me increpa una mujer
mientras leo
"Memorias fritas",
la autobiografía de
José Luis Cuerda
recientemente
fallecido
el 4 de Febrero
por una embolia.
Solo me podía pasar
leyéndole a él.
Una situación surrealista
en que una mujer
desconocida
se preocupa
por mi salud
ya que a su primo
le salió un glaucoma
(jamás imaginé
escribir esta palabra)
de forzar la vista.
La susodicha
iba al hospital
para hacerse
una analítica
con la esperanza
de obtener
buenos resultados
y que eso
le diese salud
a su familia
-que le hace falta-
me dijo.
Esa necesidad humana
de desahogarse
aunque sea
con extraños.
Por educación
le sonreí
y di alas
a la conversación,
pero he de reconocer
que me molestó
un poco
que me interrumpiese
la lectura.
Me despedí de ella
y la deseé suerte
acelerando el paso.
Cincuenta metros
más adelante
miré para atrás
y vi que me seguía
con la mirada.
Me vino de repente
un ánimo suspicaz
y aceleré más
el paso todavía.
Cuando constaté
que ya no me tenía
a la vista,
volví a abrir
el libro
con la sensación
de estar haciendo
algo malo,
hay que joderse.
Así empezó
aquel Miércoles
a las 6.30
de la mañana
cuando yo
no buscaba amigos
y pienso:
no es para tanto
y además
conseguí ser correcto
pero me dio
por culo.
Eso si,
me ha dado
para otro texto
sabiendo
que lo que me dure
este libro,
la vida
me puede ofrecer
diversas contingencias.
_A José Luis Cuerda,
fallecido casi
a los 73 años_
Para el resto
nos sigue
amaneciendo,
que no es poco.
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