martes, 23 de julio de 2024

La mujer de verde

Ya está.
Otro curso que se
nos va en un suspiro.
De la alegría desbordada
al cierto vacío existencial 
en apenas un año
que parecen segundos.

La mujer de verde 💚 
me ha vuelto a enseñar 
el camino hacia la felicidad.
Una señal para
buscarnos un disfraz
en carnaval.
Y el baúl, como siempre,
ha dado para mucho 
aunque nunca resulte suficiente.
No es cuestión de inconformismo,
esto va de justicia profesional
y emocional 
y me la bufa quien 
no lo quiera entender;
estamos tan por encima 
de lo mundano y lo mediocre 
que pocas cosas
que no dependan de nosotras
consiguen afectarme.

Y te diré
en acústico sentadas en el sofá,
que sinmigo también 
estarás bien 
aunque no sea lo mismo.
Pero es que sintigo 
se que también estaré bien
aunque ni por asomo 
pueda ser lo mismo.
Nacimos para muchas cosas
y una de ellas es para estar juntas,
con una pedagogía tan sensible 
con lo humano,
como comprometida 
con la práctica de nuestras funciones.

Agradecértelo con un
popurrí de canciones
me parece justo y necesario,
sin ánimo de romantizar 
ningún título 
ni ninguna letra,
con la intención 
de emocionarse 
a todo volumen y a todo trapo,
quedando recogido 
en un movie maker 
que debería ser el tercero,
pero la pandemia 
nos robó el primero.

A partir de ahí,
Como si fueras a morir mañana 
se convirtió en un mantra 
porque al final siempre
quedamos las de siempre.
En una ciudad que no descansa,
nosotras, desveladas,
esperamos La llamada
a despacho 
que nos haga
desplegar el paracaídas.
Tres veces en cinco cursos 
está por encima 
de cualquier probabilidad.
Pero vinimos a eso,
a romper las estadísticas 
de lo establecido 
con un tipo de acompañamiento 
especial, que no mejor,
pero sí exclusivo, 
por la composición de la pareja.

Mira como bailan,
delirantes, incesantes, inclementes 
en un jardín que nos lo dio todo.
Ahí nacimos, crecimos,
nos desarrollamos y nos mantenemos.
Es imposible que se me agoten
las palabras,
ya no solo
por la increíble ristra de vocablos 
en nuestro idioma,
sino porque para decir 
y repetir las mismas cosas,
se pueden decir de muchas maneras 
para que parezcan 
increíblemente nuevas.

Llevamos tres pequeñas
revoluciones
poniéndolo todo
patas arribas,
por las nubes,
con el punto de mira
ajardinado 
y una zona de encuentro 
donde sentir 
la pertenencia 
no solo a un grupo,
sino a un concepto: La Pandillita.
Un concepto que crece,
se desarrolla y vence 
a cualquiera meritocracia 
de la vida adulta.

Nuestro amor será leyenda,
aunque algunas canciones 
no sean de nuestro gusto,
por el pretérito hedonismo,
por un futuro comanche,
no seremos un mito,
seremos un clásico.
Lo hacemos bonito,
prosa,
pedagogía,
rebeldía.

_A mi Bewüi y a nuestro tercero (23/24)





viernes, 19 de julio de 2024

Jueguen

No es mentira
que cualquier infancia 
reproducirá sin error
juegos a los que tú jugaste.

