miércoles, 31 de enero de 2024

Sayonara, enero.

Lo escribo en minúsculas
porque no quiero darle
ni un ápice de importancia.
Me contaba una buena amiga
que no solo estaba
saturada y desbordada,
sino que se sentía triste.
Y a mi me dio
una pena que casi me muero,
primero por no haber
estado disponible
y segundo
por la puta violencia
de un sistema
y una vida (en general)
poco amable con sus protagonistas.

A mí este enero
se me va a quedar marcado
y saco varios aprendizajes.
No es nada para morirse,
pero los que están tristes
tienen más riesgo
de morirse
(por suicidio).
No es el lema de 
primero yo luego l@s demás,
no os equivoquéis,
es el autocuidado
y la responsabilidad
para con tu comunidad
de estar y sentirse sano
y entero.

Es sentir como 
lógico y normal
que no estás todo el tiempo
arrastrando y forzando
por encima de tus posibilidades
porque si no
puedes fallarle
a mucha gente.
Es demasiada la presión,
sobre todo la que
nos autoexigimos
al pensar 
que el barco va a hundirse
si decidimos bajarnos
a la bodega a descansar un poco.

Pero lo mismo me refiero
al curro
que me refiero
a casa,
a las presiones y angustias familiares,
a nuestra falta de estrategias
y a nuestra a veces,
puta incompetencia.
Pues así estamos todas,
cada una con su movida
y quien quiera con la de todas.
Es imposible llegar a todo.
Es imposible llegar siempre.
Y si lo haces,
ten por seguro
que habrá consecuencias,
y no precisamente de las buenas.

Qué duro ya no solo
el escuchar al resto,
sino el intentar escucharse
a un@ mism@.
Siempre habrá dudas,
siempre habrá algún juicio
y siempre algo no saldrá
como habías pensado,
por eso los cubanos
te dirían:
"no es fácil, hermano".
El desánimo de la depresión
me aterroriza,
así, como idea general
y no porque yo mismo
me sientas de esa manera,
aunque tampoco he ido
a la psicóloga
para que me confirme 
o me desmienta.

Siento mucho la tristeza
que sientes y padeces
tú qué me estás leyendo
seas quien seas,
sea cual sea el motivo o
te merezcas lo que creas
que te merezcas.
Si me dejas, te doy la mano
y mandamos a este mes
de mierda a tomar por culo
y esperamos juntas
a los que vengan
por si hay que seguir
haciéndoles frente.

La batalla de la solidaridad
y el buen hacer
se lleva librando
miles de años
y este año
no iba a ser menos.
Ánimo amigas y compañeras.
Y quien quiera entender
que entienda,
esto solo es un puto BLOG
donde me desahogo,
hago y deshago a mi antojo
que para eso lo escribo
desde mi estómago.

domingo, 28 de enero de 2024

Regresamos. Parte II

No era mentira
la primera vez que lo dije,
pero teníamos mal las defensas
y apenas aguantamos unos días,
por lo que tuvimos
que replegar nuestras filas
y recogernos de nuevo
en el refugio de casa
a los brazos de nuestra familia.

Previsiblemente volvemos mañana
si la explosión del planeta
no lo evita.
Ya no descarto nada.
Pero prometí cuidarme
más y mejor
y no solo he cumplido
sino que lo voy a seguir haciendo.
Ya no sé si moqueo
por un leve resfriado
o por alergia,
o por las dos,
nada grave,
pero ya todo asusta
dadas las circunstancias.

Esto es como lo de avanzar,
tropezar y volver a levantarse.
Igualito.
Vamos, regresamos y volvemos,
pero con el compromiso 
del diagnóstico
y la voluntad de mejora.
Tirar la toalla
para hacer un parón
sí que es una opción legítima,
solo que a veces
puede dar vergüenza reconocerlo.

El caso es que
Regresamos parte II
es mi confirmación personal
de la necesidad imperiosa
de saber cuidarse
y dejarse cuidar.
Hoy en día,
en estas sociedades
con la salud mental tan perjudicada
y la posibilidad del suicidio
como cifras porcentuales
que desgraciadamente van en aumento,
necesitamos actitudes comunitarias
que nos aseguren
la supervivencia
las unas a las otras.

No es que enero
se transforme en una cuesta
con un desnivel casi inhumano,
es que el mes de enero
cuesta demasiado esfuerzo
que luego pasa factura
el resto de los meses del año.
El peso de la vivienda,
las dificultades para conciliar,
el sistema de salud pública
como trinchera
o la desafección política,
son algunos de los factores
que nos hacen enfermar.

De momento regresamos
aunque no sepamos
hasta cuándo.
Con todo y con ello
y pese a todas las adversidades,
el sacrificio pasa
por hacérselo más fácil y leve
a la infancia.
No debería sentirme protegida
en comparación 
con otros países u otros ejemplos,
en realidad, no es suficiente
y eso es una verdad 
como las que histórica
y supuestamente
salían de los templos.


viernes, 26 de enero de 2024

Lo que da de sí una semana

Bueno, casi dos.
Si bien no le deseo
una epidemia familiar a nadie,
he podido aprovechar 
más de una semana
con mi hijo en casa,
a solas,
que no es fácil,
regocijándonos a través
de las molestias oculares.

