para escribir un libro,
pero yo creo que no es cierto
o que es una frase hecha.
Ojalá más libros de barrio,
de vecinas extraordinarias,
con historias anónimas
y fantásticas,
aunque fueran sin ánimo de lucro.
Pero para eso se empieza
por escribir, es sus distintas formas,
pero al fin y al cabo escribir.
Y a eso no estamos acostumbradas.
Cuántas abuelas hubieran dado
su brazo por aprender a escribir
para que ahora nos conformemos
solo con hablar.
Hablamos demasiado
y escuchamos poco,
porque el ombligo
siempre pica y huele fuerte.
Pues yo, pues yo y pues yo.
No lo puedo soportar
aunque se me dé bien disimularlo.
Escribir nos hace más libres.
Nos emancipa de conversaciones
en las que nada tenemos que aportar.
Y lo hace de frente,
con la fuerza impresa
en los movimientos
de la mano junto al mensaje,
solo de ida, por parte del cerebro.
Escribir también es terapéutico
aunque los de de derechas
también sepan hacerlo.
Es liberador dar rienda
suelta al pensamiento
a través de la grafía
de todas las cosas que sentimos.
No se trata de escribir un libro,
se trata de saber resumir
cómo te ha ido el día.
Describirlo con detalles
grandes y pequeños,
con coherencia y elocuencia,
con estilo y compromiso.
Me sorprendo cuando se sorprende
porque ha leído a alguien
que ha conseguido transmitirle algo.
Me sorprende que no dé el paso
de intentarlo y devolverle
lo mismo a otra persona.
Toda la puta vida escribiendo
en el colegio
para que salgamos de él
y no invirtamos esfuerzos,
aunque fueran interesados,
en escribir a nuestro favor.
Quizá ahí esté el fallo,
en el método de aprendizaje.
No lo sé,
pero yo no creo que escriba
nunca un libro.
Ahora bien,
te voy a disparar mis dos
o tres textos por semana
para mostrarte
que también es posible
decirte cosas sin mi voz,
solo con mi escritura
y sus mil caras.
Para sorprenderte,
para quererte,
para criticarte,
para sentenciarte,
en todo caso
para tenernete presente
sin que tengas que escuchar
mi tono y timbres desagradables.
En las contadas ocasiones
que alguien me ha escrito
en los últimos años,
fuera el contenido que fuera,
se me erizaba la sonrisa
y se me abría la piel
mientras desplegaba
el papel con un puñado
de palabras escritas
que casi me aprendería
de memoria posteriormente.
¡Escríbeme!
¡Escribirme!
Lo que sea pero escribe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario