me repetía la señora
cuando llamé al seguro
para informar
de las filtraciones.
Le extrañó
que fuese el inquilino
y no la casera
quién llamara,
comenzamos con mal pie.
Y después,
lo de siempre;
que si echar
balones fuera,
que si a ellos
no les corresponde,
que si no
me entero de nada...
Obviamente no, señora,
-le dije-
no me entero de nada
porque no sé
de estas cosas,
por eso le llamo.
Si hay alguna palabra
que implique
más prepotencia,
es la de 'obvio'.
Esa sensación
de estar por encima
sin ningún tipo
de empatía.
"¿Pero quién se cree ésta?"
Me cagué en dios
y en sus muertos
pá dentro
y así no caer en su trampa.
Me interrumpía
alegando que la escuchara,
porque claro,
era ella la que tenía
necesidades de informar,
no yo,
que la llamé
para pasar el rato.
La ironía
ni se justifica,
ni se explica,
se asume igual
que el que cuenta un chiste.
Así que la escuché
mientras mi estómago
ebullía con
efervescencia,
y cuando vi el hueco,
'se la metí sin calzador'
- Señora, lo que para usted
es obvio, para mí
es un terreno
que desconozco
en su totalidad.
Empezando
y terminando por ahí,
no hay malentendidos
que valgan,
ni servicios
precarios posibles.
- Dicúlpeme,
le informo
de todas sus opciones.
Reculó y ejerció
la humildad
y la profesionalidad
que había obviado
desde el principio
y resolvió,
amablemente,
todas mis dudas.
Nos despedimos
casi como si fuésemos
colegas,
dándonos
unas lecciones sin reproches.
Por tanto, si te acuerdas
de este texto,
cuando hables conmigo
no obvies nada
y si puedes,
no utilices la palabra,
excepto para/con/contra
los fachas.
OBVIO.
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