Nos ha dado tanto de sí,
que volveremos sin ser las mismas,
sino mejores.
Hemos barrido cada rincón
de la casa
encontrando juguetes
que creíamos perdidos.
Nos hemos sentado a dibujar
lo que más nos apetecía,
lo que por desgracia
no nos da tiempo
en condiciones normales.
Hemos hecho batallas de peluches,
construido varias bibliotecas
y hasta un cine.

Hemos desayunado hasta 
cuatro veces en una misma mañana
mientras veíamos Bluey;
hemos tendido toneladas
de ropa y luego 
nos hemos ido a buscar las pinzas
que se habían
precipitado desde el quinto;
también hemos realizado
la tarea del cole
porque a él le gusta,
o quizá sea porque
le han enseñado
que esa rutina es positiva.
No me meteré en esa jungla,
si a él le interesa,
pa'lante.

También hemos hecho experimentos
que en otros sitios 
estarían prohibidos;
hemos hecho caca
tantas veces
como desayunábamos;
nos hemos hecho 
fotos y vídeos,
algunos de ellos
históricos,
que van directamente
para la colección
de mis preferidos.
Hemos leído más
de lo que acostumbramos,
escrito también.

Hemos salido a hacer recados
y gestiones adultas
recorriendo cada boca calle
del barrio,
esas que se conoce
de memoria
y que ahora utiliza para desaparecer
en la distancia
porque se siente preparado.
No hemos visto a casi nadie,
ni falta que nos ha hecho.
Esperábamos a mamá
con la comida hecha
y luego a Gala por la tarde
con el espacio de juego a punto.

Hemos pijameado
como en la mejor 
de las vacaciones,
nos hemos duchado poco
y nos hemos inflado
a gotas con corticoides.
Hemos pintado una camiseta,
comprado libros
y alquilados otros.
Nos hemos dado
un paseo 
por el terrorífico centro
y hemos entrado en dos museos.
Hemos fregado a masalva
y decidido juntos
lo que íbamos a comer
al día siguiente.

Hemos generado mucha basura,
migas y pelotillas en el ombligo.
Hemos habitado parques
que no están acostumbrados
a ser habitados
por las mañanas,
nos hemos mojado
el calzoncillo más de la cuenta
y desde la ventana de casa
escuchábamos la canción
de entrada al cole,
por lo que nos acordábamos
de nuestros amigos, amigas y amigues.

Ha habido amenazas
de vueltas al cole
porque los momentos
intensos no te los quita nadie,
pero luego rectificaba
y le decía que una mierda,
que mejor juntos y en compañía.
Hemos viajado por el Cretácico
con los dinosaurios,
nos hemos marcado 
un Fast & Furious
(jamás creí que escribiría
esto en el BLOG)
con la moto de Gala
y hemos echado partidos
de fútbol
en un pasillo inexistente.

Hemos aprendido nuevas palabras:
él la de 'texto',
yo la de 'promontorio'.
Hemos madrugado
como siempre,
quiénes os creéis que somos,
y a las 20.00 estábamos roncando.
Hemos bailado y cantado
canciones del YouTube,
hemos hecho el bruto
y hemos negociado
como buenos diplomáticos.
Hemos comido mucho pan,
muchos gusanitos
y poca fruta,
¡Ayuso hija de fruta!

A los dos días
de cogerme la primera baja,
dejé de sentirme mal
por las consecuencias
que les acarreaba a las demás.
Si bien el diagnóstico,
el aislamiento
y el tratamiento eran correctos,
lo verdaderamente beneficioso
fue quedarme con mis hij@s en casa,
porque si alguien
me puede echar tanto de menos
son ell@s y nadie más.
Lo mismo me pasa a mí.

Así que eso que me llevo,
eso que nos llevamos,
de todo eso y más
dieron casi las dos semanas.
Volvemos a volver,
pero más fuertes,
mejores,
colmadas.

jueves, 25 de enero de 2024

Pareja idílica

No acostumbro a escribir
con soberbia
pero estoy lleno 
de contradicciones
y ser consecuente todo el rato
cuesta.

Llevo muchos años
descubriendo
como algunas parejas,
vistas de forma idílica
desde fuera,
o autodenominadas
como irrompibles
desde dentro,
se han desecho,
lo siento mucho.
Torres más altas han caído,
pero tú y yo
no estamos hechas
de altura ni rocas.

Vaya imbecilidad suprema
la de defender la posibilidad
de un acontecimiento
abogando por el:
no digas de este agua no beberé.
Ahora bien,
agua no,
pero emborracharnos de amor
nos vamos a emborrachar
un buen rato.
Por supuesto
que la vida te da sorpresas,
te hostia con batacazos y decepciones
e incluso te deja en fuera de juego
creyéndote el mejor atacante.
Pero nosotras no vivimos
en esos términos,
no son nuestras reglas.

Como digo,
de torres nada,
Noe y Edu.
Quien conoce a una
conoce a la otra,
no solo por los años,
sino por el compromiso
y la constante de incluirnos
en sendas vidas,
en todos sus círculos.
Somos de las reliquias 
más antiguas que conocéis 
y no es solo por el tiempos,
sino por la intensidad
de una adolescencia
pura y sin cortar.

