.
PODEMOS.

_A Posi_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXIX

jueves, 28 de abril de 2022

El destino de las hormigas

La supuesta insignificancia
de las hormigas;
la creencia equivocada
del destino como referencia.
Juntas ambos conceptos
y te sale un cóctel
más que pesimista.
Qué se puede esperar
de las hormigas de ciudad
que transitan entre
plástico, decadencia y mugre.

Lo de siempre.
La polarización entre
la ciudad y el campo,
entre el norte y el sur,
entre los de arriba
y las de abajo.
Aferrarse al destino
tiene mucho de mágico,
no por lo especial
y la ilusión de un niñ@,
sino por los trucos
pendencieros entre bastidores.

Decidme qué podemos esperar
de una hilera de hormigas
que conviven entre asfalto,
gapos y mierdas de perro.
Entre tanto ruido,
zapatos desgastados
y cruentos humanos.
Pues nada,
solo muerte
y caminos que no te llevan 
de vuelta a casa.
Que tus compañeras
nunca vuelvan,
muchas bajas diarias
por eso de estar abajo
de la cadena alimenticia.
Y no porque te coman,
sino porque te pisotean
impunes.

La perfecta analogía
de los grupos más vulnerables.
La determinación existencial.
De nacer en sitios sin luz
como en la Cañada,
a ser herencia
de una estirpe de cayetanos.
De barrio y periferia
sin atender,
a ser de centro,
llenos de privilegios
y banderas.
Las hormigas, dicen.
Las hormigas son obreras,
son la clase trabajadora
ahogada y ninguneada.
También la manipulada,
votante de botas
con punta de hierro.
O la condescendiente 
con el niño
que las arrasa
sin que su padre
le diga nada.

Hormigas negras y rojas,
grandes y pequeñas,
que muerden o hacen cosquillas,
todas ellas dominadas
por los oligarcas y sus monopolios,
sin poder hacer nada
y pudiendo decir mucho
que al final no vale de nada.
Vaya destino de mierda.
Las que tengan suerte,
tendrán su hormiguero
lejos de la acción humana,
recolectando comida tranquilas,
con sus caminos inquebrantables
y sus funciones bien definidas.

Una guerra que antes
de que empiece
ya está perdida.
Una vida de opresión
y de reprimidas ganas de cambio.
Con algún que otro altavoz
que llama a la lucha
pero que en seguida
se difumina en el eco
de la basta amplitud.
Si cada una tiene su papel,
el de las hormigas está claro.
Ser parte de un colectivo
donde no se tienen
en cuenta las individualidades,
donde no importan
las características personales,
donde la comunidad
esta por encima de la unidad.
Pero eso no es nada
comunitario ni ventajoso
ante la supervivencia.

Lo primero cuando naces
es que te pongan un nombre.
Lo segundo es que te 
cuiden y orienten
durante años
hasta que consigas
la plena independencia
habiéndote garantizado
el placer de toda existencia.
A partir de ahí,
sin que nada suene a definitivo,
te toca aportar
tu granito de arena
con tus ideas, compromisos
y disponibilidades.
Claro que no va a ser fácil,
ni tampoco resultará justo,
pero merecemos encontrar
nuestro hueco,
nuestro espacio,
nuestra batería de oportunidades
y si somos capaces,
aprovecharlas,
aprovecharlas al máximo
porque no sabemos
cuando obtendremos la siguiente.

Si no tienes marcos de referencia,
cuando veas una hormiga
piensa en el respeto
por el otro,
en la empatía con las otras,
en no pasar de largo
y hacer como si nada;
en no blanquear los daños
y en no convertirte
en la figura de verdugo
de la que tantos años
llevas escapando.
Ni una menos.
Somos más.
Solo falta creérnoslo.

_A Rober_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme  XXVIII

miércoles, 27 de abril de 2022

Quiero más pepinillos

Los antojos durante el embarazo.
Que nadie les diga
cuánto pueden envinagrarse
los meses.
Que nadie se atreva
a juzgarlas
como si supiéramos
lo que llevan dentro;
como si sintiéramos
lo que ellas sienten.
¿Con qué derecho opinamos
aunque sea con la mejor
de nuestras intenciones?

Claro que no están enfermas
pero ¿acaso no pueden decir
que se sienten como una mierda,
que están hechas polvo,
que sufren por 
dentro y por fuera
y en silencio
para no molestar al resto?
Como si nos debieran
alguna explicación.
Como si tuvieran
que rendir cuentas
todo el rato de cómo
se encuentran.
Como si encima
tuvieran que complacer
a todo y todos
los que las rodeamos.

¡Ya basta!
Kilos y kilos de pepinillos
si es lo que les pide el cuerpo.
Una mujer embarazada
es doblemente criminalizada,
primero por ser mujer,
a continuación
por estar embarazada.
Que se lo digan
a las empresas,
a los médicos de cabecera
y las sanitarias que luego
acompañarán el parto.

Pepinillos en cantidades industriales
si hiciera falta,
porque a las embarazadas
no se las manda a llorar
a la llorería,
es más,
a las mujeres no se las manda
en ninguna de la situaciones.
Si te lo reclaman,
se las acompaña
con tu presencia,
tu escucha
y tu sagrado respeto
de no meterte 
donde no te llaman,
incluidos sus coños,
expertas en palabras,
en dar cobijo
y en ser autónomas.

Así que sacos y sacos
de pepinillos
para las que no 
se victimizan
sino que son víctimas,
tratadas como sospechosas
y estafadoras
de un sistema
casi nunca amable,
como si no tuvieran ya suficiente.
Convenios-condena
que no te ofrecen la baja
(si fuese necesaria)
antes de la semana 37;
o convenios-chantaje
que te la ofrecen
a partir de la 20
pero como si te
hicieran un favor,
como si les debieras una.

Pues pepinillos en toda
su puta cara.
Atiborraros
a pepinillos
si es lo que os apetece.
Siempre dando la cara,
sufriendo el acoso
a vuestras espaldas,
e incomprendidas
por una Tierra cada vez
más individualista.
Como si tuviéramos otra.
Como si la palabra
Tierra
no fuera femenina ni madre.
Una ensalada de hostia de pepinillos
para cada persona
que se atreva a haceros
referencia como si fueseis
de su competencia,
o de si
su pertenencia.

En fin,
que si quieres pepinillos
bajo a comprarlos
sea la hora que sea,
y mientras los devoras,
si me dejas,
me sentaré enfrente
para acompañarte
y que me cuentes,
si quieres,
todo lo que tenga que ser expresado.
Porque no lo tenéis nada fácil
y quiénes os acompañamos,
a veces no estamos a la altura.
Gracias por tanto.

_A Sol_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXVII

martes, 26 de abril de 2022

Cristales rotos

¿Quién no se ha roto
por fuera en mil añicos
alguna vez?
Si esto es así,
imaginaos por dentro.

