siete años
en una rampa
que nos iba a unir
de por vida.
Da igual que
las puertas de emergencia
estén cerradas,
quedamos en las
subidas y en las bajadas
para abrazarnos sin prisa,
cada una con sus tareas
y con la empatía
suficiente
como para no pisarnos
lo fregado.
Tiene esos desaires
de los lagos de los Ozark,
porque quién vive
en la capital del crimen,
aunque sea menudita,
tiene que ir con la cabeza bien alta
el gesto bien abierto.
Nadie te lo puso fácil
e incluso así,
levantaste un imperio
sin drogas ni artificios,
sin trampas ni delincuencia,
solo con amor y trabajo,
pesares y lamentos,
te reinventas
cómo el ave fénix
surgido de cenizas y polvo de hueso.
Esta es mi Pisha,
que lejos de todo
el sur ambulante,
coge aire y se impulsa
desde San Vicente de la Barquera,
Cantabria,
recogiendo todo el norte
en sus bolsillos
para traernos,
a la vuelta,
un poco de sus retales.
Y lo hace sin bata
ni uniformes,
con forro y leggins,
por eso de la lucha de clases.
De Vallekas
con K de merkadillo,
obrera y curranta,
madre, abuela, vecina y compañera,
si tuviera sindicato
te elegiría para que lo liderases.
Amiga, me representas,
con tu perro desde el sofá
y tu sándwich de pavo
a las seis de la mañana.
La enfermedad,
transversal a tu vida,
garrotazos, empujones y bofetones
para hacerte hueco,
el sitio que te mereces,
la placa en la plaza pública
que te homenajee.
No puedo ofrecerte
nada más íntimo y bonito
que este texto
a fuego lento sin regocijo.
Estoy listo y atento
para recoger las hojas contigo,
agacharme a retirar las sobras
y sacarle brillo a toda la infancia.
Si darte la mano
es volver a casa,
no me sueltes,
abramos cervezas,
hagamos siestas
y luchemos por la justicia
que lleva tu nombre.
Alcanzaremos la utopía
de las cooperativas
con la horizontalidad
de tus días
y la verticalidad de tus ovarios.
Si escribir es resistir,
seamos la resistencia
de los cárteles,
de todo lo corrupto,
de la antisolidaridad
del esquirol egoísta.
Si Ruth recibió un disparo en la cabeza,
yo me pondría mil veces delante
para que vivas en paz
de una vez por todas.
Vienes de demasiado lejos
como para darte la vuelta
a estas alturas.
Te sigo,
sé mi camino,
y cuando entres a nuestra clase,
apoya la espalda.
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