Ejemplo de nada
y ejemplo para much@s,
comandamls el dia a día
con serenidad
y una fidelidad
más allá del amor.
Se trata de un pacto
nacido de la amistad,
la admiración sin héroes de barro
y el orgullo por la transparencia.
Seguramente tengamos
menos cosas en común
de las que pensáis,
pero forjar las diferencias
en diversidad
para enriquecernos
es lo que nos ha mantenido
perennes.

Efectivamente, cada cual
con sus fórmulas 
mientras el dolor
y el sufrimiento
no aparezcan para quedarse,
ni mejor ni peor,
Edu y Noe,
nuestros nombres,
lección aprendida
desde el bachillerato.
No somos ni seremos idílicas,
únicamente referentes
para quien nos quiera
y a quien queramos.

Sin delirios de grandeza
ni egos,
caminamos al trote,
situadas en paralelo
y dispuestas a coger las riendas
cuando la otra parte lo solicite,
porque para qué estamow
si no es para comensar
y complementar
lo que llevamos
toda la puta vida buscando.
Y lo hacemos sin gritar,
mirándote a los ojos de frente
para que no te quepa duda
lo que emerge 
de nuestros adentros.

No hay secreto,
somos Edu y Noe.

miércoles, 24 de enero de 2024

Sentido del humor

Cuando el otro día me quejé
de la fragilidad de mis sentidos,
me recordaron que el del humor
lo tenía intacto.
Para l@s que no me conocen,
no soy una persona graciosa,
más bien correcta, educada
y con un cálculo exquisito
para vislumbrar los límites.
Pero para l@s que me conocen,
quizá sí que han experimentado
conmigo esa risa necesaria
que tanto alivia.

El humor, la alegría, el desenfado,
la sonrisa, el bienestar
bien podrían ser objetivos
de vida.
Yo los ejerzo,
pero no se manera intrínseca,
sino de manera planificada
con quien me da la confianza
y la intimidad de mostrarme así.
Practico la ironía y el sarcasmo
con una temporalización
más bien corta,
no es mi estilo,
pero acepto casi todo
lo que vaya dirigido
hacia o contra mí.

Soy bromista, pícaro
e incluso fullero en ocasiones.
Todo lo que tenga que ver
con posibles carcajadas,
lo cuido y lo protejo
en uno de mis cajones favoritos.
Pero no todo me hace gracia,
y la clave está
en no ser partícipe
de una gracia discriminatoria
por compromiso o convención social.
Conmigo no cuentes
cuando los caminos
marginalizan o excluyen
sin código alguno,
la integridad de la otra parte.

Imagino que cada un@
me vera y sentirá
de una manera muy concreta
en este sentido,
pero si te quiero,
conocerás una parte de mí
que selecciono
con ojos clínico a la hora
de expresarla.
No hay mejor sentido del humor
que la risa incorrupta de la infancia,
contagiosa como pocas
y susceptibles de ser aprendidas
como ninguna.

En un planeta faltó de risas,
yo te prometo la mía.

martes, 23 de enero de 2024

Se sigue tocando el pelo. Parte II

Se sigue tocando el pelo,
ahora más largo e irreconocible,
como síntoma inequívoco
de que le está bajando el tono.
Cinco años
y sigue con un ritual
a modo de reflejo involuntario
que adquirió con apenas meses.
Como digo,
ya no hay cresta
ni restos de esa estética
que tanto le personalizó
los años anteriores.
Ahora el flequillo le cae
en cascada
y con ondas para taparle
con cierta intriga
el ojo izquierdo.

Los rizos de sus puntas
ya son solo un recuerdo
que le posicionan
en cómo fue
y en cómo es ahora.
Me gusta pensar
en su crecimiento y madurez
al mismo tiempo
que cada parte de
su cuerpo cambia.
Pero hay actitudes
que de momento
son las mismas,
como la de levantarse 
cuando todavía no ha salido
el sol
independientemente
del día que sea,
o la caída sutil de sus ojos
cuando va llegando
el atardecer.

Ese guiño especial
que le lleva acompañando
desde hace ya cinco años,
se dice pronto,
me sigue enterneciendo
tanto o más
como aquel reflejo de prensión
cuando ejercía
toda la fuerza de su mano
para atrapar alguno de mis dedos.
Él se incomoda
cuando le digo
que está cansado
al verle enredarse el pelo
con su mano izquierda,
y lleva razón
al molestarse
con esa frase
que solo infiere
que el momento de descansar
se adviene con presteza.

El hecho de que siga 
tocándose el pelo,
se ha convertido
en una acción histórica
que siempre le recordaremos
como algo intransferible
a su esencia.
No puedo parar de escribir
sobre el miedo inherente
que siento
a cuando decida
que ya no me necesita tanto,
pero este tipo de detalles
fortalecen la radiografía
que llevo haciéndole
desde que nació.

Te mereces una figura de cera
como digno homenaje
a las personajes ilustres
de mi vida,
porque más allá
del pelo que tengas,
siempre recurriraa a él
para contarnos sin palabras
lo que te sucede,
y esas señales,
solo las sabe ver un padre,
o una madre,
o una persona 
que acompaña adecuadamente,
desde la admiración
y el profundo respeto.