Cuando se nos resbala 
el vaso de las manos,
comienza un tiempo
donde la caída libre
es inevitable.
Ahí suceden
el descontrol de las emociones,
la excitación más primitiva
y las creencias equivocadas.
Con el impacto,
todo lo que somos
y ven desde fuera
se rompe sin remedio alguno
esparciendo cada parte
hasta los lugares más inhóspitos.
Pero ¿qué pasa con el contenido?
¿qué pasa con lo más
profundo de nuestro ser?
¿dónde y cuánto queda?
¿podremos recuperarnos?
Hay muchas posibilidades
de que sí,
pero jamás seremos 
las mismas,
y eso no es malo.
A lo mejor
es justo
lo que necesitábamos.

En todo caso,
lo que más importancia
cobra de cara al resto,
son todos esos trozos de cristal
de distintos tamaños
repartidos
entre cerca y lejos
hasta el punto
de que algunos
no sean visibles
y por tanto encontrados.
Una vez mas
queriendo robar protagonismo.
Otra vez que se hacen las cosas
sin el debido respeto.
No es sólo cuestión
de voluntad,
es primordial la empatía
y dar un paso atrás
cuando sea necesario,
cuando así te lo han pedido.

El contenido derramado
va mucho más allá
del ruido de la caída
y de los cachitos que 
se difuminan.
Pero solo somos capaces
de ver cristales.
La cultura de tender la mano
por propios intereses.
No, hay ocasiones
que solo nos toca esperar.
Porque no es 
nuestro proceso.
Porque nos gustaría ser parte,
pero la decisión
no nos compete.
Así que siempre disponible,
pero desde la distancia física,
desde la posición emocional
secundaria
que se te demanda.
Porque no sabemos nada
aunque creamos saberlo todo.
Porque se nos da muy bien
hacer de jueces
cuando ni siquiera
tenemos la escucha cultivada.
Porque claro que también nos duele,
pero no somos dueños
de dichas emociones
y debemos comprender
que replegarnos
no es desentenderse,
sino proporcionar
los espacios y tiempos
que demandan l@s afectad@s.
Porque claro que tienes
una opinión,
pero hay que guardársela
para cuando te la soliciten.
Es más, cuando te den 
el permiso,
hazlo de puntillas
y con un volumen bajito,
porque se encuentran
tan vulnerables
que puedes convertirte
en cómplice de 
la rotura crítica del vaso.

Ponerse de ejemplo
es el peor de los pegamentos.
Y dar consejos de feria
son tiritas caducadas.
Hacer de psicolog@s
es intrusismo.
Esto no es voluntariado.
Para ser amig@
también se requiere de profesionalidad.
No es cualquier cosa
participar de una conversación
que hace polvo
los sentimientos,
así que si no sabes qué decir
o te sugieren que no hace
falta que digas nada,
cállate,
conten las ganas
de beneficencia
hasta que no estés
formado como experto
en habilidades sociales.

Cuando alguien se rompe,
lo primero es preguntar
si puedes meterte
entre los añicos
y no quedarte solo
con lo explícito,
sino ser una maestro
que espera
aquellas respuestas implícitas,
para si te dejan,
acompañar con palabras
que no aseguran nada
pero que por lo menos
tienen el permiso
y son deseadas
por la parte afectada.

Vasos vacíos
canta La M.O.D.A;
lo malo no es
que se rompa el vaso,
sino que no haya nada dentro
ni nadie cerca
para acoger
todo lo que ha sucedido.


_A la Tita Gala_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXVI

lunes, 25 de abril de 2022

Lo que ocurre en el sueño REM

Lo que ocurre en el sueño REM
es un REMedio de la abuela,
una REMiniscencia del pasado,
una RÉMora tropical
que se adhiere al inconsciente.

Esa fase del sueño
con el movimiento reticular
en círculos,
como si dieras vueltas
en un columpio
para sentir el mundo
en todos sus giros.
Esto es lo que sucede
mientras la memoria se ensancha
y los aprendizajes se consolidan.

En casa nunca fuimos
grandes defensoras
del verbo dormir,
pero sí que debatimos
los sueños al levantarnos
para compensar
a la que haya sufrido pesadillas,
o la que sólo recuerde
ausencia y vacío.
Nos enriquecemos a base de ideas
y nuestro patrimonio crece
descontroladamente.

Lo que ocurre en el sueño REM
es como el secreto
mejor guardado
que tanto te había costado contar;
o como ese refugio
que tanto cuesta construir;
o ese lugar desconocido
que te aterrorizaba
y por el que ahora
nadas como pez en el agua.
Es un búnker
que disfrutas en soledad,
porque también tenemos
derecho a la intimidad
y a la ausencia de gente.
Es un tesoro
personal e intransferible,
carente de solidaridad
pero lleno de fuerza de cambio.
Es una explicación universal
a la que todo el mundo
tiene acceso
pero que casi nadie
logra entender
por la complejidad de su fondo.
Una expansión continúa
e infinita
que sucede aquí y ahora,
a cada momento
pienses en ello o no.
Existe y es invariable
a nuestras necesidades
y deseos,
funciona con la autonomía
de lo que te hace falta
y algunas veces te gustará
y otras
querrás alejarte.

Lo que ocurre
en la fase REM,
que además puede darse
más de una vez
en una misma noche,
se queda en la fase REM,
cuya frase, quizá,
debería ser revisionada.
Como esa fantasía
que socialmente
no está muy aceptada.
Pero pensar, imaginar y soñar
es libre,
el caso es como pactar
colectivizarlas.

La interpretación de lo
que ocurre en el sueño REM
corre de la mano de 
un marco teórico
y de psicolog@s
pero,
lo que sientes y cómo lo sientes,
es tu decisión.
Un día, si quieres,
hablamos de todo
lo que nos hemos guardado
y nos ponemos al día.

_A María _

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXV

sábado, 23 de abril de 2022

Los minutos de nuestros días

Cualquiera que lea esto
estará de acuerdo conmigo
en la sensación de que el tiempo
pasa cada vez más rápido.
Será una de las concecuencias
de hacerse mayores.

Quién no ha rememorado
mil veces las mismas anécdotas
entre su grupo de amig@s
sin manera alguna
de que caduquen
o suenen repetitivas.
Quién no ha compartido
en qué nos montaríamos
si fuéramos ahora,
con nuestra treintena bien entrada,
al parque de atracciones
(quién sería el toli
que se quedaría
con las mochilas,
nosotras tenemos el nuestro)
Quién no ha hablado
de temas escatológicos
durante una apetente comida
o de sexo cuando hemos pasado
al estado de embriaguez.
Quién no se ha derrumbado
delante de la gente
que quiere
sin haberlo planificado.
Quién no se ha ventilado
de las mierdas de su trabajo
y de lo que le dijo
el otro día el psicólogo.

De momentos vamos sobradas
pero,
quién recuerda 
el tramo de minutos
que duró el suceso,
de principio a fin,
con inicio y desenlace.
Por ejemplo
recuerdo que aquel
dos de abril
llegué cuatro minutos tarde,
primera y última vez,
y que el primer beso
duró menos de un minuto.
Que El secreto de Neruda
se contó en apenas nueve minutos,
que el homenaje de mi vida
transcurrió en quince
y que el nacimiento
de mi segundo hija
fueron cuarenta y uno minutos,
a diecinueve de que
mi primer hijo,
nacido un millón
seiscientos sesenta y cinco mil
quinientos cuatro
con cuarenta y tres minutos antes,
entrase por la puerta del cole.