Quién no iba saltando
el paso de cebra
pisando solo las rayas blancas,
o las baldosas rojas de la acera,
o el bordillo para hacer de equilibrista.
Quién no ha cerrado los ojos
para caminar
con sus manos por delante
y sentir cada obstáculo,
cada barrera, cala límite físico.
Quién no ha jugado a coger
con sus dedos el sol,
un rascacielo a lo lejos,
todo un campo cubriendo 
el horizonte.
Quién no ha jugado
a saltar, a saltar muy alto
superando tu propia
estatura con el impulso.
Quién no ha jugado a correr
para echarle una carrera
al autobús,
y ganarle.
Quién no ha jugado
a contar sus pestañeos,
a no respirar 
para ver cuánto aguantas,
a guiñar los ojos
como si fueran disparos.
Quién no ha jugado 
a inventarse canciones
con palabras nunca dichas,
a vaciar una piscina 
haciendo la bomba,
a gritar alto y fuerte
para proyectarte 
a kilómetros de distancia.
A quién no le han subido
a hombros para llegar
a las hojas de los árboles,
a quién no le han hecho dar
una voltereta con las piernas
abiertas y los brazos por debajo.
Quién no ha jugado
a hincar palos 
en las mierdas,
a arrancar hojas de los arbustos,
a tirar piedras por las rejillas
de ventilación.
Quién no ha jugado a dar de comer,
a acunar a un muñeco,
a hacerse el dormido.
Quién no se ha hecho una casa
con el sofá del salón,
a colgarse de las cortinas,
a esconderse en un armario.
Quién no se ha metido
debajo de la cama
para jugar con sigilo,
a enrollarse en un columpio 
para salir despedido,
a tirarse de pie por le tobogán.
Quién no ha jugado a ponerse
ropa de sus pamadres,
a experimentar con palabrotas,
a buscarse el latido del corazón 
por las diversas partes del cuerpo.
Quién no ha jugado
a recortar revistas,
a hacer montañas de libros,
a trasvasar garbanzos
de un bote a otro.
Quién no se ha pintado 
los labios, las uñas o la cara
¿Quiénes?
Quién no ha marcado un gol,
una canasta, un dardo en 
el centro de la diana.
Quién no ha jugado a que 
el globo no toque el suelo,
a construir presas
para que no pase el agua,
a intentar vaciar de arena
una playa entera.
Quién no ha jugado 
a hacer mímica,
a leer los labios,
a contar secretos.
Quién no ha jugado
a l@s médicos,
ni a ser putos policías 
e injustos ladrones.
Quién no ha jugado
a darse la mano,
a pillarse,
a asustarse.
Quién no ha jugado de puntillas,
a mirar con el rabillo del ojo,
a soplar fuerte
para derribar la meritocracia
del cerdito trabajador.
Quién no ha jugado a rimar,
a las adivinanzas,
al veo-veo en el coche 
de viaje por vacaciones.
Quién no ha aplastado 
una hormiga sin que le vieran,
a patear el break de zumo
que alguien no tiró 
a la basura,
a dar vueltas hasta el mareo
en la barandilla del Metro.
Quién no ha jugado a reptar 
por el suelo,
a jugar descalzo 
con todos los nervios
del pie al descubierto,
a hacer ritmos con las cacerolas.
Quién no ha jugado 
a taponar el grifo de la fuente,
a conducir desde 
el asiento de atrás,
a tapar montañas 
con la palmas de tus manos.
Quién cojones
no ha saltado un tramo 
de escaleras entero,
quién no se ha sentado
en el respaldo de un banco,
quién no se ha inventado
un juego con el cordón 
de su zapato.
Quiénes coño no han jugado
a hacer burla,
a imitar cada movimiento,
a no reírte en un serio.
Quién no ha despegado un cartel 
de la marquesina,
a jugar a cazar con el matamoscas,
a comerse un hielo.
Quién no ha jugado
con los botones de las tragaperras,
de las putas tragaperras
que ahora son inamovibles
Casas de Apuestas,
a quién lo han balanceado
con una sábana 
cantando el aserrín aserrán,
quién no ha estirado el chicle 
hasta reventarlo.
Quién no haya pisado charcos
no tiene madre,
quién no ha jugado
a abrir la boca
para comerse la lluvia,
quién no ha jugado a darle
vueltas a una moneda.
Quién no ha pegado cromos,
o pegatinas, o papeles 
con pegamento de barra,
quién no se ha puesto
zapatillas con diez tallas
más que la suya,
quién no ha jugado 
a hacer un remolino debajo del agua.
Quién no se ha fabricado
unas gafas con las manos,
un parche pirata,
unos prismáticos.
Quién no se ha subido
al carro de la compra,
dentro de una caja
como su hermano gatuno,
quién no se ha acariciado 
con el pelo de su madre
estando metido
debajo de su camiseta.

