es como el nuevo
año fiscal
para la infancia
y acompañantes.
Algunas preparamos el mes
durante las semanas previas
para intentar allanar el camino.
Otros,
por dejadez o desconocimiento,
van a pelo
con la venda puesta,
y esto no debería ser así.
Se merecen
una explicación,
qué digo una,
miles.
Necesitan un contexto
bien pensado,
delicado y seguro.
Exigen cercanía
y mira de alturas
porque son
seres dependientes.
Un blindaje sistemático
de sus intereses,
de sus demandas,
de sus satisfacciones.
Una espera extraordinaria
hasta que te den permiso.
La magia, la ilusión,
lo emocionante de cada detalle.
Se merecen la absoluta
brillantez
de quiénes les acompañan.
No me refiero sólo
a lo institucional
ni al marco profesional,
sino a quiénes
se ponen zapatillas
de andar por casa.
Ahí empieza todo,
por lo menos
en mi caso/casa.
Ellas y ellos
no nos han pedido nada.
Y los mandamos
a una guerra impuesta
sin estrategias,
ni plazos,
ni técnicas.
Un 'salvense quien pueda'
que producirá secuelas
y daños colaterales.
Somos cuervos que,
sin duda,
podríamos hacer
mejores planteamientos,
pero no hacemos el esfuerzo,
no preparamos el ambiente,
no les tenemos en cuenta.
Claro que salen de todo,
claro que pueden con todo,
son una suerte de aves Fénix
pero,
¿a qué coste?,
¿por qué nos cuesta tanto
hilar un poquito más fino?,
¿qué nos cuesta ser
un poquito mejores?
Por ellos,
por ellas,
NO VALE TODO,
¿hasta cuándo?
Septiembre siempre es empezar,
y en muy contados casos,
se empieza con buen pie
en este país.
Septiembre es un sitio que,
aunque se hayan dispuesto
la condiciones favorables necesarias,
siempre resultan insuficientes.
Lo siento niños y niñas,
perdóname hijo.
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