Ojalá pudieras olerte el pelo.

lunes, 22 de enero de 2024

No me queda ningún sentido intacto

En la treintena
y ya no me queda
ningun sentido intacto.
El otro día me reprocharon
que no voy al médico
cuando llevo más de un año
revisándome y descartando.
Claro que respuestas pocas,
sigo prácticamente
con las mismas dudas
y casi nada resuelto.

Tengo el tímpano reventado
aunque ya está cicatrizando.
Lo que se escucha en las ciudades,
debería de quedarse 
en las ciudades
y no trascender
a los árboles, los ríos o los pájaros.
Iré recuperando la audición
poco a poco,
principalmente
porque me gusta más
escuchar que hablar
y eso no lo va a cambiar nadie.

El olfato olvidado,
no me cansaré de repetir
que no sé cómo huele mi hija.
Es verdad que me ahorro
el edor de la podredumbre
y la corrupción,
pero también siempre digo,
que no he salido ganando,
ni en broma.
Dijeron que sí podía
ser del cerebro,
pero el cerebro
sí que lo tengo intacto.
La memoria también.

El gusto lo he perdido
a consecuencia
de haber olvidado el olfato.
El mensaje que me debería
llegar del cerebro
está claramente dañado,
es defectuoso,
lo que sí tengo
es el potenciador del sabor,
cada vez con menos sal
por eso de la tensión.

La vista vive imersa
en una neblina 
que ya le gustaría
a Unamuno,
ha sido el último sentido
en "verse" damnificado.
Puede que el enfoque
sea borroso,
peor la perspectiva
y la globalidad
las tengo,
y no pienso renunciar a ellas.

Y el tacto, ay el tacto.
Todavía puedo sentir
la propiedades de lo que toco,
pero acumuló demasiadas
cicatrices en mi piel
que me recuerdan
momentos no tan buenos
y momentos que ojalá
nunca hubieran pasado.
La sequedad, la hinchazón,
la irritación y la irascibilidad
de mi tacto,
me acompañan conscientemente
cada vez que toca
o que me tocan.
Eso sí, nunca lo haré
sin el debido consentimiento.

No me queda ningún sentido intacto.
Son las consecuencias
de una vida
que si bien es mejorable,
se nota que la estoy aprovechando.
El día que no sienta nada
me habré muerto
y ahí sí que sí,
ya no me quedara nada,
ni siquiera Dios.

sábado, 20 de enero de 2024

Los rituales importan

El cachorro mayor
le dice a su mamá
todas las noches:
Te quiero mucho,
te echaré de menos
en la otra habitación,
te quiero más que a nadie.
La pequeña cachorra:
Lanza besos por doquier,
se quita los calcetines,
apaga la luz, cierra la puerta
y se tumba boca abajo.
Los rituales importan.

Como e ritual de besos
que ejecuto cada mañana
al salir de casa
sin importar quien mire.
Desde su segundo año,
hemos co-elaborado
un conjunto de frases
que cierran nuestro día
de la mejor manera posible.
Según pasan los meses,
vamos añadiendo alguna nueva
y todo lo que nos importa
se va sellando con solemnidad
y repetición día tras día.

Cada cual elige
el qué y el cómo
para sentir
que es una decisión unilateral.
La otra parte
lo acepta sin condiciones
y con el orgullo
de haber sido tenido en cuenta.
Como digo,
cada cual selecciona sus rituales,
el caso es aprender a tenerlos
para que la fe,
más allá de lo sagrado,
nos haga creer en las personas
y las ideas que nos hacen
ser mejores.

El te quiero mucho,
es una realidad constante
desde que nació,
algo imprescindible
como el perdón y las gracias.
El te echaré de menos
en la otra habitación,
son las ganas de permanecer
siempre juntas,
incondicionalmente
y por encima de todas 
las cosas y sucesos
que hayan ocurrido ese día,
incluidas las equivocaciones.
El te quiero más que a nadie,
es una verdad absoluta
que le hace tan auténtico
como incorruptible.

Poco más que añadir.
Siempre estaremos a tiempo
de hacer historia
en los corazones del resto,
solo hay que poner una semilla,
ejercer todos los cuidados posibles
y mantenerte al lado.
El resto se hace y crece
por sí solo.

viernes, 19 de enero de 2024

Mientras hacemos cosas

Mientras hacemos cosas
junt@s,
y esta última palabra
es la más importante,
tengo que pensar en paralelo
en otro puñado de cosas.
Y además,
no se me debería notar mucho
para que se perciba
mi presencia
pura y honesta.

Pero las cábalas están ahí:
¿quién les recogerá
mañana del cole?,
tengo que conseguir
cita para el medico,
¿para cuántos días
queda cena?
o en qué momentos
nos podemos ahorrar
el giro de la rueda
que enciende la calefacción.

Como dicen en más iglesias
y como me gusta decir a mí,
es justo y necesario
poder hacerlo todo
al mismo tiempo
para ahorrarnos esperas, 
disgustos o sorpresas indeseables.
Por eso y porque
se nos va a poner
cara de pantalla
y voz de robot.