Esa es la manera que escojo
para contabilizar
los minutos de nuestras vidas,
porque claro que los minutos
importan aunque la peña
no siga siendo puntual.
Claro que importa
acordarse del por qué y el cómo
para que luego cuentes
el cuándo y el dónde.
Claro que molaría
quedarse a vivir
en aquellos minutos específicos
que tanto nos han marcado.
Y claro que los minutos
no solo se recogen
en un reloj caro.

Los minutos se contabilizan
pero también se cuentan,
que es bien distinto.
En algunos casos
se deberían contar
como se cuenta
un cuento por la noche:
sin prisas, ni presiones,
como si fuera
la última voluntad del día,
solemne y sagrada.
Ese gustillo que sientes
cuando el autobús
va a llegar en dos minutos;
cuando las manillas
indican menos cinco
para salir de clase;
o esos minutos previos
antes de que empiece
el concierto.

Debemos elegir
cuáles han sido
los minutos de nuestra vida
y sobre todo
tenemos que decidir
cuáles queremos que sean
 a partir de ahora
para sentirnos desnudas
y preparadas
en un tiempo de acogida
que se materializará
en imágenes, sensaciones y palabras
de nuevos y bonitos recuerdos
en las que se basarán
nuestras conversaciones
del futuro.

De noche,
cuánto tu bebé
se resiste a dormir,
pese a la dureza del cansancio,
también son minutos que cuentan,
solo depende de la actitud
con la que puedas enfrentarlos.
Es lícito enfadarse
y equivocarse,
pero ante los minutos
que no volverán,
que no se repetirán,
insisto,
solo dependerá de ti
como quieras recordarlos.

Por la suficiente importancia del tiempo.

_A Noe_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXIV

viernes, 22 de abril de 2022

Un paréntesis para los MIL

En medio de un homenaje 
a toda mi Kuadrilla,
hago este pequeño paréntesis
nada relevante,
para llegar a los MIL textos.

¡Guau!
Como mínimo mil veces
que he iniciado un texto
y que le he puesto punto y final.
Por lo menos
han sido mil veces
las que me he parado
a reflexionar.
Mil momentos acumulativos
donde me he expresado
con la suficiente libertad
como para sentirme cómodo
y con la confianza
de hacerlo una vez más.
Mil títulos
donde he contado tantas cosas
que soy incapaz de recordarlas todas.

Ese es mi secreto.
Dejarlo por escrito
para construir una memoria
a la que siempre poder volver.
Una historia sin plazos
hasta el día que me muera.
Una especie de herencia
de tinta y pluma
como legado para mis hij@s
(creo que les gustará).
Incluso una forma
de atajar la vida
por todas sus variantes
y con todas sus contradicciones.

Mil textos suenan a poco
y a muchísimo a la vez.
Me pregunto cuánto tardaría
de corrido en leerlos todos
desde el primero hasta el último.
Cuántas cosas 
me redescubriría
y de cuántas me arrepentiría.
Porque empecé a publicar
con veinticinco,
y seguro que hay cosas
que ahora con
treinta y cuatro,
opino radicalmente opuesto.

La evolución de una vida
en mil relatos
(y los que me quedan).
Las personas que estuvieron,
que están
y que seguirán estando.
Alguna que otra
que ya no está
y quizás nuevas que vengan.
Un memorándum-hemeroteca.
Una compilación de sucesos
y de opiniones seguramente veletas.
La antología de un tercio
de mi vida
(año arriba, año abajo)
con el propósito
de seguir haciéndolo.

Hay quien se imagina
escribiendo octogenari@ 
sus memorias;
aquí sí que puedo decir 
que empecé de joven
a hacerlo sin saberlo,
que no perdí el tiempo
en lo que compete
a memoria histórica,
que me dejé pocas cosas sin decir
y ninguna sin pensar.

Además he podido hacerlo
en cualquiera de los contextos.
Ante la más absoluta 
de las soledades
y ante el ruido insoportable
de las multitudes.
En casa y en la calle
(sobre todo en los 
servicios públicos).
De pie, sentado
y hasta tumbado.
Una vez escribí
parte de un texto
con la mano izquierda.
En diversos cuadernos
que he ido estrenando
y con el tiempo precintado.

Sin ningún estilo definido,
con la progresión
del lenguaje inclusivo
y la certeza de 
la discriminación positiva.
Ha sido la única tarea
que no he dejado a medias,
en la que me mantengo
sin haber perdido
un ápice de motivación,
sino todo lo contrario,
como si se equiparase
a una necesidad fisiológica.
Una droga sin efectos
secundarios adversos.

También es una especie
de mapa con chinchetas
de los sitios e ideas
que he visitado,
con mayor o menor fortuna,
con mayor o menor acierto,
pero con la convicción
humilde y transparente
de dejar huella y poso.
¿Cuánta influencia habré ejercido?
¿Cuántos puntos en común
habré compartido?
¿Cuántos me ha ayudado
a abrir los ojos
y a que te sientas
identificada conmigo?

Son mil textos
de los ámbitos y
públicos y privados,
pero todos accesibles
y exhibidos
a mis colectivos y círculos
cercanos.
Sin decírtelo a la cara,
cuánto te habré contado
a través de mis palabras.
No me ganas en sinceridad,
en ganas
y en conocimiento
de todo lo que me pasa.

Es una especie de juego
descompensado
donde te he contado
más de mil cosas
y jamás te pediré
nada a cambio.
Por si no te habías
dado cuenta todavía,
este es el regalo que te dejo.
Un cuento de mil cachos
que aseguren
a tus noches
un fragmento de lectura.
Y con el compromiso
de que esto no ha acabado,
por si ayuda,
por si te aporta algo,
porque lo necesito
como el agua,
el respirar
y los bocados.

Porque Las mil y una noches
de Scheherezade
se le quedan cortas.
Por eso sigo,
para darle importancia
y el merecido reconocimiento.
Este es mi marco narrativo,
el de incluir
en cada relato
a todas las personas
que quiero,
a todas aquellas
que para mí
significan algo.
Sin reproches
ni remordimientos,
habilitando espacios
que se merecen por sus cuidados.
Como si casa uno de los textos
fuese una habitación
de infancia
donde empieza y acaba todo;
un mundo entero
donde tienes
un plato de cena todavía caliente
("Donde viven los monstruos")

Dije que me gustaría
hacer algo
para celebrarlo,
pero no sé si me atrevo
a publicitarlo.
Es y son
mis MIL manera
de agradecértelo,
aunque estés lejos,
aunque haga tiempo
que no nos veamos.
No sabéis
qué es eso
de que me llamen
por haber leído
uno de mis textos
y que se preocupen
por algo que supuestamente
me ha pasado.
Lo de que las interpretaciones
son libres,
pero tomarse las molestias
de ponerse en contacto conmigo
no está pagado.