Estos son solo
algunos ejemplos 
entre millones,
de las cosas 
a las que siempre
podremos volver 
para jugar.
¿Cuáles son los tuyos?

jueves, 18 de julio de 2024

Mi rabia

Mi rabia, mi barba.
Canosas camaradas 
desde la adolescencia 
la rabia y la barba.
Después vinieron 
los sueños,
pero la rabia y la barba
no desaparecieron.
Barbarie.
Rabia de clase,
clase de barba.
Identitarias.
Comprometidas y apegadas.
Farragosas, onduladas, umbrías.
No sin ellas.
No son tapaderas,
sino pisos francos 
desde los que atentar. 
Canceladas.
Que nunca tengan el sueño tranquilo.
Sin excusas,
desde la garganta 
y apretando el labio
con los dientes 
para no normalizar 
el dolor.
No es natural sufrir.
Ante la mentira
más rabia, más barba.
Mi barba huele a tabaco,
mi rabia brota del corazón,
mi rabia huele a campo
mi barba brota de mis hijas,
desde sus pies hasta sus puños.
Mi rabia y mi barba milicianas,
banderas y matrias.
Pocas personas me conocen 
sin barba,
pero es que ninguna
me conoce sin rabia.
Así debe ser y será.
Mi rabia me da alas,
mi barba me da las ganas.
La rima de dos sustantivos
tan adjetivados
que los verbos 
pierden el sentido.
Volver a casa
perdidas por carreteras
libres, sin transitar,
prosaicas y maravillosas.
Mi rabia se canta,
mi barba dignifica,
huelguistas e insumisas.
Alcanzarlas con las
puntas de mis dedos
y rozarlas para
sentirme vivo y completo,
aunque el concepto de completitud
se equivoque 
al haber siempre
una lista de necesidades 
que esperan su turno.
Barba trinchera,
rabia a disparos,
revolucionarias,
mis mares anchos.
Que ardan
autodeterminadas
sin apoyar las rodillas,
con la mirada bien alta 
y me avente la garganta.
Caja, bombo y platillos,
tiro en la nuca.
De la luz a la oscuridad,
llévame,
te estoy esperando 
para acabar contigo.
Mi rabia pública 
y mi barba solidaria,
portal de transparencia.
Letras barbudas,
significados rabiosos,
multiculturales, inclusivas, indómitas.
Una barba empoderada 
que no silencie a la rabia,
estructurales,
himnos,
lemas.

Mi rabia y mi barba,
la reyerta
que nos hace falta 
a todas.

miércoles, 17 de julio de 2024

325 días después

Hoy se conocerán las notas,
pero eso será para otro texto.
Hoy culmina la participación 
de la corredora de fondo.
Hoy se termina la soledad,
el aislamiento y comienza 
el acercamiento tan anhelado,
algo parecido 
a lo que debería ocurrir 
con l@s reos.

Casi un año después 
sabremos si se han
cumplido las expectativas 
y cuánto habrá 
que reinventarse de nuevo.
Las maestras nunca colgarán 
sus lápices y libros,
pero por lo pronto,
ahora toca asumir los resultados,
encajar cada golpe
que no vimos venir 
y seguir desafiantes 
cuando se esté preparada.

Y lo haremos sobre
terreno seguro 
porque el vuelo del colibrí 
consiguió sofocar el incendio,
cumplir el deseo,
calmar la ansiedad,
hacer realidad el sueño 
de dedicacarse a lo que una ama
por vocación.
Los días de oposición 
resultan insignificantes
en comparación 
a cuando aprobaste 
la carrera en un apartamento 
céntrico de Granada 
allá por 2010.