Mientras hacemos cosas
junt@s,
aprendo nuevas cosas de ell@s
o recuerdo ostras,
solo se trata de mirar
detenidamente.
Pero al mismo tiempo
fantaseo con quién
me gustaría ver mañana
o qué hora es la adecuada
para salir de casa.
Y está bien, no pasa nada.

Mientras hacemos cosas,
escribo este texto
sobre un papel
que hacía un montón
que no recurría
a lo artesano.
Y les atiendo,
y cumplo sus demandas,
y pongo algún que otro límite,
y se me va la voz,
y me paso por la cocina
para dar una calada,
faltaría más.

Mientras hacemos cosas
les pregunto otras
y me pregunto para dentro otras.
Doy todas las respuestas
que puedo
y cuando no las sé
lo reconozco y punto.
Me gusta mucho hacer cosas
junt@s
y cada vez intento
cuidar más esos momentos
dejando el móvil olvidado
y en silencio.
Suficientes distracciones
tenemos ya.

Además, 
mientras hacemos cosas 
y escribo este texto,
mi hijo interrumpe
si proyecto
y me interpela
con la pregunta:
+ ¿Qué estás haciendo papá?
- Escribir un texto.
+ ¿Qué es un texto?
- Es un conjunto de palabras
que confirman un escrito,
cómoi si fuera un cuento
o una historia
que sirven para cantar cosas.
+ Ahhh, vale ¿me lo puedes leer?
- Pues claro, hijo.

Luego le escribí
bien grande y en mayúsculas
la palabra TEXTO
para que la leyera
y le pregunté:
- ¿Quieres que se siga leyendo?
+ No, papá, te he dicho
que solo una cosa.

Así que aquí se acaba este texto.

_ Al primer texto que le leo
sin planificarlo a mi hijo
consciente de lo que le estoy leyendo_


jueves, 18 de enero de 2024

La fuerza del viento

Ni las ventanas cerradas
ni las persianas bajadas
a cal y canto
impiden que se muevan
las cortinas dentro de casa.
La imagen es preciosa,
pero la realidad
es que pagas un alquiler
por encima de tus posibilidades
para que la vivienda
no esté en condiciones
y reine la humedad y el moho
por los rincones.
Pobreza energética
y estafa inmobiliaria
lo llaman.

El choque de la persiana
con la ventana
pareciera el repicar
de unas campanas
de una iglesia desfasada.
El silbido chirriante
por el eco del callejón
me recuerda al del cazador
atrayendo a su presa.
El frio moral
que puedo sentir 
al pensar lo que hay ahí fuera,
me hace empatizar
con las personas que
transitan las calles,
sean cuales sean
sus causas y sus motivos.

Podríamos soñar
que la fuerza del viento
nos transporta a lugares deseados
como si fuéramos semillas
emigradas por los pájaros.
Ir enganchada con hilos
invisibles al aire
como marionetas
que son inducidas
con buenas voluntades 
El viento de noche aterra,
pero de día sigue siendo
igual de transparente.
La fuerza del viento
lo mismo da vida que la quita.

Despertares huracanados
por pesadillas
de las que intentamos 
salir airosas.
Todo se conecta en lo mismo,
en una preocupación metereológica
que hace que la llama
se desvanezca.
Pero si aprendemos a confluir,
en vez de desvanecerse,
la llama se avivará
con tal fuerza
que ni la montaña
más alta e inhóspita 
conseguiría dejarnos a oscuras.

miércoles, 17 de enero de 2024

He vuelto a caer

He vuelto a caer
porque ni siquiera
había conseguido levantarme.
La carga de todo
lo que arrastramos
pesa tanto
que las rodillas ceden
y las fuerzas no responden.
Nada grave,
pero tan relevante
como para practicar
un descanso obligado
con el que no me siento
muy cómodo.

Pero es lo que hay.
Hace una semana juré
y perjuré
que las recomendaciones
sanitarias se convertirían
en un mantra a partir de ahora
y por azar o por gafe,
ya ha llegado la primera.
Cuando es el propio sistema
el que nos enferma
y recluirse en casa
es insuficiente,
porque ahora las enfermedades
duran por encima
de nuestras posibilidades.

He vuelto a caer
con la sensación de estar
fallando a mucha gente,
pero no soy imprescindible
para nadie,
eso lo he aprendido a base
de que me explotase el tímpano.
Incluso así, 
no es plato de buen gusto,
para mí el primero,
sentir que no estás
incapacitado
pero darte el necesario descanso
del que hablé
en los anteriores textos.

El riesgo, los contagios,
las consecuencias
y las putas secuelas,
cada vez me quedan menos
sentidos intactos.
La preocupación, la memoria,
el miedo, el presente más inmediato
de los cuidados 
que ofreces y recibes.
Nunca fui buen enfermo,
pero quién lo es
no encontrándose
en condiciones.
No me comparo con nadie
ni equiparo ninguna
situación con otra,
cada cual lidia
con sus experiencias
cono quiere, puede y sabe.

He vuelto a caer
no es motivo de traición,
ni se rendición,
ni siquiera de evasión.
He vuelto a caer
es uno de los síntomas
de estas sociedades modernistas
del mérito y el sobre esfuerzo.
En mi caso he caído
por una conjuntivitis bacteriana
que lleva conviviendo demasiado 
tiempo en nuestra casa.
Cuando la luz que te da la vida
es la misma que no te permite
mantener los ojos abiertos.

