Los niños y las niñas
salen a jugar
a las calles.
Verano,
35º
a la sombra.
Armados
hasta el asfalto.
Ya no se juega
como antes
pero todavía
quedan resquicios
por los que
sonreír.
Abrasadoras
las ganas
de verse
para convertir
una tarde
cualquiera
en una tarde
inolvidable.
Los amores
platónicos,
los juguetes
analógicos,
la ropa
vieja
y desgastada.
Un espacio
donde
pronunciar
palabras prohibidas
y dar la mano
a escondidas.
Quizá el
primer beso
o la primera vez
que te sientes
solo en este
mundo.
Verano,
vacaciones
y tiempo libre.
La puerta a la
adolescencia
en un montículo
urbano
sin playa
ni montaña.
Verano,
donde y pese
a la ausencia
de movimiento
del aire,
ocurren
muchas cosas,
se desatan
acontecimientos
de los que
nos acordaremos
toda la vida.
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