ladera abajo por la montaña
sintiendo el calor de junio,
atravesando a su madre,
para llegar al campo
que nos reune a todas.
Vallecas y su legendaria
luchas de clases,
potabiliza su empresa del agua
con la llegada del último
Minikuadrillero.
Mi vigésimo campo
al amparo de dos maestras
y de un hermano mayor
por la vía pública.
Escuelas, coles y oposiciones
en detrimento de la segregación,
el catolicismo y los chiringuitos.
Ya basta de privilegios
para las élites,
ahora nuestros cauces
serán nuestras fauces.
Un cachorro de 40 grados
con estrella materna
y pedagogía paterna.
Vienes con el planeta
en deshielo
y las sociedades en desuso.
Ojalá que sirvas de recta
azulada en el mapa
para regar el relieve
desgastado de todo
lo que llevamos acumulado.
Caudal y capacidad
de ríos y pantanos
abandonados,
pero cuando
"el Río suena, el Río suena".
Con sus márgenes erosionados
de todos los abrazos
que te albergan;
el chapoteo
de todos los seres vivos
y su supervivencia;
la temperatura justa
y necesaria
para la preservación
de la naturaleza;
los humedales que abren
cada poro de la piel.
Desenbocas en nuestras bocas
para regar las flores
que nos mantienen atentas
a las clemencias de tu corriente,
a tramos delicada
exigente de cuidados,
a tramos salvaje
para no ceder un centímetro
de todo lo que te corresponde.
Un recorrido por las profundidades
para llegar a conocerte
y una camino no exento de piedras
para llegar a aprehenderte.
Embalse para relajarse
y charca para divertirse.
Lo que ya nos ofreces,
tardaremos miles de ríos
en devolvértelo.
Así que déjame
que me moje,
que me empape,
que bucee en tu líquido
sin apenas coger aire.
Saborearte cristalino y fresco,
como ese aire que renueva
el ambiente con las ventanas abiertas.
Me tiro de cabeza
para incrustarme en tu mente
y me hago el muerto
en medio de tu lago
para sedimentarme
en tus partes,
en cualquiera de ellas,
para que pueda recrearme
en todos tus significantes.
En esta especie
de contrato verbal
que te propongo,
prometo cuidarte
física y literalmente,
simbólica y expresamente,
en tus rápidos y en tus estanques,
desde el Sol del que naces,
hasta el final
en la espalda de tu padre.
No solo eres
un elemento vivo,
sino que formas parte
de un verbo,
del que sin él,
daría igual
toda la abundancia de agua.
_A Río, mi vigésimo campo, a sus pamadres
y especialmente a su hermano mayor Romeo_
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