no se dan las gracias a Dios,
pero sí que lo hacemos
con la comida.
Cuando nos sentamos
juntas en el sofá
para comer en una
de estas mesas
que se levantan,
nos decimos
"que aproveche y
gracias por la comida".
Lo hemos hecho así
desde el principio
sin que todavía
estuvieran ell@s.
Ayer, el mayor de los cachorros,
nos dio las gracias por la comida
sin habérselo exigido nunca.
Simplemente reprodujo
una frase y una actitud
que ha visto y escuchado
miles de veces.
Sin ensayos
ni entrenamientos,
desde la espontaneidad
de lo que le pareció
que tenía que hacer o decir.
Los modelos no solo
son importantes,
sino que queda demostrado
que funcionan.
Su madre y yo nos miramos
sin mediar palabra
con una sonrisa de sorpresa
y orgullo.
Lo mismo le ha pasado
con el gracias y el por favor,
frases que ya se reiteran
en contextos con un uso
adecuado.
Nunca hemos insistido
en la coletilla,
con el reflejo
le ha bastado.
Dicho esto
podemos inferir
por dónde van a ir los tiros;
irán por los cauces
del río por el que ejerzamos
nuestra corriente.
Así que sí,
las cosas empiezan
y terminan en casa.
Casi todo pasará
por las influencias
y compensaciones de casa.
El resto son injerencias
que tendrán que pasar
nuestro filtro.
El respeto por la otra persona,
los valores democráticos,
el enriquecimiento de lo diverso,
el lenguaje inclusivo,
la libertad de expresión,
la superioridad moral
de la izquierda
porque lo contario
es basura
parafraseando a Bardem,
son algunos de los elementos
más significativos
por los que le vamos a hacer
atravesar sus experiencias.
Con amor y cariño,
con la confianza que se merece
por el mero hecho de existir,
con la transparencia
de un ser incorrupto
y con la humildad
de lo que significa ser
buena persona.
De nada hijo,
gracias a ti
por ser cómo eres
y por ser una clase magistral
continua de buena ética
y civismo.
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