"Tengo que verte siempre"
es una afirmación correctasólo
durante los primeros años.
Cuando corre muchos metros
delante tuya
y de repente
desaparece al torcer la esquina
me pongo en alerta,
como en alerta
todavía me pongo
cuando me quedo
en medio de la oscuridad
tras apagar la luz.
Su exquisito dominio
y comprensión
de cada situación
a la que se enfrenta,
no es suficiente para mí
y para mis miedos
cuando dejo de verle
en cualquier circunstancia.
La frase de "puedes alejarte
pero siempre tienes que verme",
es desde un planteamiento literal,
sin fisuras ni ambajes,
tienes que verme
y tengo que verte
y punto.
Dicha frase
con el paso de los años,
evolucionará
a lo metafórico
a la simbología y atribuciones
de nuestras elaboraciones.
Se convertirá
en algo más ambiguo
con respuestas abiertas.
Y creo que sentiré
el mismo miedo
cuando mis ojos no te vean,
pero seguramente
estaré algo más preparado
de lo que lo estoy ahora.
Así que por si acaso
me lo voy trabajando
pars cuando quieras y puedas
alejarte tanto
que ya no me alcance tu voz
desde la distancia.
Sé que ocurrirá
más temprano que tarde,
pero antes quiero
que llegues a ser
ese tipo de persona,
no ese tipo de hombre,
que decidas libremente sus pasos
teniendo siempre en cuenta
a quien te acompaña
y te desea.
Porque desde el
mismo instante que naces
ya no volverás a estar solo
y eso se lo debes al resto
y a ti mismo.
Seguimos practicando
en nuestros paseos
la mejor forma
de sentirnos los dos conformes.
Una negociación
de igual a igual,
sin pretender subordinarte
aunque con la intención
de orientarte.
Un mano a mano
y mejor si están dadas,
para que te sueltes
cuando quieras caminar
sin agarres,
pero siendo consciente
de los apoyos que tienes
sin que resulten físicos
ni improvisados.
Todavía no te corresponde
pero,
¿qué crees que es la crianza si no?
Cuando trates de
responder esta pregunta,
sin necesariamente
tener que ser padre,
acuérdate
que ya eres acompañante
de personas
que nunca dejarán de estarlo.
Pienso en todo ello
mientras me pides
que te espere
porque estás recorriendo
el borde de una valla
e implícitamente
me estás contando
lo que justamente
ahora te escribo.
Qué ganas de que me leas
para saber
si en todo momento
he llegado a comprenderte.
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