es una de las cosas
más terrorÃficas
que le ha pasado nunca.
El miedo es libre
al mismo tiempo que oprime.
El miedo no se elige,
se padece y te desarma.
El miedo es un derecho
pero no es un derecho
que los demás
te hagan pasar miedo,
eso nunca.
Salió del cole compungido
en busca de que alguien
le diera un abrazo.
Su maestra fue la primera
en ser consciente,
pero me consta
que hay maestras
de segundo ciclo de infantil
que no dan abrazos,
no quiero ni pensar en Primaria.
A nadie le deberÃan
rechazar un abrazo
cuando lo necesita,
a nadie.
El terror ante lo desconocido,
el pánico por una sensación extraña,
el pavor de experimentar
algo nuevo y sorprendente
a través de la adrenalina del susto.
Como en esos episodios
donde sueñas
que se te mueve la boca entera,
desprendiéndose los dientes
uno a uno
sin poder evitarlo.
O en esos en los que urge huir
sin mirar atrás
pero de repente
no te puedes mover,
paralizado cada músculo de tu cuerpo.
Debe parecerse
a una de las posibles reacciones
o inacciones ante una agresión sexual.
A partir de ahÃ,
le dotamos de decenas
de explicaciones,
de respuestas ante
sus preguntas nerviosas,
de contacto por si el contacto
le sirviera de algo.
Debe ser parecido
a cuando te desturyen una idea,
o a cuando te sientes
falto de estrategias,
o a la angustia más absoluta
derivada de una soledad no buscada.
Sus hipótesis se preguntaban
si podrÃa correr o saltar
con el diente en ese estado;
si podrÃa seguir comiendo
o bebiendo;
qué pasarÃa si se lo tragaba,
o si lo perdÃa por la noche.
Un miedo irracional
a que la boca se le desmontara.
Bien poco le importaba
la posible recompensa
de la visita del Señor Pérez.
Y lo entiendo,
es como cuando te queda
un mes para el examen
y el resultado no te incomoda
porque lo que te hace sufrir
es el camino del proceso.
De algo que culturalmente
hemos dicho
que tiene que se mágico,
a la realidad de mudar un diente
porque el crecimiento
es inevitable y por tanto
ha de tomarse como
una gran noticia.
Yo no me acuerdo
de la historia de la caÃda
de mi primer diente,
pero si se pareció a esta
no me extraña
que lo haya querido olvidar.
Tuvieron que pasar
tres dÃas para que se fuera
relajando,
para asimilar muy poco a poco
esa situación insólita para él.
Y la normalidad volvió
con dos o tres momentos al dÃa
en los que te pregunta
si se le mueve más el diente,
nada más.
De nuevo ha sido curiroso
descubrir formas diversas
de tomarse las cosas,
está vez desde la pura inocencia
y la extraña sensación
de experimentarlo por primera vez.
A ti se te va a caer el diente,
pero a nosotras
se nos sigue cayendo la baba
sin que nos dé una pizca
de vergüenza.
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