Son rachas que etiquetamos
de malas y desagradable
cuando el análisis adecuado
es que son señales
que te están dando avisos
de relevancia.
Pero es tanta la presión social
que dejas que ejerza
sobre ti mismo, 
que fluyea
por la inercia de la cotidianidad 
hasta la explosión
de todo lo que te pedía
a gritos salir.

A cuidarse, que os cuiden
y a cuidar por encima
de todas las cosas.
Es una orden.

viernes, 12 de enero de 2024

Día 136 de oposición

Nos ganan la partida
las bacterias
y nos tienen la moral minada.
No solo es el desgaste físico,
sino la continua preocupación
que nos desarma.
Es imposible mantener
indemne el estado de ánimo
como imposible resulta
abrir el ojo para enfocar.
La logística, por suerte,
la tenemos cubierta,
pero la presión constante
hace mella
en la consecución de los objetivos.

En este caso el tiempo es recuperable
pese a que pasen los días,
ahí no tenemos dudas,
la cuestión es cómo
estaremos de preparadas
para hacerle frente.
Las prioridades están claras,
pero no es menos verdad
que se tambalean
entre diario
mientras soportamos el peso
del padecimiento,
que lo tiene,
y muy fuerte.

Te da por pensar
en qué lugares
te gustaría situarte
para aportar más de lo que aportas,
pero la sensación es la de siempre,
la de que llegas tarde
o la de que directamente
no llegas ni se te espera.
Así de duros son los procesos
cuando no te quedan fuerzas
ni para valorar todo lo
que previas se ha conseguido.
Es como lo de quedarte 
siempre y solo con lo malo
obviando por el camino
los ratos divertidos.

Pero ante la enfermedad
no se puede hacer otra cosa
que arrastrarte como si
ya no pudieras caminar
hasta que un día,
sin propornértelo,
sales del pozo 
sin haberlo planificado.
Igualmente, cuesta tanto
y la factura es tan grande
que las secuelas son inevitables.
Mientras, a tu alrededor,
muere gente de manera injusta
y te da por pensar
que eso es lo único irreversible.
Si bien no vale como empujón
porque la tristeza te detiene,
relativizas ciertamente 
todo lo que te pasa
para enfocarlo
desde otra perspectiva.

El esfuerzo sigue siendo
demasiado grande
mientras intentas adaptarte
al sistema,
un sistema lleno de trabas,
trampas y callejones sin salida.
Pese a todo,
el optimismo no se pierde,
solo queda relegado
al fondo de un cajón
que olvidaste momentáneamente
que tenías su llave.
Cuando lo recuperas,
se reinicia la maquinaria
sobre humana
de reinventarse una y otra vez,
sin descanso,
desafiante y audaz
de todo lo que te ha mantenido
paralizada.

Sabíamos a lo que veníamos
y conocíamos de sobra
las fases del duelo
por las que pasas,
por orden,
una y otra vez,
hasta que llegas a la meta;
solo que llegar a la meta
puede ser insuficiente,
esta vez,
te obligan a llegar de las primeras
para que exista la posibilidad
de saborear el postre.

Puede que a ti no te consuele,
pero a mi sí que me colma,
pase lo que pase,
lo mejor y más bonito
de nuestra vida
ya lo tenemos.
SEGUIMOS.
INSISTIMOS.
RESISTIMOS.
VENCEREMOS.

jueves, 11 de enero de 2024

No más mediocridad

Es la segunda vez esta semana
que escribo la frase de 
iros todos a tomar por culo,
como aquel primer disco
antológico del noventa y siete.

No más bacterias impertinentes
que nos someten
a profesionales
tan deshumanizados
que con mucho gusto
destrozaría en mil añicos.
Profesionales, por cierto,
que abanderan lo público
y no son más que enemigos públicos.

No más buenas voluntades
sin la pertinente medición
de las palabras exactas que necesitamos.
Que ya os lo he dicho,
sí, a vosotr@s,
que no quiero contenidos 
carentes de fondo y banales.
El todo va a salir bien
no te lo dice ni
la psicóloga más intrusiva de todas.
El no es para tanto
es la mejor muestra
de comprender que no has 
entendido nada.
El ya lo había pensado
es el peor de los egos
desatados.

Hace tiempo me di cuenta
que con una pequeña
planificación de
sutiles decisiones,
te ahorras mucho drama
y demasiada miseria.
La mediocridad es
el conjunto diario
que sacas la noche anterior
de tu armario.
Y te la pones sin rechistar,
otorgando y dando por hecho
el parasitismo que te inunda.

No más gente limitante
que incapacita,
consciente o inconscientemente,
a l@s que queremos seguir
hacia delante.
No eres menos
ni lo haces peor
cuando no
dices nada
y te corresponde escuchar.
Tampoco eres peor
cuando defiendes
unos intereses que 
te parecen justos
por encima del código
hipocrático incumplido.

Ya escribí en su día
sobre la tasa de mediocridad.
Ahora escribo sobre
la personalización
de cada dato mediocre
de los mediocres humanos.
Es verdad que cada vez
me importa menos
lo que piensen
si el resultado me lleva
a lugares más consecuentes.
Porque por lo general
no defraudas,
lo que pasa es que te corroe
el sentimiento de defraudar,
pero en ningún caso en lo mismo.

