desconocido
por el que
respiramos.
Muertas,
se acumulan
desde hace
millones
de años
formando
el desierto
africano,
lecho jurásico.
Con la tormenta
de arena perfecta
viajan
sin saberlo
para procurar
la fotosíntesis
del Amazonas
entero.
La simbiosis
con el agua
brasileña
de la que
se nutren
los árboles,
los tallos,
las hojas.
Recorren
como savia
por dentro
hasta aparecer
como gota
de agua.
Las diatomeas
en estado
líquido
se evaporan
formando
un río volador
que hace
las veces
de techo
de la gran selva.
Dicho río
emprende
su camino
por el aire
hasta chocar
de lleno
con la pared
de los Andes.
Caída libre
hacia el mar
hasta llegar
a los glaciares
noruegos
donde
las diatomeas
se nutren
al desprenderse
el bloque
de hielo
que tardará
décadas
en volver
a despertar.
El suelo
marino crece
al desfallecer
las diatomeas
y así,
cuando
se seque
el mar,
formará
de nuevo
el cementerio
de organismos
para que todo
vuelva a empezar.
Y así estamos.
Todo y tod@s
interconectad@s.
Tú con él.
Yo con él.
Los tres.
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