Nos hemos hartado 
a echarte de menos 
durante los fines de semana;
nos hemos acostumbrado 
a hacer el ritual del sueño 
sin tu presencia;
hemos disfrutado de planes 
sabiendo que te los 
mercerías tanto como nosotras;
y hemos crecido en paralelo 
mientras mirábamos 
por la ventana
como te marchabas 
con la mochila cargada de compromiso.

Pero una vez más 
seguimos siendo las mismas,
tú y todas,
desde el día 1 hasta el día 325.
No sacaremos la mejor nota,
pero a excelencia, sensibilidad,
delicadeza y máximo cuidado
de los detalles pequeños
no nos supera nadie.
Trescientos veinticinco días.
Se dice pronto 
aunque parezca 
una eternidad.
Una vez pasada la hazaña 
te das cuenta
que la intensidad
de cada momento 
no eran más que sutiles partes 
de todo lo que nos quedaba
por experimentar.

La madurez familiar
con la que hemos afrontado 
el proceso
debería estudiarse
en cada academia preparatoria,
cada una en su etapa,
con un desarrollo evolutivo diferente,
con estrategias diversas 
para confrontar con
las adversidades 
y con objetivos distintos 
durante el tránsito hacia 
lo desconocido.
Qué bien lo hemos hecho,
tú y todas,
sin secuelas ni heridas,
alguna cicatriz y algún 
que otro susto.
Un reflejo absoluto
de lo que fuimos, somos y seremos.

Otra obra de arte
que ha tardado 325 días 
en terminarse 
y ya no nos queda sitio
en el salón para exponerla.
Pero nos quedan las ventanas,
para que vea el barrio entero 
la capacidad y el poder
de superarse.
Que no hace falta ser nadie
en concreto para llegar
a sitios especiales.
Ha sido duro,
pero estelarmente bonito 
vivir en esta patria 
que te has inventado.

Te damos las gracias y la paz 
sin que suene a misa
de iglesia
aunque te adoremos 
como a una diosa.
Que tu voz sea puñal
y tu movimiento 
el batir de las
de una colibrí 
que lidera la batalla 
de un barrio 
por salir adelante.

_A estos últimos 325 días_

martes, 16 de julio de 2024

La alegría de un País

Se desata la locura 
con el pitido final del partido.
El barrio empieza a rugir
por todos lados.
Lo sabemos porque es verano 
y tenemos las ventanas
abiertas buscando 
algo de alivio,
es cuestión de clase.
Pitidos, gritos y vítores 
de ¡Viva España!
menos mal que no hay "arribas".

Cierro las ventanas
para que mi familia
no se despierte 
por el júbilo de la multitud nocturna.
No nos hace más chulis
no haber visto
ni un solo partido de la Eurocopa,
cada una con sus intenciones.
Hace tiempo que ninguna
selección nacional 
me quita el sueño 
y menos la española.

En Francia no hubiera sido
muy distinto,
pero allí al menos
corean el ¡No pasarán!
aunque ni siquiera
sea suyo el lema.
No hay mal que 
por bien no venga.
Se ha vuelto a hablar 
de antirracismo,
de diversidad,
de la procedencia de barrio 
y para eso
sí que me subí al carro 
de la celebración.

No eres de clase media
cuando tu vecina del cuarto
te dice que tiene goteras
y una humedad que le
a acompaña desde hace
una década.
Es verdad que defienden
unos valores,
pero no es menos verdad
que son ricos,
generalmente equidistantes 
y de derechas.

Ellos no se acordaron
de su homónimo femenino,
ni siquiera las defendieron
o se posicionaron,
pero tiene lógica,
ellos no tienen miedo
de ser agredidos sexualmente 
mientras levantan la copa.
Claro que es cuestión de género,
claro que es cuestión de clase,
claro que es una cuestión 
ideológica.

Pero comprendo 
la emoción y la alegría
aunque no la comparta.
Ojalá esos sentimientos 
motiven para que al 
día siguiente 
vayan a exigirles a sus jefes 
mejoras en sus condiciones laborales,
o para manifestarse
junto a la dignidadad
de las sanitarias,
o para atreverse a gritar
que NO A LAS GUERRAS.

