a la lectura del gas;
ni a la lectura
de la redacción
que te mandan
en el insti;
y mucho menos
a la lectura del sermón
del cura.
Me refiero a hacer
una buena lectura
de la situación,
de las situaciones.
Y para eso
hay que tener estructura,
guión y estrategias.
No todo el mundo puede,
no todo el mundo sabe.
También hay parte
del mundo que no quiere.
Pues que esa parte
no cuente conmigo.
Leer los hechos,
las sensaciones,
las posibilidades,
las oportunidades.
Sacar el máximo
rendimiento
de los recursos
con los que cuentas,
ya sean materiales,
humanos o ideológicos.
No da lo mismo
cómo hacerlo,
es justo lo contrario,
es el momento preciso
de intentar anudar
todos los cabos.
Y digo intentar
porque ni aun
teniéndolo claro,
existe la certeza
de no equivocarte.
Pero lo has intentado,
te has esforzado,
y cada vez
que lo vuelvas
a intentar,
habrá algo nuevo
que aportar
y aspectos ya consolidados.
Hacer una buen lectura
de la situación,
de la situaciones,
es una de las máximas
expresiones de la empatía.
Es poder contar
y dejar que te cuenten
con el sagrado respeto
como eje vertebrador.
Aquí es donde me encuentro.
En este punto.
Con un papel trascendental.
Con unas funciones
muy concretas.
Y con líneas rojas,
faltaría más.
Así que ya sabes,
si quieres arrimar el hombro,
buena cara,
transparencia
y humildad,
porque por una vez,
tenemos que dejar
de ser las protagonistas
para poner en el centro
a lo verdaderamente importante.
Si no estás de acuerdo,
conoces el camino de vuelta.
Y no mires atrás,
no encontrarás consuelo
en mi refugio.
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