El 27 de junio
de hace cinco años,
la Sociedad Cooperativa
No Me Bajo De Las Nubes
volvió a ganar la gestión
de la Escuela Infantil.
El Equipo de aquel
entonces era distinto,
ni mejor ni peor,
distinto.
Igual de distinto
que el actual,
tan diverso y rico
como cualquier elemento humano
que se nutra de transparencia,
igualdad y humildad.
Una Escuela no es pública
porque lo diga
el cartelito de su fachada.
Una Escuela será pública,
universal, gratuita, inclusiva
y transformadora
si las personas que la conforman
desatan sus pasiones por la infancia.
Por tanto,
en primera instancia,
será el equipo
quién cimiente las bases
de una práctica, una mirada
y unos valores
capaces de hacer justicia al relato.
Y se hará
desde las compañeras
de cocina y limpieza,
hasta la última de las educadoras
que haya llegado,
hasta la propia figura de directora.
Un equipo humano democrático,
asambleario,
tan horizontal
como la línea
por la que se esconde el sol.
Con sus matices
y sus deslices,
con sus aciertos
y sus errores,
con sus conquistas
y sus fracasos.
Porque no somos
algo mecánico,
somos simientes
que florecen
cuando sentimos
que cada poro
de la escuela nos representa.
Tal y como yo lo veo,
se trata de esto;
de sentirte identificada
con la tarea,
de comprometerte
con tus funciones
y de un acompañamiento
con matrícula de honor.
Pero sin equidistancias.
Reconocer que no vivo
para mi trabajo
pero que me desvivo
por él dentro
del marco de los derechos
de las trabajadoras,
es honesto y necesario.
No te hace de menos
querer cobrar más
y conciliar mejor.
No es improcedente
desear mejores condiciones
y tener más recursos.
No es baladí discutir
sobre solidaridad,
amor y respeto.
El equipo es un Camino de Machado.
El equipo es la Militancia de La Pasionaria.
El equipo es un Somos de Neruda.
El equipo es el Arroyo de Concepción Arenal.
El equipo es el Rayo que no cesa
de Miguel Hernández.
El equipo es una Rima de Gloria Fuertes.
El equipo es el Hijo
que nunca tuvo Lorca.
El equipo somos todas
sin el concepto prejuicioso
de mochila.
Pues claro que somos
nuestras experiencias,
pues claro que tenemos
expectativas,
pues claro que influyen
nuestras trayectorias
y pues claro que hacemos
mella y dejamos huella
en nuestras compañeras,
pero eso no quiere decir
que se tenga que resumir todo
en un término vacío de contenido.
El equipo fue, somos
y seremos,
siempre que partamos
de puntos en común
hacia lugares amables.
El equipo tuvo
su punto de inflexión,
la pandemia,
y nosotras,
sí que hemos salido mejores.
Es innegable
que tendremos nuestras rachas,
que atravesaremos etapas complejas,
que no siempre todas
estaremos al mismo nivel,
pero lo que también es
indiscutible,
es que hemos llegado
hasta aquí juntas,
en colectivo,
haciendo músculo
desde lo comunitario.
Por nuestros niños y nuestras niñas,
por sus familias,
por la nuestras,
y por nosotras mismas,
como cuando jugábamos
la escondite
con el único objetivo
de salvar a todo el mundo,
incluso al que la ligaba.
Si tuviera que definir
la palabra equipo,
en esencia y escrito en mayúsculas,
diría que es MI EQUIPO.
Ojalá el 27 de junio
del curso que viene,
estemos las mismas.