Que especie de suerte
esto de la escritura.
El de haber empezado un día
hace muchos años
sin expectativas, objetivos
ni estructuras.
Son casi diez años
donde llevo publicando
trocitos de mi radiografía
al completo,
sin digitales ni artificios,
poniendo el folio
a contra luz
para ver aquello
que se esconde
a simple vista.

Me resisto a acabar
este texto 1000,
y que fuera el único
y principio de todo
que recopilase el resto.
Como si todas las 
personas del planeta
se fueran dando la mano
poco a poco,
hasta formar
una figura imposibla
donde todavía 
nadie ha llegado.
No es por la fama
ni por la meritocracia,
sino por las ganas
de demostraros
todo lo que os quiero,
como si fuera 
una tabla de chocolate eterna
de onzas infinitas,
donde puedo asegurarte
que vas a tener
por lo menos una.

Un millar de veces
que te lo he contado
y que te seguiré contando
por miles,
los días que me queden,
absolutamente todo
lo que sea susceptible
de ser expresado.
Que la verdad y la transparencia
sean ideología
en esta era oscura y descuidada.

_A los mil textos de Un Refugio En Tu Portal_

jueves, 21 de abril de 2022

Trilogía de la mirada

I.

Estamos en el Antropoceno,
la era donde más
psicología se necesita.

Todas las veces
que no me he reconocido
al mirarme al espejo;
un espejo entendido
como todas las personas
que me rodean
y no sentir de ello
algo favorable;
el autorechazo
de lo que somos
frente a lo que
nos hubiera gustado
haber sido.
Esto nos pasa,
y nos pasará varias veces
en la vida.

En busca del equilibrio
constante entre los sueños,
las expectativas, los deseos
y lo que tengo,
lo que he conseguido,
lo que he construido,
acompañado siempre
de una sensación de derrota,
de ser insuficiente
por infinidad de motivos,
de decepciones
que ahogan los aciertos
aunque estos últimos
hayan sido muchos,
porque el peso de lo
que indetificamos
como malo,
casi siemre pesa más
que las veces
que nos hemos sentido
satisfechas.

Estamos en nuestro derecho,
faltaría más.
El riesgo está en cuánto tiempo
pasamos en esa fase
en la que no me encuentro,
en la que no me reconozco,
en la que cada vez
me distancio más y más
de todo lo que me gustaría
conocer y controlar
de mí misma.
Escrito en femenino
por referirme al sustantivo
de persona.
Pero escrito en femenino
también,
por referirme a la mujer,
al hecho de ser mujer
y por ello tenerlo más difícil.

Ser una desconocida para ti misma
es una lucha incesante
entre tus prioridades
y las exigencias externas,
un choque de contradicciones
que no te dejan dormir tranquila,
un anhelo de adolescencia
que vuelve convertido
en tu peor pesadilla.
Pero del conflicto
se posibilitan cambios,
y esas son las oportunidades
para las que tenemos que estar listas.

Sin dramas,
estos tránsitos 
que hacemos de un lugar a otro,
son pasajes de nuestra vivencia
que deben de ser atendidos
con el suficiente cuidado y mimo
para ser justas con nosotras mismas,
porque aunque a veces 
creamos que no,
nos merecemos ser
quienes queramos ser.

No estás sola en este mundo,
pero te damos el tiempo
que necesites.
Date el permiso
de explorar, descubrir
y conocer aquella
que quieras ser, te esperamos.


II.

Si y no.
Cuando crees que
ya lo has visto casi todo,
no es lo mismo
que la actitud
de seguir mirando.
Porque si somos,
es precisamente
porque alguien
nos ha mirado
y porque le hemos
devuelto la mirada.

Podemos decir
que mirar
es el paso previo
a la acción,
o incluso
que es la pre-acción
que asienta las bases
de la necesidad
que sentimos de hacer.
Por eso pronto
comprendemos
que ambas cuestiones
están íntimamente relacionadas
y que una cosa
no puede suceder sin la otra.

Sin embargo,
creo saber a qué se refiere.
Al hecho de tomar partido
y adquirir la responsabilidad
que nos exigen los acontecimientos.
A la de dar un paso,
da igual que sea
el primero o el último
y ser parte del proceso,
ser un motivo más
para el cambio.
Al de aventurarse
con todas sus implicaciones,
riesgos y certezas incluidas.
A dejar de lado el azar
y sumar puntos
en las probabilidades.
A ser un dato estadístico
y no quedarte fuera
de la gráfica.
Al de formar parte
de la solidaridad
que se esperan
de las comunidades.

No sé si hemos venido
a mirar o a otras cosas;
o si por el contrario
a todo a la vez
o a nada al mismo tiempo.
Pero cada un@ 
con su mecanismo
para poder llegar
a los mismos sitios.
Hablábamos antes
de cuando no me reconozco.
Ahora lo hacemos
del deseo candescente
de encontrarnos.

A esta vida no hemos venido a mirar
es una afirmación ética,
casi filosófica,
pero solo desde el enfoque adulto.
Que se lo digan si no a toda 
la infancia,
y a tod@s l@s que se mueven
por impulsos, casi primitivos,
llenos de instinto
sin estructura.
Insisto en creer saber
a qué te refieres:
al cántico de
No nos mires, únete;
al de no volverte
a desangrar
por quedarte callad@;
al de que ninguna mala acción
quede sin respuesta;
a que siempre haya
acuse de recibo
y por tanto acopio de la situación;
a los ensayos de causa-consecuencia.

Si es así,
estoy de acuerdo contigo,
y aunque no lo estuviera,
te honra acoger
mi punto de vista,
porque se trata de eso ¿no?
de mirar y que te miren
de formas diversas
para luego dar
los siguientes pasos,
para coger las riendas de tu vida,
para que no sientas
cómo te oprime el pecho,
o cómo te inunda la vergüenza,
o cómo te paraliza el miedo.

Estamos a punto
de conseguirlo.
Mírame cómo te miro
para que entiendas
todo lo que quiero decirte,
todos mis significados,
y luego,
si estamos preparadas,
salgamos juntas a la calle
a gritarlo a los cuatro vientos.



III.

Cuando conseguimos articular
todo lo anterior,
con sus logros y sus derrotas,
pero con la calma de haber
aprendido a mirar,
estaremos listas
para desencajarnos
de nuestra piel y huesos
y vernos como
andábamos tiempo
queriéndonos ver.
Yo lo descubrí
a partir de mirar
a mis hij@s.

En mi caso
reconocí partes
que había dejado de lado;
también descubrí
otras nuevas que no sabía
que existían;
y por último
deseché otras tantas
que me sobraban.
Nunca despejaremos
todas las incógnitas
que posibiliten la ausencia
de incertidumbre,
ese no es el objetivo,
pero tendremos las herramientas
suficientes
como para seguir intentándolo,
que es de lo que se trata,
de no cesar en la lucha.

