Pauta completa.
De momento
dos Astra Zénecas
más una Moderna
con sus correspondientes lotes.
Fui al hospital
de Santa Cristina,
enfrente de Maternidad,
por eso de sentirme
como en casa.
Éramos much@s,
pero la cola
iba rápida,
fluida, ágil,
como los contagios.
La sanitaria
que me vacunó
me preguntó
en qué brazo la quería.
Le dije
que el en izquierdo,
que ahí es
donde me protege
mi hijo
y donde soporto
el peso de las cargas.
Le agradecí la labor
y me fui con el informe
pensando en l@s
que todavía
no se han vacunado.
Volviendo en el bus
vi el Ahorramás abierto.
Era domingo
así que me cagué
en sus muertos.
Hacía un tienpo
al que denominamos bueno,
pero en ningún caso
el que se merece
un mes de invierno.
Es paradójico
qu la gente
busque el solecito
cuando en realidad
es el elemento
más potente
que consigue distanciarnos.
Aquel día
mi mujer rompió
en cuestión de
tres minutos
dos platos
y un vaso
para celebrarlo
a la segoviana.
Y poco a poco
yo también
me fui rompiendo
por dentro
por los efectos
de la vacuna.
Con cada molestia
me acordaba
de esos famosos
que iban muriendo
de Covid
sin haberse vacunado
por decisión propia
con tintes negacionistas.
Bueno, pues uno menos
qué queréis que os diga.
Tras haber completado
la pauta en apenas
nueve meses,
el mundo gira
igual del mal,
sólo que morimos menos
por este motivo.
Pero siguen estando
los otros motivos
por los que sigue
muriendo demasiada gente,
y cada persona
que engrosa
el marcador,
es otra derrota
de la sociedad.
La tercera dosis
es una excusa
para tocar varios palos,
menos el zamorano,
que es el que sujeta
el cachorro
y es el que llevo
en el brazo izquierdo:
el intocable.
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