La alegría de un país 
se desvanecerá a los dos días,
porque seguiremos siendo
igual de pobres,
igual de mediocres
y las mismas víctimas de siempre.
Anestesia para el pueblo
con vía libre para los ultras.
Durante el finde
de la final de la Eurocopa 
ha habido cinco
asesinatos machistas
en el Estado,
nada más que añadir, Señoría.

Enhorabuena, España,
mañana seguiremos 
siendo la misma mierda 
como sociedad individualista,
anticlimática y negacionista
mientras nuestros jugadores 
cierran contratos 
multimillonarios en países 
que no respetan 
los derechos humanos más básicos.
Todo bien ¡Harriva Ejhspanya!

domingo, 14 de julio de 2024

Ahora contar solo suma

Como si antes hubiera 
sido lo contrario.
Coleccionar y sumar
siempre han tenido 
las mismas implicaciones,
acoger, guardar, mantener
y esperar humilde a la siguiente,
porque llegará,
eso se sabe,
eso se huele,
eso se escucha,
eso se ve,
eso se siente,
tengas o no
los sentidos operativos.

La gran Historia del encuentro,
sin ni un solo desencuentro.
Quién no se querría 
quedar a vivir allí.
¿Tropezar con la misma piedra?
Estamos lejos de tropezar 
con la primera.
Suma y sigue
canta Estopa desde el 99.
Es como llegar 
a un sitio de nuevas
e inmediamente comprender 
que habías querido eso
toda tu vida.

Desde pequeñas 
aprendemos casi sin querer
a contar,
pero no solo números,
sino vivencias significativas 
que nos marcan 
para bien o para mal.
A partir de ahí,
cada cuál cuenta
a su manera,
con sus códigos y sus fuentes,
con sus líneas rojas y
con sus significantes.
Yo llevo tanto tiempo 
CONTANDO
con un estilo tan personal,
que con una sola palabra
o un solo número 
quedo al descubierto
sin tapujos.

No solo hay que seguir
contando cosas,
sino que tenemos 
que conseguir 
contar con las personas,
con esas mismas 
que te hacen ser como eres,
con esas, especialmente,
con las que solo sumas.
Aquí no valen
las restas ni los dividendos,
ni siquiera las raíces cuadradas 
que no hacen más 
que simplificarlo todo,
aquí a multiplicar,
a lo grande,
para acercarnos
tanto como podamos
al infinito.

No es ahora,
lo fue siempre 
y lo será después,
porque lo de contar 
es lo nuestro,
digan lo que digan
le pese a quien le pese.
Si todavía no se entiende,
ya va siendo hora.

Cuenten conmigo 
¿puedo contar con contigo?

viernes, 12 de julio de 2024

A nadie se le había caído así

Siempre hay tantas cosas que contar.

Pero es que lo de hoy,
lo de hoy es una de 
esas cosas que nos pasan
que nos hacen diferentes,
o al menos estoy yo
para contarlas 
y quizá por eso 
suenen especiales 
aunque nos pasen a todas.
Cada vez estoy
más convencido
de que escribo 
para dar visibilidad 
a la gente que amo 
y a la vez pedir justicia 
para la gente buena.

Pero yo no venía a hablar de mí,
para eso me reservo
otro escrito.
Resulta que la colibrí,
viaje a viaje,
con un piquito minúsculo
donde cabía muy poquita agua,
y mientras otras muchas fieras 
miraban equidistantes,
consiguió apagar el incendio
ella sola.
Tal fue la sorpresa,
que saltó
con un grito desgarrador de alegría,
casi igualando a los que dio
cuando parió,
y sus crías se asustaron tanto 
que rompieron en un llanto 
inexplicable, nervioso y aterrador.

