viernes, 5 de julio de 2024

Y lo hizo

Y lo hizo casi un año después 
de que se lo propusiera.
No solo lo ha hecho
porque le tocaba,
sino porque se
lo venía mereciendo
desde hace mucho.
Sin hacer mucho ruido,
a su ritmo 
y con un ejercito 
a la retaguardia,
igual de silencioso,
todas humildes.

Y lo hizo pisando fuerte,
pero sin arrollar a nadie.
Con mucha culpa,
remordimiento y sufrimiento,
pero nada que ver
con lo religioso,
solo con el lastre cultural
del patriarcado, 
por el hecho de ser mujer,
madre, "pobre"
y de izquierdas.
La de cosas que me ha dicho 
que les diría al Tribunal:
un sueño húmedo.

Y lo hizo 
lo mejor que ha podido 
sabiendo que todavía 
no se ha acabado,
que los nervios 
seguirán haciendo de las suyas,
inevitables ante un proceso
de tal magnitud,
rancio a cachos,
multi subjetivo 
y poco sostenible.
Pero lo hizo
y no es la primera vez.

Y lo hizo
con una cantidad
de horas de ausencia 
que se nos va de las manos
a cualquiera,
con un compromiso
imposible para mis ojos,
con una constancia nocturna 
para la que sí 
estábamos entrenadas.
Cuánto ocio atrasado,
cuánta gente que te
a echado de menos,
cuánta procrastinación 
de mierda, a veces.

Y lo hizo
por conseguir
todo lo contrario
relatado en el párrafo anterior.
También por el hecho
de incluirse en un cole,
seguramente en varios
a lo largo de los años
e intentar combatir
el sistema desfasado
desde dentro 
y a la peña mediocre
cara a cara.
Para qué si no.

Y lo hizo
pese a los peajes,
pese al verano 
y pese a todos
los cambios legislativos.
Y lo hizo,
me cago en mi puta estampa 
que si lo hizo,
habiéndole explicado
a sus hij@s
que en gran medida
lo hacía por ell@s,
sin responsabilizarles de nada,
pero poniendo el foco
en su familia.

Y lo hizo con
una angustia insoportable,
un estrés incontenible
y unas expectativas 
tan altas como las estrellas,
tan descubiertas ellas,
porque para conseguir algo
siempre hay que apuntar alto 
por si por el camino
se va perdiendo altura.
Todo en la vida es mejorable 
menos las ganas de vencer
y la compostura de
saber encajar las derrotas.

Sea como sea,
los has hecho,
no hay retorno,
caminas por el filo
con todo tu equilibrio 
en juego,
pero también con
todo tu desequilibrio 
en cuenta
y esa es tu ventaja,
esa es tu indiosincrasia,
la capacidad de hacerlo,
el potencial de haberlo hecho
y la probabilidad de conseguirlo.

Una vez más,
desde la ventana,
¡Sí se puede!



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