de escribirte sin conocernos,
al menos genuinamente,
pero la vida son
influencias y repercusiones,
y si no acordaros
de Aristóteles
durante el bachillerato,
está todo inventado.
Pero de ninguna manera
quiero que te lo tomes
como un plagio,
como si fuera un intruso
o un trampero.
Te lo digo de verdad,
te lo voy a escribir,
porque cuando me aprenda
tu nombre,
pasarás a tener
unos significados
que nadie te
había contado antes.
Es lo que tiene
no esperar nada
y encontrártelo
sin la presión
de tener que demostrar nada.
Cuando me conozcas
y me des permiso,
voy a entrar con todo,
arrasando si es lo que quieres
o delicado si es lo que necesitas.
Tus normas
y tu consentimiento
serán lo primero.
Después me abriré en canal,
solidario, asertivo y comprometido
para que tires la puerta abajo.
Incluso así
guardaré mis secretos,
mis zonas profundas,
lugares tan oscuros
como deslumbrantes,
pero que solo
son míos hasta que diga lo contrario.
También mis normas
y mi consentimiento serán
para ti lo primero.
Y nos descubriremos
a través de una sensibilidad
extraordinaria,
independientemente
del género o de la ausencia del mismo.
Te daré dos besos
desde el principio
para saludarte,
pero es que te daré otros dos
para decirte
que nos veremos pronto.
Llegarás a escuchar
cómo te escucho
y te sentirás extrañ@,
aturdid@ y confundid@
porque no estabas
acostumbrado a tal hazaña.
Hoy día,
escuchar,
es de valientes.
Cuando nos conozcamos
no querremos hacer
otra cosa que seguir conociéndonos,
como si fuera
una asignatura pendiente
a la que le dedicamos
mucho tiempo y mucho esfuerzo.
Será un bien tan preciado,
el de conocernos,
que todo sabrá a recompensa,
a esa canción de radio
que te mueres
por seguir escuchando.
No nos conocemos de nada,
todavía,
pero cuando suceda,
será como desplegar
el abanico
que llevas en el bolso
para intentar aportar
algo de ternura,
ciertamente un bienestar
tan espontáneo
como esos cinco minutos
donde te tomas un descanso
en un día frenético.
Querremos conocer
el amplio presente,
también el dilatado pasado
y por qué no,
habrá curiosidad
por cómo evoluciona
un futuro
que estará
en nuestras manos.
Comenzaremos a cuidarnos,
a llamarnos,
a tenernos en cuenta
y pensarnos,
como cuando éramos adolescentes
y nuestro mundo
empezaba y terminaba
en un palmo.
No me aprenderé
tus apellidos
porque para eso
siempre he sido muy malo,
pero tú nombre
entre los comunes
no pasará desapercibido
ni en vano.
Nunca llegaré tarde
y en el momento
en que te moleste
mínimamente
tendré que marcharme
con pena pero sin rencor.
Conmigo siempre vas
a tener salida.
Quizá tengamos
nuestro primer encuentro
viajando en trasporte público,
durante una velada en el bar
o al chocar, por casualidad,
cuando algun@ de l@s dos
no estemos en nuestro
mejor momento.
Llevo como aval
a mi equipo de personas,
a mis círculos imperfectos,
a mis trozos de memoria desechos
para refutar todo mi caché.
No romantizo la idea
de escribirte
sin conocerte de nada,
pero como me conozco,
pá que me invitas,
aunque claro,
tú no lo sabías.
No es que lo deje todo
es que formarás parte
de mi todo
y cuando eso ocurra,
desearás haberme conocido
de niño, de niña, de niñe.
No digas que no te avisé.
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