Reconocerse por fin
a una misma
tranquila,
satisfecha,
apetente de seguir
hacia adelante;
a través de todos
los ojos posibles,
con todos sus prismas,
con todos sus colores.
El enfoque y la perspectiva
de una salud mental
cuidada, fuerte,
preparada para ser atendida.

Nos desglosamos
a partir de mirar
a nuestr@s hij@s
para entender 
todo lo bueno y lo malo
que propiciamos,
todo lo que hemos alcanzado
y todo lo que nos queda pendiente,
que no será poco.
Los parecidos razonables,
la carga genética,
las apropiaciones culturales
y los factores externos.
Se aliña y se remueve,
según el momento,
con más o menos fuerza
disponible,
buscando nuevos sabores
y el placer de lo fisiológico.

Es mejor no acostumbrarse
a los errores,
a no darlos por hecho
como una sorpresa
desagradable,
a hacerse cargo de los perdones
y a buscar la mirada oportuna
que se merecen.
Verte y verse
son dos palabras
que deberíamos abrazar
constantemente.
Humildes y presentes
como dos medios
para un mismo fin.
Justificar de manera responsable
la pedagogía de la mirada,
es un obviedad
que necesita ser ensayada,
llevada a cabo con una ejecución
exquisita, envidiable, admirable
y a la altura de lo que les corresponde.

Eso marcará 
de manera ineludible
cómo mirarán ell@s
en el futuro,
con el mismo proceso
de aciertos y equivocaciones,
pero con una base
que nosotras nunca tuvimos.
Es de lo poquito 
que podemos regalarles
sin dinero de por medio;
un arma que no se acciona
con gatillo,
que no escupe balas sin sentido,
con el peso de lo abstracto
y el impacto sin atajos.

Verte a ti misma a través de mis ojos
son tantas preguntas
que no todas podrán
ser contestadas,
pero estaremos toda la vida
estudiándolas,
buscando nuevas formas
de operar
para llegar al mismo resultado.
En eso se resume
esta trilogía:
con suerte, en haber sido mirad@s,
en querer y saber mirar
y en asumir que serán
ell@s quiénes interpreten
como han sido mirad@s
y cómo quieren mirar.
Pero la semilla ya la has puesto.

_Si tiene que ser por orden, a Faty, Javi y Regi, pero si obviamos el orden, a todas ellas por igual_






miércoles, 20 de abril de 2022

Verte a ti misma a través de mis ojos. Parte III

Cuando conseguimos articular
todo lo anterior,
con sus logros y sus derrotas,
pero con la calma de haber
aprendido a mirar,
estaremos listas
para desencajarnos
de nuestra piel y huesos
y vernos como
andábamos tiempo
queriéndonos ver.
Yo lo descubrí
a partir de mirar
a mis hij@s.

En mi caso
reconocí partes
que había dejado de lado;
también descubrí
otras nuevas que no sabía
que existían;
y por último
deseché otras tantas
que me sobraban.
Nunca despejaremos
todas las incógnitas
que posibiliten la ausencia
de incertidumbre,
ese no es el objetivo,
pero tendremos las herramientas
suficientes
como para seguir intentándolo,
que es de lo que se trata,
de no cesar en la lucha.

Reconocerse por fin
a una misma
tranquila,
satisfecha,
apetente de seguir
hacia adelante;
a través de todos
los ojos posibles,
con todos sus prismas,
con todos sus colores.
El enfoque y la perspectiva
de una salud mental
cuidada, fuerte,
preparada para ser atendida.

Nos desglosamos
a partir de mirar
a nuestr@s hij@s
para entender 
todo lo bueno y lo malo
que propiciamos,
todo lo que hemos alcanzado
y todo lo que nos queda pendiente,
que no será poco.
Los parecidos razonables,
la carga genética,
las apropiaciones culturales
y los factores externos.
Se aliña y se remueve,
según el momento,
con más o menos fuerza
disponible,
buscando nuevos sabores
y el placer de lo fisiológico.

Es mejor no acostumbrarse
a los errores,
a no darlos por hecho
como una sorpresa
desagradable,
a hacerse cargo de los perdones
y a buscar la mirada oportuna
que se merecen.
Verte y verse
son dos palabras
que deberíamos abrazar
constantemente.
Humildes y presentes
como dos medios
para un mismo fin.
Justificar de manera responsable
la pedagogía de la mirada,
es un obviedad
que necesita ser ensayada,
llevada a cabo con una ejecución
exquisita, envidiable, admirable
y a la altura de lo que les corresponde.

Eso marcará 
de manera ineludible
cómo mirarán ell@s
en el futuro,
con el mismo proceso
de aciertos y equivocaciones,
pero con una base
que nosotras nunca tuvimos.
Es de lo poquito 
que podemos regalarles
sin dinero de por medio;
un arma que no se acciona
con gatillo,
que no escupe balas sin sentido,
con el peso de lo abstracto
y el impacto sin atajos.

Verte a ti misma a través de mis ojos
son tantas preguntas
que no todas podrán
ser contestadas,
pero estaremos toda la vida
estudiándolas,
buscando nuevas formas
de operar
para llegar al mismo resultado.
En eso se resume
esta trilogía:
con suerte, en haber sido mirad@s,
en querer y saber mirar
y en asumir que serán
ell@s quiénes interpreten
como han sido mirad@s
y cómo quieren mirar.
Pero la semilla ya la has puesto.

_A Regi_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXIII

A esta vida no hemos venido a mirar. Parte II

Si y no.
Cuando crees que
ya lo has visto casi todo,
no es lo mismo
que la actitud
de seguir mirando.
Porque si somos,
es precisamente
porque alguien
nos ha mirado
y porque le hemos
devuelto la mirada.

Podemos decir
que mirar
es el paso previo
a la acción,
o incluso
que es la pre-acción
que asienta las bases
de la necesidad
que sentimos de hacer.
Por eso pronto
comprendemos
que ambas cuestiones
están íntimamente relacionadas
y que una cosa
no puede suceder sin la otra.

Sin embargo,
creo saber a qué se refiere.
Al hecho de tomar partido
y adquirir la responsabilidad
que nos exigen los acontecimientos.
A la de dar un paso,
da igual que sea
el primero o el último
y ser parte del proceso,
ser un motivo más
para el cambio.
Al de aventurarse
con todas sus implicaciones,
riesgos y certezas incluidas.
A dejar de lado el azar
y sumar puntos
en las probabilidades.
A ser un dato estadístico
y no quedarte fuera
de la gráfica.
Al de formar parte
de la solidaridad
que se esperan
de las comunidades.

No sé si hemos venido
a mirar o a otras cosas;
o si por el contrario
a todo a la vez
o a nada al mismo tiempo.
Pero cada un@ 
con su mecanismo
para poder llegar
a los mismos sitios.
Hablábamos antes
de cuando no me reconozco.
Ahora lo hacemos
del deseo candescente
de encontrarnos.

