domingo, 30 de junio de 2024

De lo cotidiano al deseo

La fórmula se equivoca
desde que aboga 
que de lo cotidiano 
se llega al deseo.
El propósito es otro.
El objetivo es conseguir
que lo cotidiano 
sea siempre lo deseable 
¿Me explico?
que la rutina sea deseo
y no que la rutina 
tenga que pasar a ser un deseo,
no es lo mismo lo
mires por donde lo mires.

Vivir intensamente lo cotidiano 
como si cada detalle 
fuera más importante 
que el anterior,
es lo que provoca 
que se cumplan los deseos.
Pero claro,
para eso tiene 
que haber un interés 
por las palabras 
y un esfuerzo 
por la coherencia 
a la hora de construir
la frase,
y ahí, una vez más,
lo mires por donde lo mires,
no me pillais,
os aventajo,
siempre con humildad y modestia.

Porque eso es la cotidianeidad 
de los días,
cuando germinan intensamente 
cualquiera de las emociones 
que necesitan ser 
ya no solo atendidas,
sino acogidas.
No hay nada más deseable
que eso,
porque una vez cumplido eso,
se te cumple automáticamente 
todo lo anterior.
Podemos hablar de cosas,
de ideas o incluso de personas,
si tu deseo es desearlas,
no hay mayor deseo 
que la convivencia diaria.
Y la convivencia es cotidiana,
compuesta de rutinas y hábitos
que dan lugar a sorpresas
y descubrimientos 
que se pueden volver cotidianas
y por tanto,
más que deseables.

Los pactos, las negociaciones,
los susurros, los límites 
y por supuesto 
la posibilidad de cambiar de opinión,
es la mayor cotidianeidad 
que se me ocurre.
Si las bases de lo
constitucionalmente aceptable 
fueran esas,
yo sería el mayor y mejor
constitucionalista.
Por tanto e insisto,
no es pasar de lo cotidiano al deseo,
es hacer de lo cotidiano 
un deseo constante.

No sé si está idea 
sorprenderá a alguien,
pero el problema es que hace 
mucho tiempo que dejamos
de sorprendernos.
Ojalá más huracanes,
más vendavales,
más mareas 
que se lo lleven todo por delante,
por una vez,
duren lo que duren.

Brindo por lo cotidiano.

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