Sola las adultas 
sabíamos lo que significaba 
aquel supuesto drama.
Por una vez
nos saltamos el protocolo
de buena crianza y respeto
y no dimos 
ni una sola explicación 
para calmar a los mirlos,
sino que nos dejamos llevar,
incontrolables pero también imbatibles
de todas las adversidades posibles.
Había aprobado la oposición 
y eso significaba demasiadas cosas
como para ser explicadas
en apenas segundos.

Llorar, que nadie te diga 
que no puedes llorar;
de alegría, de pena o de rabia,
que todo el mundo llore
cuando necesite llorar
sus emociones.
Y cada cual
con su movida,
que para eso es suya.
Nadie necesita consentimiento 
para llorar,
para eso no.
Llorar es un derecho,
como el de la alegría 
o el de la pereza,
cabrones,
hijos de facha.

Total, que al mirlo grande
se le movía un diente
desde hace semanas,
eso fue otro drama.
Cuando las aguas se calmaron 
espetó un "ahhhh"
y nos enseñó el hueco,
la ausencia del mismo,
el vacío que queda
para que algo nuevo brote.
No ha habido ovarios
a encontrar el diente 
¿se lo habrá tragado?
¿andará debajo del sofá 
con la cantidad ingente
de pelusa y polvo?
¿habrá sido tan rápido 
Ratón Pérez de llevárselo 
sin ni siquiera haber tocado el suelo?

No lo sabemos
y sinceramente nos la suda.
Aquí tó dios
ha cumplido 
con sus expectativas,
una vez más,
cada cual con las suyas.
Mamá con la oposición,
Enzo con su diente,
Gala por estar rodeada de referentes 
y yo...y yo por acompañar 
como acompaño,
siendo un puto experto 
en la hazaña de estar presente.

Esta era la anécdota.
Cómo del júbilo extenuante
surgen nuevas y buenas noticias.
Porque insisto,
yo no creo en el destino,
ni en las energías,
pero sí que creo en la atracción 
y en la influencia de las personas.
Yo quise grabarlo,
siempre me pasa,
tener un trocito de imagen 
para no olvidar ni un
solo detalle 
y compartirlo,
compartirlo 
con toda la peña 
qu nos ha pensado, sufrido 
y alegrado por el aterrizaje.

Del susto 
se le cayó 
se lo tragó
despareció 
el diente.
Se le mueve justo
el de al lado
y a mamá 
le queda otra nota.
Ahora le aviso.

_Al aprobado de mamá en la oposición 
y a la primera caída de un diente de Enzo _



jueves, 11 de julio de 2024

La fábula del colibrí

Borré este texto sin querer
mientras iba a por 
agua al lago;
como el colibrí,
tuve que repetir el proceso 
infinidad de veces
por muy insignificante 
que pareciera mi labor.
De eso se trataba 
según la fábula,
de que cada una
aportara su parte 
a la comunidad.

La futura maestra 
sale a la calle a defender
ante un tribunal 
la dignidad de un barrio;
la anciana sin red
baja los cinco pisos 
de su bloque 
para ir a comprar 
sus medicamentos;
la tendera sobrevive
a la competencia 
con precios populares;
y la joven confronta al nazi 
para defender la diversidad.

La fábula del colibrí 
no es un descubrimiento,
es el hecho basado en la realidad
de que una vez se pudo
y por tanto,
se va a poder volver a poder.
No sé cuántos jaguares
te has cruzado por la selva,
pero sin duda fuiste
ejemplo y lección 
para cada uno de ellos.
Es la demostración empírica 
de que las fábulas y sus moralejas
son una bonita analogía 
entre los pájaros, las personas
y los flujos migratorios.

Quizá por eso 
hace tiempo 
comenzamos a amar 
a las aves,
como una inequívoca señal
de lo que se nos venía encima.
Todavía no sabes 
si el colibrí 
se posará en tu hombro,
en la parte más sensible
de tu espalda 
o en el brazo con el que
has imprimido más fuerza,
el izquierdo.
Pero sí sabemos
que el colibrí 
podría tatuarse tu cara
en su ala,
esa misma que bate
cuando necesita
acudir a lugares más amables.