A esta vida no hemos venido a mirar
es una afirmación ética,
casi filosófica,
pero solo desde el enfoque adulto.
Que se lo digan si no a toda 
la infancia,
y a tod@s l@s que se mueven
por impulsos, casi primitivos,
llenos de instinto
sin estructura.
Insisto en creer saber
a qué te refieres:
al cántico de
No nos mires, únete;
al de no volverte
a desangrar
por quedarte callad@;
al de que ninguna mala acción
quede sin respuesta;
a que siempre haya
acuse de recibo
y por tanto acopio de la situación;
a los ensayos de causa-consecuencia.

Si es así,
estoy de acuerdo contigo,
y aunque no lo estuviera,
te honra acoger
mi punto de vista,
porque se trata de eso ¿no?
de mirar y que te miren
de formas diversas
para luego dar
los siguientes pasos,
para coger las riendas de tu vida,
para que no sientas
cómo te oprime el pecho,
o cómo te inunda la vergüenza,
o cómo te paraliza el miedo.

Estamos a punto
de conseguirlo.
Mírame cómo te miro
para que entiendas
todo lo que quiero decirte,
todos mis significados,
y luego,
si estamos preparadas,
salgamos juntas a la calle
a gritarlo a los cuatro vientos.



_A Javi_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXII

Ser una desconocida para ti misma. Parte I

Estamos en el Antropoceno,
la era donde más
psicología se necesita.

Todas las veces
que no me he reconocido
al mirarme al espejo;
un espejo entendido
como todas las personas
que me rodean
y no sentir de ello
algo favorable;
el autorechazo
de lo que somos
frente a lo que
nos hubiera gustado
haber sido.
Esto nos pasa,
y nos pasará varias veces
en la vida.

En busca del equilibrio
constante entre los sueños,
las expectativas, los deseos
y lo que tengo,
lo que he conseguido,
lo que he construido,
acompañado siempre
de una sensación de derrota,
de ser insuficiente
por infinidad de motivos,
de decepciones
que ahogan los aciertos
aunque estos últimos
hayan sido muchos,
porque el peso de lo
que indetificamos
como malo,
casi siemre pesa más
que las veces
que nos hemos sentido
satisfechas.

Estamos en nuestro derecho,
faltaría más.
El riesgo está en cuánto tiempo
pasamos en esa fase
en la que no me encuentro,
en la que no me reconozco,
en la que cada vez
me distancio más y más
de todo lo que me gustaría
conocer y controlar
de mí misma.
Escrito en femenino
por referirme al sustantivo
de persona.
Pero escrito en femenino
también,
por referirme a la mujer,
al hecho de ser mujer
y por ello tenerlo más difícil.

Ser una desconocida para ti misma
es una lucha incesante
entre tus prioridades
y las exigencias externas,
un choque de contradicciones
que no te dejan dormir tranquila,
un anhelo de adolescencia
que vuelve convertido
en tu peor pesadilla.
Pero del conflicto
se posibilitan cambios,
y esas son las oportunidades
para las que tenemos que estar listas.

Sin dramas,
estos tránsitos 
que hacemos de un lugar a otro,
son pasajes de nuestra vivencia
que deben de ser atendidos
con el suficiente cuidado y mimo
para ser justas con nosotras mismas,
porque aunque a veces 
creamos que no,
nos merecemos ser
quienes queramos ser.

No estás sola en este mundo,
pero te damos el tiempo
que necesites.
Date el permiso
de explorar, descubrir
y conocer aquella
que quieras ser, te esperamos.


_A Faty_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XXI

martes, 19 de abril de 2022

Café para un@

Cada una se toma
el café como le sale
del coño,
y si es inclusivo mejor,
no como en algunos sitios
con proclamas
de café con leche para todos.
La bromita del café solo
o acompañado
ya está muy desgastada.
Aunque estés sola
en la barra del bar,
siempre estarás
acompañada por tus pensamientos.
Lo que no es ninguna tontería
es tomarse el café
cada vez con menos azúcar,
ya tenemos suficiente veneno.

Un cortado de toda
la puta vida
es un café solo
con un chorrillo de leche,
pero un chorrillo escaso
y siempre en taza pequeña.
Una café americano
no tiene nada de belicista,
de hecho se rebaja
tanto con agua
que te sabría
a descafeinado.
Los cafés (cafeses está mal dicho,
pero en realidad
dilo como te salga del coño)
con leche
a mí me dan un poco de vergüenza,
pero entiendo la equidistancia
que a todas alguna vez
nos llega
ya sea con leche entera
o de soja.
El café expreso,
austero e intenso,
con textura y aroma,
tiene que ser bien tirado
o el uno y pico que vale
te sabrá a madera mojada
con restos de cenizas.
Y el resto de cafeses,
perdón, cafés,
que nos queramos inventar,
serán tan legítimos
como los anteriormente descritos,
porque eso es la convivencia
entre la diversidad,
eso es el enriquecimiento mutuo
y no precisamente
de cosas materiales,
esa es la autodefensa
de las comunidades.

Se educad@
con el camarer@,
utiliza las palabras
por favor y gracias
y nunca la expresión
"anda ponme",
combate al del palillo en la boca
y pídete el café
que te salga del coño,
si, del coño,
aunque tengas pene,
porque las cosas 
ya han empezado a cambiar,
aunque no lo parezca,
pero son imparables,
ya es irreversible,
saborea ese café
como te venga en gana
y recuerda que no es
un producto español,
al menos en origen,
así que lávate la boca
y el racismo si lo tomas.

El café es un arte,
es encuentro,
es compartir
con quien lo tomas,
puntos en común
que nos unan
un poquito más
en esta lucha
que si bien es dura,
más es justa.

_A Hakam_

Nota de autor: Un texto de cuyo título no puedo apropiarme XX

lunes, 18 de abril de 2022

Nos vemos a partir de las 17.00 menos los martes

Me separo de ti
como me separé 
de tu hermano
en su día.
Y como en su día
te quedas
con la mejor
de las compañías.
Una mamá resorte
que te servirá para todo
y que tendrá sus momentos,
buenos y menos buenos,
y estará en su derecho,
pero vuestro es el privilegio.

Me voy con pena,
triste y disgustado,
pero con el conocimiento
de haberlo pasado antes
(espero que ayude).
Pensaré en ti
y en tus costillas,
en tu boca
con forma de chupete
y en cómo encajas
en toda la estructura
de tu madre.
Miraré el reloj varias veces, 
revisaré el móvil
por si las moscas
y maldeciré el curro
en mis ratos de descanso.

Porque una vez
que eres padre o madre,
la culpa es de las más infieles
de tus compañeras
y casi nada consuela
hasta que abres
la cerradura
de la puerta de casa.
Trabajo,
ganar dinero
y demás obligaciones
que te alejan
de lo que realmente
te pide el cuerpo,
y no solo eso,
sino que su cuerpo
es el que más sufre 
por la ausencia
de sus referencias.
Pero así está
montando el tinglado.
Más derechos,
todos los que se puedan
es lo que exigimos,
sobre todo aquellas
que nos metemos 
de lleno en la crianza.
A mi padre a lo mejor
le dio igual tener
solo dos días
de permiso
con mi nacimiento,
pero a mi no me la suda,
yo quiero más y más,
todo lo que me acerque
y me integre al
acompañamiento
de mis hij@s.

