jueves, 23 de marzo de 2023

De un cuentista a un cuentero

No me malinterpretéis,
no utilizo la palabra cuentista
en un sentido peyorativo,
sino como una denominación
de quien narra o utiliza la narración
para contar un cuento o historia.
Nunca se me dio bien
inventar historias ni contarlas,
ahora bien,
contar un cuento te lo cuento
como quien lleva cosiendo toda la vida
o como quien sabe cocinar
para cien personas 
al mismo tiempo.

Pero yo no venía aquí
para engordar mi ego,
sino para hablaros de él,
otra vez,
una vez más,
en su nueva faceta de cuentero
como sinónimo
de mi torpe introducción.
Interesado enormemente
en las letras y su composición,
ha empezado a unirlas
para formas sus primeras sílabas.
De repente, escoge una palabra,
y como si tartamudease,
la descompone en partes
que a él le suenan bien.

Imagino que esto es universal,
que así empezamos tod@s,
y no lo juzgaré por eso
de no resultar un intruso
en una etapa que no me corresponde
a nivel curricular,
pero se me ocurren
formas más bonitas y ociosas
de acercarnos por primera vez
a las palabras.
El caso es que ya se fija
en los carteles de las marquesinas,
en los números de las matrículas,
en la numeración de los portales.
Y en voz alta lanza su primera
e intuitiva conclusión.
Ensaya sin miedo al error
o a ser reprendido.
Lo intenta sin esperar nada a cambio.

Reconoce algunas letras
por el nombre propio de sus amig@s:
'esa es la letra de Carmen'
'con esa letra se escribe la 
de mi amigo Jorge'.
Una cosa es interés
e identificar algo como cercano
y otra cosa es amor por ese algo,
en este caso por las palabras y sus letras.
Tendríais que ver cómo
le acompaña su madre
en esa clase magistral improvisada
surgida de una necesidad primaria
por su parte.
A lo lejos, le dibujo una sonrisa
mientras él la rellena
con los colores del orgullo
y la satisfacción,
no con una actitud monárquica,
sino con una mirada lorquiana.

Al cuentero se le dispone
un mundo nuevo por descubrir,
ansiado de ser preguntado
o referenciado.
Son tantas las preguntas explícitas
que me gustaría saber
si estamos preparadas para las implícitas.
Su madre sí,
estudió para ello
aunque injustamente no ejerza
por no tener el carné de Inglés.
Pero se vuelca en casa,
durante el acompañamiento diario
y desde la crianza consciente.
Tenemos la casa llena de letras
como si de un alfabeto se tratara,
ya le gustarían a los sillones
minúsculos y mayúsculos
de la Real Academia de la Lengua.
Y sin ápice de facherío
en su tapicería desgastada.

En casa, La Mariana,
cada una cuenta a su manera
la forma que escoge de contar las cosas,
para llegar a lugares de confluencia
que arremeten con fuerza
el estímulo de seguir avanzando
con la suficiente independencia
de nuestros deseos.
Papá lo hace con cuentos,
mama lo hace con folios y lienzos,
la hermana con su voz proyectada
y el protagonista de esta historia,
cocina a fuego lento
todos esos ingredientes
para emplatarlos como le corresponde.
Para saber el significado de las cosas,
primero hay que aprender
por qué letra empiezan.
Es sumamente importante
conocer la raíz y el origen
de lo que nos marca el pensamiento
para posteriormente ser expresado.

Y él está en esas,
en manejar los lenguajes
del mundo real,
porque en los del simbólico
es experto de todo 
en lo que yo no conseguí.
Que te atraviesen las distintas lenguas
y lenguajes,
tanto por los morreos
como por el empacho de palabras.
No dudes en preguntar.

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