casi todas las noches
nos escribimos por WhatsApp
para decirnos cosas
como esta.
Porque nos queremos
y porque nos hacemos falta.
Del mismo modo
que a primera hora
nos preguntamos
e intentamos hacer
un resumen de cómo
nos ha ido finalmente,
cada cual con su formato,
una con un audio de 5 minutos,
otro con un par de frases concisas.
Eres mejor que un dios porque existes
es un piropo en toda regla,
pero al mismo tiempo
es una falta de respeto
para quienes creen.
Tenemos nuestros códigos
y sabemos cuándo y cómo
llevarlos a cabo.
Pareciera una competición
por ver quién ha pasado
peor noche,
pero en realidad
es una de las maneras
que tenemos de cuidarnos.
Y me hace sentir bien
porque nos cuidamos
lo suficiente
como para estar tranquilas.
La seguridad de tener
a alguien al otro lado.
Yo tengo esa suerte,
yo estoy cubierto ¿y tú?
En esto depositamos
grandes esfuerzos algunos
porque hace tiempo,
entendimos,
que los cuidados
nos mantienen con vida.
Quererse y cuidarse
es de lo más atrevido
y revolucionario
que puedes hacer
en tu día a día,
porque cuando te incluyes
en un mundo limitado
de sociedades mediocres
y comunidades vulnerables,
no son pocas las veces
que te sientes sola
ante el peligro.
Por eso,
ahora sí,
hago mis deberes diarios,
abriendo mi agenda
y materializando
mis tareas pendientes.
Es verdad que llegamos
hasta donde llegamos,
pero aquí la intención
sí que cuenta,
la voluntad de hacerlo
lo mejor que puedas,
el conocimiento de las demandas
para con el otro.
Resistimos a la deriva
sin rumbo fijo
precisamente porque
tenemos metas bien marcadas
y son esas
las que nos mantienen a flote
con un poco de agua potable
a la que poder acudir
cuando sientes que desfalleces.
Eres mejor que un dios porque existes
es eso,
el refugio de las cosas que posees
y las personas de las que
puedes rodearte.
El mundo material
no es más que un medio
que nos permite acercarnos
a aquellos abrazos que,
aunque te cuesten,
te dan la fuerza, el empuje y el coraje
que necesitas
para seguir cuidando
y cuidándote.
Mi amiga clandestina lo sabe,
pero prometí no nombrarla
por eso de no hacerlo
tan explicito
y poder jugar sin censura
con lo metafórico.
Ella lo entenderá todo,
y tú, puedes quedarte
con lo que más te guste.
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