Sé que el drama
se suavizará
con el tiempo,
ya lo he experimentado,
pero no deja de ser
una mierda ausentarte
para dar cobijo
a otras cosas
que hace mucho
que no son tu prioridad.
Esto no quiere decir
que vaya a hacer 
mal mi trabajo,
todo lo contrario,
precisamente
por sentir en mis propias carnes
las consecuencias,
intentaré compensar,
lo mejor que sepa,
lo que les falta
al resto de niños y niñas.

Me gustaría no perderme
ni un solo quejido,
ni una sola mueca nueva,
ningún cambio de color
en sus cacas,
sus distintos tipos de llantos,
su cambio de peso
cada día que pasa,
su carita dormida 
a media mañana,
sus vigilias a deshora,
su nueva mancha,
sus descubrimientos,
sus conquistas,
sus primeras enfermedades.

Por eso desde hace más
de tres años
apuro la puntualidad,
nunca llego tarde
pero tampoco media hora antes.
Tampoco me voy antes
de mi trabajo,
pero por lo general
tampoco regalo
ni un solo minuto.
Porque te debes
a quien te debes,
y eso no lo va a cambiar
nada ni nadie
pese a las decepciones,
los enfados
y las justificaciones.

Claro que todo pasa
y que volveremos
a dormir de corrido
y que iremos
a nuevos conciertos
y que habrá
más y mejor tiempo
para l@s amig@s,
pero ahora estamos
en lo que estamos.
Os seguiré pensando
dentro mis posibilidades,
pero los cuidados,
la crianza y la presencia
tienen su preferencia.

Así que tendré
que volver a escribirte
desde trenes y autobuses.
Tendré que recopilar
en papel
lo que en casa
hacía con mis
propias manos.
Habrá que jugar con los deseos
a través de la imaginación
y el relato
para poder publicarlo
al día siguiente.
Ojalá que estos cachitos
de mapa desordenados
te ayuden en un futuro
a entender cómo nos sentíamos,
como lo intentábamos.

Te prometo unas tardes
de ensueño,
de amortización
de las mañanas perdidas,
de colectividad con tu hermano,
tu madre, tus animales
y tu padre.
Te prometo exprimir
la naranja
y construir nuevos parques,
de ponerte el sol en bandeja
y de baños con jarra 
de agua templada
cayendo sobre tu barriga.
Te prometo cogerte en brazos
(más que nunca),
de tirarme al suelo a tu lado,
de mirarte incesante cuando mamas
esperando mi turno
para que cagues.
Te prometo hacerlo
lo mejor que pueda,
de intentarlo hasta el
desfallecimiento,
de recomponer todos mis cachos
que durante la jornada
se han ido deshaciendo.

Prometo hacerlo menos los martes,
cuando llegaré tan tarde
que no me quedará tiempo
para el sosiego
y la armónica que te debo.
Incluso así,
te iré dejando retales
para que poco a poco
los cosas con aguja e hilo,
aunque la aguja pinche,
aunque el hilo se rompa.
Y lo haré colmado,
tranquilo de saberte
con tu madre,
la única lideresa y estrella
que guía mi ausencia
y tu conciencia.

domingo, 10 de abril de 2022

El día de la granja

Pasó que un día
se fue de excursión
a la granja con el cole,
con sus amigos y amigas,
remarca siempre.
La maestra les preparó
y estuvieron dos semanas
aplacándose los nervios
mientras tachaban en colectivo
los días en el calendario.
¿Hoy vamos a la granja?
preguntaba todos los días
al despertarse.

Llegó el esperado viernes,
con un cielo despejado
y un frío raso y polar.
Se levantó nervioso
y con un actitud atemorizada
dijo que no quería
ir a la granja.
Los momentos previos
de un acontecimiento significativo
siempre te hacen dudar;
recordé la sensación
de cuando me enfrenté
a la selectividad.
Superado el vértigo,
toda la familia nos preparamos
y fuimos juntas
a despedirle.

Besos por doquier
y sobre estimulado
se despidió contento
y sin mirar atrás.
Su mamá, su papá
y su hermana porteada
y en pijama
fuimos a por unos cafés
take awey
para despedirle
cuando subiera
al autocar.
Mamá había apostado
que el autocar sería negro,
Enzo que sería amarillo
y papá que sería azul.
Todas perdimos la apuesta
ya que el autocar era morado.

Nos juntamos con
otras mamás
que estuvieron disponibles
y comprometidas
con la despedida
de sus hij@s,
solo mujeres,
en la puerta verde del cole.
De esto quería escribir.
De la conciliación
y sus implicaciones.
De sentir que es un 
privilegio llevar
y recoger a tu hijo del cole,
sin prisas
que aceleren el paso
o el momento de la despedida,
sin ese estrés laboral
que no te permite
estar al cien por cien
para con tus cachorr@s.

Es curioso como
cuando buscamos un Centro
para nuestr@s hij@s,
de las primeras cosas
en que nos fijamos
es en si cubren
nuestras jornada laboral.
Y no solo eso,
sino que además
respiramos aliviadas
si existe horario ampliado
de mañana y tarde.
Flaco favor
el que nos hacemos
beneficiando a nuestras
propias empresas
cuando deberían de ser estas
las que facilitasen
la conciliación.
Un sistema en tendencia
privatizadora,
de fachadas con carteles
bilingües y una oferta
de extraescolares sin fondo
ni contenido
que utilizan sus centros educativos
como herramientas y medios de
de conciliación.
Cuando debería
ser justo al contrario,
que las empresas fuesen
las que apostasen
por sus trabajadoras
facilitándoles
la conciliación familiar.

Estamos equivocadas
por mucho que no queramos verlo.
Y seguimos votando mal
y sin respeto a la infancia.
Y continuamos justificando
el neoliberalismo empresarial,
su ánimo de lucro
y su coste humano,
abandonando a los niños y niñas
a una suerte de acompañamiento
con falta de recursos y de formación.
Pero como nos habilitan un espacio
de 07.00 a 18.00,
nos vale.

Durante mes y medio
he podido llevar
y recoger a mi hijo
del cole.
Y hemos pactado 
no dejarle al comedor
algunos días.
Incluso nos hemos
saltado las clases
por unos motivos
u otros.
Y ha sido feliz.
Iba contento, cantando, corriendo,
charlando, saltando, volando.
Iba tranquilo, colmado, seguro.
El bienestar que ha reinado
nuestros días.
Y no me arrepiento
ni me arrepentiré jamás,
y si puedo repetir,
lo haré.
Y si puedo boicotear
el sistema, lo haré
sin perjuicios morales.
Y si tengo que hablarte
con dureza
y decirte que no 
te reiré las gracias,
lo haré expeditivamente
para no blanquear
tu mediocridad.

