australianos,
a la sombra de los Picos de Europa
en medio de una ola de calor
el verano pasado;
igual que descubrimos
Ladybug el verano anterior,
ante la brisa cántabra
y olor a establo.
No todo iban a ser
plataformas streaming,
sino que a través de la antena
de toda la vida,
también encontramos entretenimiento.
Seguramente, el entretenimiento
televisivo
más sano y pedagógico
que podíamos encontrar
si es que esos dos adjetivos
tienen cabida dentro
de la caja que atonta.
No solo descubrimos
un modelo de familia,
sino que nos sentamos juntas,
con cada capítulo de 7 minutos,
para aprender cosas útiles
den la vida cotidiana.
Defiendo con capa y espada
valerosas,
este tipo de ejemplos
donde dar rienda suelta
a la imaginación,
a la simbolización
y al juego intrínseco
de acompañar a l@s cachorr@s.
Cachorr@s más que nunca,
porque escribo
sobre una analogía de familia
compuesta de pastoras alemanas:
Blue, Bingo, Bandit y Chilly.
Jamás pensé que escribiría
sobre unos dibujos,
pero he escrito sobre tantas cosas
que jamás pensé que escribiría...
Un reflejo de la educación en positivo
en el canal Disney, pero no
solo es eso;
es la visibilización, es la concienciación,
es el de demostrar que otras formas
son posibles.
El capítulo de la tormenta
en el que Bluey hace de presa
con su propio cuerpo,
el de Bingo con su objeto de apego
y su miedo a dormir sola,
el del papa y las dos cachorras
esperando en la calle
a que les den su comida a domicilio,
el de recrear unas comunidad
de vecin@s en si propia casa,
el de pobre bicho de la pared
chin chin,
nadie le llega a querer
chin chin,
ni le hacen cosquillas en los pies
chin chin,
ni le suenan la nariz
chin chin.
Un sentido de la estética maravilloso,
un trabajo exquisito de los detalles,
una música instrumental
que dialoga sin palabras,
y una cotidianidad en sus sucesos
que asusta a quien
preste un poquito de atención.
Se ha convertido
en los más visto
de la Mariana.
Si queremos ver algo, ha de ser Bluey
y es una de las mejores referencias
audiovisuales en las que apoyarse.
La simbolización a través
de la imaginación,
las interacciones estrechas
entre los canes,
las cosas que creías
que solo te pasaban a ti
pero les pasan a casi
todo el mundo.
Todo eso nos ha regalado Bluey.
Ojalá más perros
y menos humanos
muchas veces.
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