Todos los años igual.
La misma clínica
de barrio. Cutre.
La sala de espera
de siempre
con las revistas
de contenido
dudoso.
Impuntuales
vayas cuando vayas.
La misma auxiliar
con una cara
invariable
desde hace
quince años.
Y cómo no,
el dentista
de siempre,
el puto flipado
que me hace
las mismas
preguntas
años tras años,
no fallo,
año tras año.
Qué pereza.
Le contento
inventándome
las respuestas
viendo su
irrelevancia.
Cada vez
duele más.
La sensibilidad
cada vez
es mayor.
La dichosa
limpieza de boca
para quitarme
el sarro
y las putas manchas
por el tabaco
y el café.
Termina.
Me enjuago
el dolor
y escupo
el odio
tintado de sangre.
- Tienes una pequeña caries
y hay que quitarte
las muelas de juicio
(lo mismo que el año
pasado, y que el otro...).
¿Para cuando te doy cita?.
-Cóbrame cabrón. Hasta el año que viene.
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