A las 09.35 vimos salir
al grupo de la clase de Enzo,
en fila de dos,
dadas las manos
y con caras ilusionadas.
Él iba el último
con su abrigo naranja
desabrochado,
es una de las últimas luchas
que tenemos con él,
y ahora que lo pienso,
yo he ido toda la puta vida
en manga corta.
Nos miró orgulloso
como quien recibe
un título más que merecido
y gritaba nuestros nombres
como si se estuviera
despidiendo para siempre.
Sintió lo que yo nunca
pude sentir.
En un día súper significativo
para él,
allí estaba su familia
al completo despidiéndole
en aquella aventura.
Mis pamadres nunca
lo hicieron
por su horario comercial,
ni siquiera estuvieron
en las fiestas de fin de curso.

De esto quería escribir,
de la importancia que tiene
y de la suerte que tuve
de estar
en unos de los días
más importantes
para mi hijo;
como dije antes,
dan igual los motivos,
lo determinante es estar.
Y no siempre podremos.
De hecho, generalmente,
casi nunca podremos.
Y eso se lo debemos
al sistema y a nuestras empresas.
Así que basta ya de aplaudirlas
como si fueran
una de las patas de nuestra vida,
yo, si pudiera,
y esta es sólo mi opinión,
y mi opción,
no trabajaba
para buscar el desarrollo
como persona,
sino que me desarrollaría
acompañando a mis hij@s
unilateralmente,
al menos en sus
primero años de existencia.

Salió el autocar del cole
y su madre a un lado 
y yo al otro
teníamos un 50%
de posibilidades
de verle
en un pasillo o al otro.
Le descubrí
en el lado izquierdo,
en el único lado bueno de la historia,
con una sonrisa tan grande
como el ventanal con reflejo
que apenas nos dejó
intuirle,
y con la mano levantada
diciéndonos
hasta luego,
porque más tarde,
volveríamos a recogerle,
todas, juntas,
a su vuelta del día de la granja.

martes, 5 de abril de 2022

"El Notas"

Un Nissan Note del 2008,
"El Notas"
le llamamos cariñosamente.
Qué buenos ratos
y qué lugares tan fantásticos
nos ha descubierto.
No ha sido
el primer coche
que ha tenido,
pero si el que más lejos
nos ha llevado.
Sin quejarse ni estropearse,
como esa relación idílica
que por temporadas se busca.

Primero a solas,
si acaso la perra,
luego una silla
y en las últimas semanas
otra silla.
Esas hemos sido sus ocupantes.
Desde Estremera
a Faro de Cabos,
pasando por Alboraya
e Isla Cristina.
Pero para ser justas
su brújula
siempre ha marcado
El Norte,
las mismas siglas
que su nombre.

Nunca durmió en garage
y siempre estuvo expuesto
a las palomas,
al sol infernal del verano
y a la lluvia en decadencia
del invierno.
Desde la ventana de casa
solíamos verle inmóvil,
dispuesto,
con las pegatinas y señas
que le habíamos puesto.
En su maletero
nos cabe toda La Mariana.

En su interior
nos hemos aprendido
discos enteros,
hemos fumado
como si fuese un cenicero 
y nos hemos reído
como si fuera un espectáculo.
Lo único que nunca
hemos hecho
ha sido follar,
ni mentirnos,
ni llegar tarde
a ningún sitio.

Ahora le pasamos
el testigo
a un coche más grande,
con más espacio
para que el miedo
no oprima,
con más posibilidades
para que podamos 
seguir viajando lejos y bonito:
La Marianeta.
Pero con la memoria
de haber pasado 
10 años contigo
y 1000 historias
que rememorar.


Este texto homenaje
no es a un coche,
sino a un medio,
a una herramienta
con la que hemos crecido
y hemos sido felices
cada vez que le
echábamos diésel
y podíamos seguir avanzando
700 kilómetros más.
En cada balada
quedó reflejada
todos los kilómetros
que hicimos
tanto de ida
como de vuelta.

sábado, 2 de abril de 2022

17 tacos

Yo tenía diecisiete
y tú,
dieciocho recién cumplidos.
Ese fue el primer hecho
objetivo y auténtico
del comienzo de nuestra historia.
Te lo repetí
trece años después
en el día de nuestra boda
conmemorando
la muerte del Papa,
Los héroes del sábado
y El secreto de Neruda

Así que hoy
cumplimos los años
que yo tenía
cuando cambió mi mundo.
Un mundo que luchaba
a muerte por salir
de la adolescencia
y de todo lo que 
me causaba rechazo.
No me canso de repetir
que somos más antiguas
que casi todas las cosas
y personas que conozco.
Me enorgullece
coleccionar años y fechas
sin intenciones especulativas,
sino por la revaloración
espontánea de nuestro amor
y nuestras conquistas,
también de nuestras derrotas,
sin ellas no hubiéramos
llegado hasta aquí.

Ha sido gracias a 
las maneras y formas
en que nos hemos comunicado,
las nuestras,
instransferibles e inequívocas
como las de cualquier
otra pareja,
pero con nuestro 
código y nuestra ética.
Precisamente el otro día
me recordaba
cómo nos cogíamos
las manos e imprimía
una secuencia de fuerza
a modo de lenguaje oculto.

También somos
nuestros errores
y nuestros secretos.
Todo el mundo
se construye
en base a ellos.
La única diferencia
es reconocerse en ellos
o darles de lado con prepotencia.
No somos mejores,
pero sí que marcamos
la diferencia
en situaciones especiales
para llegar a lugares más amables.
No es egoísmo,
es un ejercicio desde la humildad
que nos gusta compartir
con nuestros círculos.
Porque estamos rodeadas
de ellos y de ellas
sin la obligación de 
levantar las manos y dar la espalda
para ser cacheadas.
Tampoco es falsa modestia,
no gastamos ese calzado
postureta por fuera
y desgastado por dentro.

Estamos hechas
de café y patatas fritas.
De las cosas que nos gustan
y de las que nos dan miedo.
Porque el temor
es justo y necesario,
pero si le confrontamos juntas,
se convierte en palabras
de las que nos nutrimos
con sus nuevos significados.
Así hemos crecido siempre
y así seguimos creciendo.
Un plan premeditado.
Una decisión deliberada.
Un pacto de consensos.

A partir de ahora
cumpliré años
sabiendo que hasta 
que me muera,
siempre la mitad de mi vida
habrá sido con ella,
y si no, echad las cuentas.
Diecisiete más diecisiete
dan los treinta y cuatro
años que tengo.
Cómo me gustan
los números y las fechas
a pesar de que
siempre fui de letras,
o eso se suele decir,
pero en realidad
siempre me esforcé
en conjugar los dígitos
con las palabras,
lo avala este blog
en el que llevo tantos años
depositando mis sueños.

Diecisiete tacos
tenían mis botas de fútbol
o diecisiete pares de zapatos
de tacón guardaba su armario.
Ahora ya no gastamos
ni una cosa ni la otra.
Los diecisiete ya no volverán
hasta que nuestr@s hij@s
lleguen a esa edad
con el deseo
de que encuentren ese amor
que sintieron sus pamadres
por otras personas,
cosas o ideas,
incluso por alguna palabra.

_A nuestros diecisiete años_