Ayuso podrá 
abandonar a sus bomberos,
las que conforman
en Tribunal, 
no se solidarizarán con 
las compañeras opositoras,
pero el colibrí,
el colibrí no se olvida 
de dónde viene 
ni a quiénes se debe.
Es lo siempre,
actitud, voluntad y compromiso.
Enmarcar una defensa 
con el mejor ataque posible.
El discurso de tu vida.

La colibrí incansable
recorrió la selva 
para coger agua del lago
y dirigirse al incendio 
para intentar sofocarlo.
No sabemos cuántos
incendios provocarán 
o surgirán;
no sabemos si habrá
agua suficiente 
para calmar el calor;
no sabemos cuántas 
ni cuántos se querrán unir
a la tarea común;
Lo que sí sabemos 
es que ya no hay retorno
ya que tu indiosincrasia 
no le pertenece 
al mundo onírico,
sino al mundo terrenal 
en el que las historias
cada vez duelen un
poquito menos.

Feliz vuelo,
pero sobre todo,
feliz aterrizaje.
Has llegado a meta.

martes, 9 de julio de 2024

No nos conocemos de nada

No será mía la idea 
de escribirte sin conocernos,
al menos genuinamente,
pero la vida son 
influencias y repercusiones,
y si no acordaros 
de Aristóteles 
durante el bachillerato,
está todo inventado.
Pero de ninguna manera
quiero que te lo tomes
como un plagio,
como si fuera un intruso 
o un trampero.

Te lo digo de verdad,
te lo voy a escribir,
porque cuando me aprenda
tu nombre,
pasarás a tener 
unos significados
que nadie te
había contado antes.
Es lo que tiene
no esperar nada
y encontrártelo 
sin la presión 
de tener que demostrar nada.

Cuando me conozcas
y me des permiso,
voy a entrar con todo,
arrasando si es lo que quieres 
o delicado si es lo que necesitas.
Tus normas 
y tu consentimiento 
serán lo primero. 
Después me abriré en canal,
solidario, asertivo y comprometido 
para que tires la puerta abajo.
Incluso así 
guardaré mis secretos,
mis zonas profundas,
lugares tan oscuros 
como deslumbrantes,
pero que solo 
son míos hasta que diga lo contrario.
También mis normas
y mi consentimiento serán 
para ti lo primero.

Y nos descubriremos
a través de una sensibilidad 
extraordinaria,
independientemente
del género o de la ausencia del mismo.
Te daré dos besos 
desde el principio 
para saludarte,
pero es que te daré otros dos
para decirte
que nos veremos pronto.
Llegarás a escuchar
cómo te escucho
y te sentirás extrañ@,
aturdid@ y confundid@
porque no estabas
acostumbrado a tal hazaña.
Hoy día,
escuchar,
es de valientes.

Cuando nos conozcamos 
no querremos hacer
otra cosa que seguir conociéndonos,
como si fuera 
una asignatura pendiente 
a la que le dedicamos
mucho tiempo y mucho esfuerzo.
Será un bien tan preciado,
el de conocernos,
que todo sabrá a recompensa,
a esa canción de radio 
que te mueres
por seguir escuchando.

No nos conocemos de nada,
todavía,
pero cuando suceda,
será como desplegar 
el abanico
que llevas en el bolso 
para intentar aportar 
algo de ternura,
ciertamente un bienestar 
tan espontáneo 
como esos cinco minutos 
donde te tomas un descanso 
en un día frenético.

Querremos conocer 
el amplio presente,
también el dilatado pasado
y por qué no,
habrá curiosidad 
por cómo evoluciona 
un futuro 
que estará 
en nuestras manos.
Comenzaremos a cuidarnos,
a llamarnos,
a tenernos en cuenta 
y pensarnos,
como cuando éramos adolescentes 
y nuestro mundo
empezaba y terminaba
en un palmo.

