Me planteo
para quiénes
se hicieron los sueños.
Si vamos a naturalizar
los miedos y las fantasías
en el mundo inconsciente,
yo prefiero las hostias
de carne y hueso
con su fuerza impresa
y el dolor de verdad.
Que te abandonen
es la máxima expresión
de la soledad.
Que te rompan
en mil añicos
no duele tanto
como desmontar
las ideas preconcebidas.
Me he vuelto a encontrar
con la derrota,
con el malo sentimiento
de la decepción,
con el disgusto candescente
de todo lo que te
sabe metálico.
Menos mal que siempre
me acabo despertando.
Por eso prefiero
el insomnio.
Soy más feliz
con los ojos abiertos
y la razón de las cosas
que con una imaginación
que se explaya
a su antojo,
sin pedir permiso
y llevándoselo
todo por delante.
No sé quién le puso
significado y significantes
a los sueños,
pero yo no quiero
vivir atrapado
en un mundo paralelo,
buscando respuestas
sin mirar a la cara.
Quiero vivir despierto
y hacerlo con la intensidad
que todo el mundo espera
de mi persona.
Y equivocarme
con todas sus letras
para también poder
tener la oportunidad
de cambiarlo todo.
En el sueño
y en lo sueños
sólo soy una hoja
llevada por el viento.
Escojo ser el viento
para decidir
mi dirección
y el grado con el
que puedo ejercerlo.
Antes me gustaba decir que
"nos vemos en los sueños",
ahora tengo claro que
prefiero la razón y los hechos,
porque si quiero verte,
podemos decidir
el sitio y la hora
sin temor a equivocarnos.
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