siete vidas.
Dos fracturas
y cuatro
agujas
le respaldan.
Se llama Clio.
No por homenaje
al motor
del coche
donde nació,
sino como
memoria
histórica
de la primera
y única
faraona,
Cloe.
Así creció.
Se desenvuelve
como pez
en el agua
entre dos casas
que le vieron
arremeter
con furia
el valor
de su posesión.
Sillones deshilachados,
mosquiteras descolgadas,
duerme donde quiere,
donde elige,
a su altura,
la de los dioses.
"Ronroneante"
se apega
a los cuerpos
de día,
en la distancia
se activa
de noche
con el juego
expectante.
El más pequeño
hasta la fecha,
sus ojos,
desafiantes,
acechan ventanas
de movimientos
constantes.
En el trono,
en la atalaya,
sus trastadas.
Cuida
de su hermana
haciendo de
almohada.
La lava
y la peina
si le interesa.
"Carantoñea"
aliviando
el ladrido,
la tira,
la araña,
la ama.
Protege
lo suyo,
cede su chuche,
cojea alegre
salta del susto.
^Te he llorado^
cien veces
por ser
y formar
parte.
Y lo haré
las que
haga falta,
la clave,
nuestro resorte,
tus rajas,
mi arte.
_A Clio_
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