No me aprenderé 
tus apellidos 
porque para eso
siempre he sido muy malo,
pero tú nombre 
entre los comunes 
no pasará desapercibido 
ni en vano.
Nunca llegaré tarde
y en el momento
en que te moleste 
mínimamente 
tendré que marcharme 
con pena pero sin rencor.
Conmigo siempre vas 
a tener salida.

Quizá tengamos
nuestro primer encuentro
viajando en trasporte público,
durante una velada en el bar 
o al chocar, por casualidad,
cuando algun@ de l@s dos
no estemos en nuestro
mejor momento.
Llevo como aval
a mi equipo de personas,
a mis círculos imperfectos,
a mis trozos de memoria desechos
para refutar todo mi caché.

No romantizo la idea
de escribirte 
sin conocerte de nada,
pero como me conozco,
pá que me invitas,
aunque claro,
tú no lo sabías.
No es que lo deje todo
es que formarás parte 
de mi todo
y cuando eso ocurra,
desearás haberme conocido 
de niño, de niña, de niñe.

No digas que no te avisé.

viernes, 5 de julio de 2024

Y lo hizo

Y lo hizo casi un año después 
de que se lo propusiera.
No solo lo ha hecho
porque le tocaba,
sino porque se
lo venía mereciendo
desde hace mucho.
Sin hacer mucho ruido,
a su ritmo 
y con un ejercito 
a la retaguardia,
igual de silencioso,
todas humildes.

Y lo hizo pisando fuerte,
pero sin arrollar a nadie.
Con mucha culpa,
remordimiento y sufrimiento,
pero nada que ver
con lo religioso,
solo con el lastre cultural
del patriarcado, 
por el hecho de ser mujer,
madre, "pobre"
y de izquierdas.
La de cosas que me ha dicho 
que les diría al Tribunal:
un sueño húmedo.

Y lo hizo 
lo mejor que ha podido 
sabiendo que todavía 
no se ha acabado,
que los nervios 
seguirán haciendo de las suyas,
inevitables ante un proceso
de tal magnitud,
rancio a cachos,
multi subjetivo 
y poco sostenible.
Pero lo hizo
y no es la primera vez.

Y lo hizo
con una cantidad
de horas de ausencia 
que se nos va de las manos
a cualquiera,
con un compromiso
imposible para mis ojos,
con una constancia nocturna 
para la que sí 
estábamos entrenadas.
Cuánto ocio atrasado,
cuánta gente que te
a echado de menos,
cuánta procrastinación 
de mierda, a veces.

Y lo hizo
por conseguir
todo lo contrario
relatado en el párrafo anterior.
También por el hecho
de incluirse en un cole,
seguramente en varios
a lo largo de los años
e intentar combatir
el sistema desfasado
desde dentro 
y a la peña mediocre
cara a cara.
Para qué si no.

Y lo hizo
pese a los peajes,
pese al verano 
y pese a todos
los cambios legislativos.
Y lo hizo,
me cago en mi puta estampa 
que si lo hizo,
habiéndole explicado
a sus hij@s
que en gran medida
lo hacía por ell@s,
sin responsabilizarles de nada,
pero poniendo el foco
en su familia.

Y lo hizo con
una angustia insoportable,
un estrés incontenible
y unas expectativas 
tan altas como las estrellas,
tan descubiertas ellas,
porque para conseguir algo
siempre hay que apuntar alto 
por si por el camino
se va perdiendo altura.
Todo en la vida es mejorable 
menos las ganas de vencer
y la compostura de
saber encajar las derrotas.

Sea como sea,
los has hecho,
no hay retorno,
caminas por el filo
con todo tu equilibrio 
en juego,
pero también con
todo tu desequilibrio 
en cuenta
y esa es tu ventaja,
esa es tu indiosincrasia,
la capacidad de hacerlo,
el potencial de haberlo hecho
y la probabilidad de conseguirlo.

Una vez más,
desde la ventana,
¡Sí se puede!