Equidistancias ninguna,
pero tiranteces tampoco.
La mejor arma que te acompaña
es tu propia actitud
y si te quitan eso,
ya no tienes nada.
Hay quien lo denomina
'atraer la energía';
yo lo llamo tomárselo en serio
y darle una vuelta
a las vidas más allá
de la de tu ombligo.
No os voy a fallar,
no os voy a desfraudar,
menos a los que os vais
a ir a tomar por culo, cabrones.

martes, 9 de enero de 2024

Darse un descanso

Cuando digo que este año
me voy a centrar
en la salud mental de todas
incluida la mía,
no estoy de broma,
por mí y por todas
mis compañeras.

Me contaba una amiga
que le encantan
los días de vuelta
por ver las diferencias
de actitud y mirada
entre aquellos lejanos
últimos días
y el día de regreso.
Ella no solo alcanza
a ver y reconocer
el diagnóstico del desgaste
y la propuesta de mejora
de haberse tomado un descanso,
sino que se inmiscuye
en los sutiles matices
que no todo 
el mundo puede ver.

Como si fuera un entrenamiento
en el que te tomas
un respiro
y acumulas todo el recorrido
que llevas,
para seguir,
más tarde,
recorriéndolo con
mejores estrategias.
Un acto de valentía
y humildad necesario
para posicionarte
debidamente en la evaluación.

Tomarse un descanso,
de lo que sea,
debería de ser
un derecho constitucional
como el de acceso a la vivienda,
pero de verdad.
Un derecho tan protegido
y blindado
capaz de fortalecer
cada uno de tus músculos
y cada una de tus neuronas,
también cada uno de
tus sentimientos.

Ella no se queda estancada
en la pereza y el malestar
que generan
volver a un sitio deseado,
pero no tanto como 
el del hogar y las personas
que quieres.
Sería muy fácil
plantarse en la evasión
de la comodidad,
pero ya que hay que volver,
reflexionemos sin parar
(máximo 8 horas)
sobre nuestra práctica profesional.

Pero darse un descanso
significan muchas más cosas.
Puede significar
desear un silencio absoluto
cuando todo el mundo
a tu alrededor grita sin cesar.
Puede significar
necesitar quedarse en la cama
porque con un paso más
sientes que te mueres.
Puede significar
ponerle el límite
a un ser querido,
porque es tanto el daño
que te produce,
que irremediable te hace alejarte.

Sobre todas estas cosas
y más que no me caben 
en un texto,
reflexiono en base a la idea
de darse un descanso.
La propuse que escribiese
un texto,
pero no me he podido aguantar
las ganas y me he adelantado
porque para qué esperar
cuando lo tienes tan claro.
De todos modos, 
te sigo esperando
como el gobierno espera
que las comunidades
pongan mascarilla obligatoria
en centros de salud y hospitales,
o como seguimos esperando
a que esos pamadres
qué dicen que sus vacaciones
empiezan cuando sus hij@s
regresen a los coles,
se retracten, se analicen
y piensen bien
lo que dicen.

lunes, 8 de enero de 2024

Regresamos

Regresamos más mayores
y confiadas por
lo que está por venir,
que no sabemos qué
ni cómo vendrá,
pero que en todo caso
nos hemos preparado para ello.
Asumimos el reto
del nuevo año
que no es más
que las expectativas
y deseos que nos conforman.

Llegarán los éxitos y las conquistas,
las sorpresas emocionantes
y algunas decepciones profundas.
La construcción de una misma,
que será por la relación
con l@s demás,
se compone de todo eso.
Es inevitable pensar
en todos los errores futuristas
que nos atravesarán
de arriba a abajo,
pero haciendo un esfuerzo
y concentrando las energías,
beneficia mucho más pensar
en el advenimiento 
de todo lo bueno.

Existen proyectos
en los que tenemos depositados
todos nuestros objetivos
y no tenemos la certeza de sus resultados,
pero lo hemos planificado y pensado
de tal manera
que hasta el más mínimo
detalle ha sido contemplado.
Eso no excluye
los grandes descubrimientos
ni los matices inesperados.
No nos exhime de la tristeza,
la nostalgia o el disgusto.
No sanará
la transversalidad de una rabia
que nos acompaña
en el día a día
por las injusticias
que sentimos.

Pero cada vez tenemos menos culpa
y resignación.
Cada vez confrontamos
más y mejor,
con la suficiente empatía
como para no avasallar al resto,
con la necesaria solidaridad
para hacer hueco
y caminar juntas.
Regresamos,
o más bien pienso
en regresar,
de la mejor manera posible,
siendo facilitador y conciliador
de cualquier drama
que quiera presentarse.
Se lo debo a ell@
y me lo debo a mí mismo.

