Todo se ha organizado
para que el soplado de velas
esté en el epicentro.
Porque hacía mucho tiempo
que no se compilaban
tantos detalles juntos,
en asamblea y a la hoguera
de todo lo deseable.
No es el dinero,
son las ganas, las intenciones
y la necesidad imperiosa
de seguir demostrándote
lo que te quiero;
no porque no lo sepas
o porque no lo sientas,
sino por justicia
de todo lo que tiene
que ser celebrado,
en este caso,
la vida, el amor y el crecimiento.
Llevo nueve años con este,
escribiéndote en el día
de tu aniversario
aunque sepa que el de los 30
jamás podrá ser superado.
Esto también va de ligas
y de categorías,
y ya toqué techo hace tiempo.
Incluso así,
no desisto, no me canso,
me niego a no defender
lo público y a hacer público
todos tus significados.
Las madres de día
tendrían que estudiarte
como te estudié yo
en la adolescencia,
concentrado y completamente emocionado
por el descubrimiento
de un nuevo mundo,
quizá mi último y único mundo
meritorio de ser explorado
con esa mirada
que nos conduce
hacia lo salvaje.
De ahí que Amaral
sea referente,
tirando por la borda
a Colón, Magalles y Elcano.
El caso es que esta vez
soplarás las velas
lejos de tu ciudad.
Puedo preveer algunas
de las cosas que ocurrirán
poniendo la mano en el fuego,
echándole un pulso al futuro,
embistiendo con las mejores
de mis atacantes
y volver a ganar,
volver a ganar en salud mental,
acertar con los modelos
y fotografiar justo lo que nadie
consigue ver.
En tu maleta llevarás
camisetas que no sabías
que existían,
música en el coche
que nunca ha sonado,
un objetivo retro y nuevo
al mismo tiempo,
pese a la contradicción,
para la colección,
y eventos en directos
tanto a solas
como acompañadas.
Por eso precisamos
cambiar el turno,
para hacer las mismas horas
entrando antes y saliendo
también antes.
Porque tenemos prisa por vernos,
porque jamás hemos llegado tarde,
porque no nos aguantamos las ganas
y porque lo haremos
con nuestr@s cachorr@s al lado,
que aunque desconozcan
todas las implicaciones
que de aquí subyacen,
son expertas en absorberlo
todo con pajita
y sin apenas respirar.
Haremos el camino
a la ermita,
en blanco y negro
junto al río,
con árboles primaverales
y pájaros migrantes.
Les contaremos
a nuestr@s más pequeñ@s
cada año juntas,
cada viaje bien planificado,
cada sorpresa con que nos topamos.
Así celebraremos
tus treinta y seis años,
con la posibilidad abierta
de pararnos y mirar hacia atrás
para recordar
cómo dimos los mismos pasos,
ahora acompañadas,
con similares actitudes
y sueños entre latitudes.
Porque Madrid
y su egocentrismo
no lo son todo;
contamos en nuestro haber
con ciudades pequeñas,
pueblos mágicos
y paisajes inhóspitos.
Ahí es donde realmente
nos reencontramos.
Te acuerdas cuándo nos decíamos
¿quedamos en sueños?
Pues lo hemos conseguido.
La autorealización
de superar los miedos de antaño
y comprobar que la vida sigue
aunque en la ESO te dijeran
que no ibas a llegar
a ningún sitio.
¿En qué sitio pensabas,
monja del infierno?
me pregunto.
Todavía me acuerdo
del frío gélido
de los 30 años,
también en marzo
y también celebrando
la narración oral
de lo que no se había contado.
Otros tiempos,
cuando gobernaba gente decente
aunque siempre insuficiente.
Pero sigues soplando velas
y cumpliendo sueños;
lo de abrir regalos
para cuando se puede,
eso no es lo importante.
Lo importante han sido
las dos veces
que has abierto
todo tu cuerpo y todo tu gesto
para traer al mundo
a nuestr@s dos hij@s.
Si no he visto mujer como tú,
tampoco he visto madre como tú,
ni siquiera la mía.
Quizá no te lo digo
todo lo que debiera,
pero tampoco se me olvida
decírtelo de vez en cuando.
Te quiero.
Te quiero con todas sus letras,
implicaciones y significados.
Te quiero en Soria
y te quiero de noche.
Te quiero cuando te miro
porque cuando te veo
te quiero más.
Te quiero al hablarte
pero te quiero más
al pensarte.
Te quiero en vida
y te querré después
de las muertes,
por encima de cualquier
ley sagrada que se interponga.
Te quiero a través
de nuestr@s hij@s
y como cada texto que escribo,
porque aunque no vaya de ti la cosa,
siempre hay algo de ti
que transciende.
Pero eso no lo sabe nadie
más que tú,
que eres la destinataria
de mis inspiraciones,
mis complicaciones
y mis embestidas
a través de palabras
que solo conoces tú.
Si hay alguien que ha coleccionado
mensajes, detalles, matices,
metáforas y analogías,
eres tú.
Guárdalas a buen recaudo
es lo máximo que puedo ofrecerte.
Este cumple
será comunero,
a solas y lejos
de la indecencia;
sin presiones ni compromisos,
sin tesoros ni alijos.
Solo con tu familia
y sin contaminación lumínica,
con la única luz
de las velas
que llevamos en la maleta,
para desearte y contarte
que somos porque tú eres
y por eso seremos.
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