pero eso será para otro texto.
Hoy culmina la participación
de la corredora de fondo.
Hoy se termina la soledad,
el aislamiento y comienza
el acercamiento tan anhelado,
algo parecido
a lo que debería ocurrir
con l@s reos.
Casi un año después
sabremos si se han
cumplido las expectativas
y cuánto habrá
que reinventarse de nuevo.
Las maestras nunca colgarán
sus lápices y libros,
pero por lo pronto,
ahora toca asumir los resultados,
encajar cada golpe
que no vimos venir
y seguir desafiantes
cuando se esté preparada.
Y lo haremos sobre
terreno seguro
porque el vuelo del colibrí
consiguió sofocar el incendio,
cumplir el deseo,
calmar la ansiedad,
hacer realidad el sueño
de dedicacarse a lo que una ama
por vocación.
Los días de oposición
resultan insignificantes
en comparación
a cuando aprobaste
la carrera en un apartamento
céntrico de Granada
allá por 2010.
Nos hemos hartado
a echarte de menos
durante los fines de semana;
nos hemos acostumbrado
a hacer el ritual del sueño
sin tu presencia;
hemos disfrutado de planes
sabiendo que te los
mercerías tanto como nosotras;
y hemos crecido en paralelo
mientras mirábamos
por la ventana
como te marchabas
con la mochila cargada de compromiso.
Pero una vez más
seguimos siendo las mismas,
tú y todas,
desde el día 1 hasta el día 325.
No sacaremos la mejor nota,
pero a excelencia, sensibilidad,
delicadeza y máximo cuidado
de los detalles pequeños
no nos supera nadie.
Trescientos veinticinco días.
Se dice pronto
aunque parezca
una eternidad.
Una vez pasada la hazaña
te das cuenta
que la intensidad
de cada momento
no eran más que sutiles partes
de todo lo que nos quedaba
por experimentar.
La madurez familiar
con la que hemos afrontado
el proceso
debería estudiarse
en cada academia preparatoria,
cada una en su etapa,
con un desarrollo evolutivo diferente,
con estrategias diversas
para confrontar con
las adversidades
y con objetivos distintos
durante el tránsito hacia
lo desconocido.
Qué bien lo hemos hecho,
tú y todas,
sin secuelas ni heridas,
alguna cicatriz y algún
que otro susto.
Un reflejo absoluto
de lo que fuimos, somos y seremos.
Otra obra de arte
que ha tardado 325 días
en terminarse
y ya no nos queda sitio
en el salón para exponerla.
Pero nos quedan las ventanas,
para que vea el barrio entero
la capacidad y el poder
de superarse.
Que no hace falta ser nadie
en concreto para llegar
a sitios especiales.
Ha sido duro,
pero estelarmente bonito
vivir en esta patria
que te has inventado.
Te damos las gracias y la paz
sin que suene a misa
de iglesia
aunque te adoremos
como a una diosa.
Que tu voz sea puñal
y tu movimiento
el batir de las
de una colibrí
que lidera la batalla
de un barrio
por salir adelante.
_A estos últimos 325 días_
No hay comentarios:
Publicar un comentario