También pienso fallar menos,
equivocarme muy de vez en cuando
y pedir perdón
por encima de mis posibilidades
por si eso ayudase 
a alguien o a algo
a encontrar cierta calma.
He vuelto y voy con todo.

sábado, 6 de enero de 2024

Ya vienen los Reyes Magos

Sabemos que van a llegar,
solo esperamos que lo hagan bien
y sin discriminación alguna.
Quizá si cada año
viniesen más democratizados
y menos patriarcales,
el día de Reyes sentaría mejor.
No es por el materialismo,
sino por la ilusión
y la posibilidad de compartir.
Mientras traten
bien a sus camellos
ya habremos avanzado algo.

Es un día emocionante
tanta para pequeñ@s
como para mayores,
menos para el que
se tiene que pintar la cara
y poner acento.
El conservadurismo
de este país
no tiene parangón.

Fui consciente de la realidad
bien avanzada la Primaria.
Pese a ello,
los nervios del día cinco
no desaparecieron
y los madrugones del
día seis
no me los quitó ni Dios.
Ya de postadolescente
seguía acudiendo
a la cabalgata
con en anhelo a infancia
en mis espalda
y cuando tuve edad
de salir por las noches,
volvía de madrugada
esperando que mi madre
hubiera colocado 
los regalos en el sofá del salón.

Es una especie de trato social
que como sociedad
hemos sabido mantener,
y por una vez,
estoy en el mismo barco.
Ahora soy un padre
que mantiene el secreto
y juega con la magia
para seguir con la tradición.
Estoy más que de acuerdo
en hacerlo así
y no de otra manera.
Ahora bien,
no por ello
confundo conceptos e ideas
que me hagan consumir
sin filtros.

Me alegra mucho ser parte
de este contrato
por ver la auténtica verdad
en la cara de cualquier niñ@.
Prometo, aunque nunca prometa,
a no romper este pacto
con la infancia
que por un día,
es mirada sin excepciones,
por todo un mundo adulto
que sigue teniendo 
la tarea pendiente
de progresar en esto 
de los cuidados.

Buen camino reyes y reinas,
vengáis de dónde vengáis
y habléis el idioma que habléis.
Os esperamos
con las llaves puestas
en la cerradura de las puertas
por si eso ayudase
a que podáis llegar a todos
los hogares,
absolutamente a todos,
sin restricciones.

lunes, 1 de enero de 2024

Una fiesta de cualquier excusa

La emoción desbordada
por cualquier detalle
que a tus ojos de adulta
resulta insignificante.

Abrir el sofá 
para que quepamos todas
tumbadas es una fiesta
privada y exclusiva.
Subirte a la litera
para contar un cuento
a oscuras es una fiesta
de discoteca.
Tirarte al suelo
para que se suban encima
es la mejor de las atracciones.
Desplegar una sábana
para balacearles
mientras cantas una canción
tradicional es el mejor parque
al que les puedes llevar.
Hacer una pizza para cenar
donde son ell@s,
l@s que eligen los ingredientes,
es una fiesta culinaria.
Amanecer enredadas
entre las sábanas
de la cama grande
es una fiesta de ensueño.
Ver una peli nueva
para relajarnos
después de comer
es una fiesta audiovisual.
Bajar a explorar las calles
del barrio
por las que tantas veces
hemos transitado
es un fiestón.
Abrir un regalo
es una fiesta inesperada.
Que vayamos
a recogerles al cole
sin previo aviso
es la mejor de las fiestas.
Hacerle un dibujo
a tu maestra
es un orgullo de fiesta.
Poner música en el salón
es un festival de rock.
Bailar sin motivo
es una fiesta improvisada.
Ver tu capítulo favorito
emociona a cualquier invitad@.
Que te hagan una visita
amplia automáticamente
el aforo máximo permitido.
Viajar en pijama
es una fiesta de disfraces.
Una caída cómica
es nuestro monólogo preferido.
Llenarle el cuenco
de comida a Clio
y quitarle la caca
del arenero
es una fiesta de cuidados.
Que te den un trapo
para limpiar los juguetes
es una fiesta necesaria.
Acordarte repentinamente
de algo muy gracioso
es una fiesta psicológica.
Bañarse con espuma
y burbujas
es una fiesta submarina.
Descubrir como se besas
tus pamadres es la
fiesta del amor.
Encontrarse un bicho
en casa es una fiesta
paleontológica.
Tirar el bote de medicación
a la basura
porque se ha terminado
el tratamiento
es la puta fiesta de la salud.
Recorrer un álbum
de fotografías
es la fiesta de la morriña.
Hacer una fiesta
con todos los peluches
es una fiesta simbólica.
Jugar con una caja de cartón
gigante es una fiesta
anticapitalista.
Gritar sin filtros
es la fiesta de la ventilación.
Una videollamada
con tu mejor amig@
emociona que te cagas.
Tirar la bolsa de basura
de envases al contenedor
amarillo es la fiesta de la independencia.
Coger un cuento
de cuando eras pequeño
es la fiesta perfecta
de la anticipación.
Ponerse las zapatillas
de andar por casa
de papá
es una fiesta por el gusto
de sentirse mayor.
Picar el abono
cuando subes al autobús
es la fiesta de la responsabilidad.
Hacerse una casita
dentro de otra casita
es el mejor homenaje
al hogar.
Hacer reír al otro,
o a la otra,
sin esperar nada a cambio,
es una gala benéfica.
Dormir en la cama
con tus pamadres
es la mejor fiesta de todas.