sin venir a cuento.
Porque sus elaboraciones
son distintas a las nuestras.
Siete palabras
que forman
una frase compleja
con una intención
comunicativa inequívoca.
De alguna manera,
él ya sabe
quién es ella,
y busca desesperadamente
verla a través
del ombligo de mamá;
o tocarla al tacto
de la tripa creciente
con forma de tobogán;
o determinar
que "no sale"
porque todavía
no es tiempo
de que nos llegue.
'Voy a contar un cuento a alguien"
es donar
toda tu fortuna,
ceder el patrimonio
y nacionalizar
todas tus empresas.
Sería como enseñar
tu cuerpo desnudo
sin pudor
ni vergüenza,
sin intención
malhechora alguna.
Voy a contar un cuento,
en este caso a Gala,
es empezar a cuidarla
desde el simbolismo,
sin la tangibilidad
de las propiedades
que nos ofrecen los objetos.
Es empezar a quererla
desde la primera
palabra que le escribí;
es más,
es empezar a desearla
desde aquel primer
pensamiento
que ya huele a añejo.
Voy a contar un cuento a Gala
es mirarse a los ojos
y descubrir la verdad,
sentir la guerra
y escuchar aquella canción
de manera incansable,
insaciable.
Es el máximo orgullo
de poder morirse tranquilo.
Voy a contar un cuento a Gala
será real,
como todos lo cuentos
que llevas,
imposibles de contar.
Será otro acierto
que añadir a la libreta.
Será otro éxito
del que poder hablar.
Cuando dijiste
sin venir a cuento
"voy a contar un cuento a Gala",
no sabemos si está
bien dicho gramaticalmente,
pero nos miramos
sonrientes
sin mediar palabra,
sabiendo que era
el primer pequeño cuidado
que la dedicabas.