en una sala de espera.
Del mismo modo
que lo tuvo
su hermano
hace tres años,
RZ043,
mamá y papá fuimos
a tu encuentro.
Somos organismos
llenos de números,
letras, agua e ideas.
Veinte semanas
un tanto confusas
para confirmar
tu nombre
o buscar uno nuevo.
Veinte semanas
para cerciorarnos
de tu sexo.
Hoy en día,
tendrás la semilibertad
de escoger tu género
cuando estés preparada,
o preparado,
o como quieras denominarte.
Te vimos sin entender nada,
sin atender a los tecnicismos
de un profesional
equidistante.
Habíamos ido
para saborearte
la silueta,
para olerte
en blanco y negro,
para saludarte
y proporcionarte
un nombre.
Nos despojamos
de la emoción contenida
al saber que estabas bien.
Que te encontrabas jugando
en el parque temático
que te había preparado mamá.
Te imaginé mil veces
queriéndote la cara
y contándote los dedos.
Haciendo de mi cuerpo
una extensión del tuyo
para que me utilizases
a demanda.
Te pienso con
cada noche
que me robarás
el sueño
como un regalo
del tiempo.
Lo que vengo
a decirte
es,
que si tengo ganas,
son ganas de tí.
Te deseo como
deseo a tu hermano,
como amo
a tu madre;
te quiero
como me permito
querer a la gente
que me importa.
No tengo mayor
fortaleza que esa.
La de cuidar
a mis dioses,
la de cuidar
a mis diosas.
También te escribo
a tí
antes de que te
cuelgues de mi barba,
antes de que succiones
mi barbilla,
antes de que
me cojas el dedo
para ya,
no soltarlo nunca.
Prepárate hija mía
para venir
a un mundo
inhóspito
en el que ya somos
ejército
en el arte de la conquista.
_ A QV17_
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