lunes, 24 de junio de 2024

Con la A y la B más otra A y una L

La rampa de Las Nubes
es la rampa de los deseos.
La hemos subido y bajado
de todas las maneras posibles,
con autonomía, en brazos,
a gatas, de espaldas,
siempre con ritmos 
tan diversos 
como descubrimientos 
deparaban los días.

Pudimos hacerlo,
durante los primeros
días de septiembre,
de forma progresiva 
para que la comida y la siesta 
no se te atragantaran.
Del mismo modo
ocurrieron las separaciones,
eventos trascendentales y diarios 
para los que ya estabas preparada.
Si con B y con C
aterrizaste y te desplegaste,
con A y con B (otra B)
te consolidaste y te explayaste.

Sabías que al mirar
por la ventana
no solo podías contemplar 
el huerto, los trenes 
o al gato,
sino que podías 
ver a papá ejerciendo 
los cuidados con otr@s niñ@s
que lo necesitaban tanto como tú,
quizá más,
por eso de no ser hereder@s
de un privilegio tras la sentencia dada.
Tardaste cero coma
en vincularte, 
no porque solo dieras
el permiso sin pensártelo dos veces,
sino porque A y B
también estaban exquisitamente 
preparadas para ponértelo 
en bandeja.

Qué trabajo de acompañamiento 
conscientemente planificado
y verdaderamente disponible.
Una especie de compromiso 
no escrito que siempre 
pacta con ambas partes 
hasta generar un bienestar inaudito.
Es entonces cuando concluimos 
que se ha construido 
el vínculo 
y que a partir de ahí,
serás y te mostrarás 
como tu propio desarrollo
marque el camino, los ritmos 
y las derivas.

Fuiste posicionándote
con el paso de las
semanas y los meses
mientras te crecía el pelo 
y tus grandes ojos abiertos 
impactaban en la gente.
Pasaste del silencio precavido
que requiere la observación 
y el análisis 
para empezar a manifestar
expresamente tus demandas
e intereses.
Te hiciste hueco 
por donde pudiste 
o quisiste 
con la mirada adulta 
amparándote en tus caídas,
tus conflictos y tus conquistas.

B, que estaba de paso
pero te caló bien hondo,
se tuvo que marchar 
a otros menesteres 
más que importantes.
B te cuidó desde la distancia,
sin tocarte, cuando la única A
de tu vocabulario no estaba cerca.
Se cercioró de que tu bienestar
existiera por encima
de cualquiera otra cosa
y se marchó tan agradecida
como colmada 
de todo lo que pudo
poner en práctica.

A, que ha sido siempre
el eslabón más fuerte
de esta cadena,
se encargó de arrimaros
para sujertaros tan fuerte
que no sentiste 
en ningún momento
la posibilidad de abandono.
Llegó la otra A,
seguramente la torre
más alta que viste nunca
y desde abajo hacia arriba,
con una madurez extraña 
para la edad que tienes,
te convenciste pronto 
de que sería otro
de tus cuentos preferidos.

Mientras tanto,
tu primera A del vocabulario 
remando a favor 
y manteniendo la casa intacta;
una casa que os la construyó 
ella desde cero,
con una base tan sólida
como los cimientos
que necesitamos todas 
para sentir la confianza 
que nos empuje a seguir avanzando.
Tú seguiste explayándote
y poniendo encima
del dispositivo de movimiento 
todos tus potenciales.

La segunda A, la más alta,
tuvo que marcharse
por inconvenientes de la vida.
Fue fugaz y efímera,
pero lo suficientemente buena
como para que descolgaras
el teléfono y la llamaras preocupada.
En esas llegó L, casi de rebote
y con acento para sumarse 
a una trayectoria 
circunstancialmente única.
Otra vez que A tuvo
que reinventarse 
para que familias e infancia 
siguiéramos sintiéndonos
en casa.
Y vaya si lo consiguió.

Encajaste de nuevo 
las piezas de un puzzle
diverso y mágico,
con todas tus resistencias,
dudas y miedos,
pero nunca contradiciéndote,
MIRAFLORES.
Y te situaste de nuevo
en la casilla de salida
esta vez para correr 
más rápida y coordinada,
saltando con los pies juntos 
bien profundo.
Aceptaste el reto,
las aceptaste a ellas
y la simbiosis se produjo 
de una forma tan natural
como pasmosa.
Sorprenderse es de valientes
y de antifascistas 
y todas vosotras sois
valientes y antifascistas.

Acaba el curso 
y no te han contado
más que verdades 
en estos meses.
Pero no solo eso,
sino que has aceptado construirte
a semejanza de cómo te han acompañado.
Ya me encargaré yo 
de contártelo durante
toda la vida.
Pero hay una verdad más,
y es que A,
la única A posible,
te seguirá acompañando 
el curso que viene,
esa es tu suerte,
es nuestra suerte.

Tú certeza de este año
seguirá siendo tu certeza
del curso que viene 
para el vínculo único
qué habeis creado
se siga fortaleciendo,
para que seáis espejo,
para que seáis 
salvavidas y paracaídas 
de las causas perdidas.
¿Sabes, hija?
Yo me monté  con tu A
en Las Nubes
hace mucho tiempo.
Ocho años después,
es ella la que te lleva 
agarrada por la tripita 
mientras tu pelo
revolucionario 
le toca su cara
y mientras tu espalda 
se sujeta con su pecho 
para no sentir nunca
la soledad del vacío existencial.

Eso que te llevas,
eso que se lleva,
eso que nos llevamos.
La gente sabe lo que siente,
pero papá te lo escribe 
para que no se le olvide a nadie,
absolutamente a nadie.
Eso es lo que me diferencia.

_A Gala y sus tutoras Berta, Ainhoa,
Lupe y a Ana, que las reúne a todas_

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