lunes, 17 de junio de 2024

La graduación 🎓. Parte II

Estaba guapísimo.
Relucía de una forma rara,
distinta, atípica para
lo que estoy acostumbrado.
Yo también iba
extrañamente nervioso
creyendo que su inocencia 
no le iba a dejar situarse
en un evento casi televisado.
Me equivoqué 
como otras tantas veces.

Allí estaba sentado en el suelo,
observando atento
cómo se movía todo,
cómo cambiaba el escenario,
cómo cada vez entraba más gente
hasta que me vio 
y sonrió tranquilo y complaciente 
para la primera foto.
Le hice saber
ochenta veces 
ya no solo que había llegado
a tiempo,
sino que estaba completamente 
emocionado por acompañarle.
En un instante,
el salón de actos
quedó congelado
y el crucifijo 
de la pared izquierda 
se hizo tan pequeño 
como un mosquito.

Y le vi bailar,
bailar una de pachangueo 
con su amiga Azahara,
en pareja,
con una actitud tan icónica 
que por momentos 
pensaba que no podía 
ser mi hijo.
Pero vaya si lo era.
Era Enzo desatado,
afrontando con su estilo
un día que todo el mundo
le habíamos dicho
que era importante.

Sinceramente,
creo que se la sudó el mundo,
y yo que me alegro.
Decidió con plena autonomía 
asumir y validar sus emociones
a través del movimiento,
como casi siempre hace,
pero esta vez de una manera 
coreografiada, ciertamente estética 
y en coordinación 
con el pacto grupal.
Qué bonito lo hizo, joder.
Qué carisma y que derroche
de personalidad, como cuando
a los cuatro meses
ya llevaba cresta.

Continuó la fiesta
con una perfecta armonía 
donde cumplí 
el objetivo diario de pasos 
de mi pulsera de actividad 
buscando el mejor encuadre
para las fotografías y los vídeos.
Porque había normas,
pero me las salté todas
sin molestar a nadie
para llegar más veces
y mejor a mi hijo.
Por momentos pareció 
que solo estábamos él y yo,
solos, él y yo.

Repasé torpe y rápidamente 
toda la etapa,
tan llena de sorpresas agradables 
como de mediocridades evitables.
Sentí otra vez el orgullo 
por un hijo
que posee dignidad 
con solo cinco años.
Me cagué vivo 
por cómo había 
pasado el tiempo 
casi sin darme cuenta
de todo lo que había crecido.
Asusta y duele pensar, 
en todos los momentos 
que no has podido 
profundizar lo que te hubiera gustado.

Las actuaciones 
fueron estelares
y en mi objetivo solo
cabía él,
siendo honestos,
yo no fui más que para decirle 
con mi presencia 
qué ahí estaba su padre,
que aunque me gustaría más,
siempre lucho
contra las condiciones desfavorables 
para abatirlas en duelo
y salir victorioso.
No siempre lo consigo,
pero en un acritud 
no me gana nadie.

También estaba tu madre,
tan gigante como eterna,
tu primera persona 
y de la que viniste
en ultima instancia.
Mamá y yo 
lloramos de la mano
y nos miramos
sin decir nada
porque no había palabras,
solo sensaciones 
comúnmente extraordinarias
siempre que tienen
que ver contigo.

Enzo Candel Ruiz,
dijeron por el micrófono.
Te levantaste humilde
y precavido,
sujetaste un diploma
que solo es papel
y te grité 
por última vez
entre aplausos:
"¡Vamos cachorro!",
para irme sin mirar atrás 
con el corazón a mil,
por fuera del pecho 
y las ganas satisfechas.

Gracias por darme otra lección.

_A mi hijo que se va a Primaria_

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