Mi carnaval definitivo,mis uñas pintadas,
mi pelo teñido,
mi disfraz de última hora,
mi/su cumpleaños compartido.
Solo hace un año
y pareciera
que eres de toda la vida,
con tu lazo en la parte derecha
para sujetar
toda la fuerza
que te viene por la izquierda.
Tus pliegues infinitos,
tu barriga planetaria,
tus rizos heredados.
No eres base de la OTAN
ni Putinista invasora,
solo una señal antibelicista
con tu paz, tu dignidad
y tu honra.
Hoy soplamos las velas juntas.
A partir de ahora, que los cumplas feliz,
será una frase de ida y vuelta.
Acuérdate, tenías tantas ganas,
que llegaste antes de
que tu hermano entrase al cole.
Desde aquel entonces,
le has acompañado
admirada de sus hazañas,
con carcajadas insólitas
y palabras en otro idioma.
Las noches se hicieron
para vosotras,
para que a pleno pulmón
y ojos rapaces,
lideraseis el sindicalismo
que toda empresa nocturna necesita.
Has crecido tanto y tan deprisa
que da vértigo pensar
en cada una de tus semanas.
Esa precisión incontestable
de tu movimiento
desde que empezaste
a desplazarte;
esa sonrisa genética
y agradable
capaz de amansar a las fieras;
o esa bravura tuya
para contarnos
lo que no te gusta.
Me he deslizado tantas veces
por el parque acuático
de tus rizos, que por ti,
sería capaz de hacer
las paces con el verano.
Nuestros viajes íntimos
en trasporte público
son un regalo de
lunes a viernes
que se lo deseo a todo el mundo.
No solo nacimos el mismo día,
sino que compartimos
itinerario
como esas dos mejores amigas
que quedan juntas
para ir a la universidad.
También, con lo pequeña que eres,
has cruzado verticalmente
el Estado,
y en cada sitio
que hemos estado,
te he fotografiado
como la musa que eres,
la segunda mujer de mi vida.
Te he ido comprendiendo
poco a poco.
Me vacié en ti
durante dos meses
en la acogida
del mismísimo cielo.
Te he conquistado
por las noches,
con todos mis aciertos
y todas mis equivocaciones
hasta llegar a transitar juntas
el mismo sueño,
entre barrotes,
por los que sacamos
nuestras extremidades.
También hemos convertido
el momento del biberón
en el momento del vínculo
que me recuerda a tu hermano
con más de tres años
tomando su única dosis
de leche
para empezar el día.
No se me olvidará jamás,
cuando contabas
con un puñado de días,
con esos masajes
en tus encías,
con esas caricias en tu paladar,
con ese apoyo alimenticio
con cánula
para fortalecer y favorecer
el agarre a la teta de tu loba,
la que es tu madre
y mi inspiración.
Cada vez que te nombro,
inevitablemente
pienso en el origen
de tu nombre,
en aquellos días
donde todavía no existíais
ningun@s de l@s dos
y solo érais
un deseo, una ilusión, una idea.
Tu gateo prematuro,
la forma en que te escondes
detrás de la telas,
lo impactante de cuando
te levantas
y cambias de perspectiva.
Sois mi única carrera,
la que nunca dejaré de estudiar
buscando la matrícula de honor
en los cuidados, en el acompañamiento,
en el amor puro y sin cortar.
Estoy tan enamoradísimo de ti, hija,
que aunque el mundo colapsara
y los nutrientes
no emergieran de la tierra,
podría hacer que subsistieras
durante cien años,
como los cien años de Gabo,
o como todo el fuego
de la Latinoamérica de Galeano,
o como toda la resistencia
chilena y de Neruda.
En este sentido,
lo mejor que puedo darte,
es todo el antifascismo
que llevo dentro,
para que te impregenes
de democracia,
feminismo con todas sus letras
y libertad para los pueblos
y sus comunidades.
He perdido la cuenta
de los textos en los
que te he recogido,
pero sobre todo me abruma
todos los que me quedan,
para relatar con uñas y dientes,
la defensa de la tesis
de lo que implica ser una hija,
una hermana,
una niña,
una mujer,
o las palabras que elijas
en un futuro
para definir tu persona.
Mi luna,
mi Miraflores,
mi bellísima serrana,
mi fina hilera de hierba,
mi corriente de agua,
mi sendero de gloria,
mi tatuaje pendiente,
mi verso libre,
mi texto externo.
Porque no tengo ganas de acabar
este texto,
porque no me da la gana
dejar de escribirte.
Ya eres parte de mi ideología,
de la que no asusta
a la gente corriente
ni a la gente extraordinaria,
solo a las que no se atreven
a llamar las cosas por su nombre.
Me puedo morir tranquilo
por tercera vez en mi vida,
pero no lo haré,
al menos todavía,
hasta que podamos leer juntas
todo lo que te llevo diciendo
desde antes de tu existencia.
Mi estrella,
mi vecina,
la tercera patilla de mi barba,
mi campo sin puertas ni vallas,
mi fiebre exclusiva,
mi pasión cuadrúpeda,
mi comadre,
mi cachorra,
hasta que solo seamos polvo y hueso.
Mi M.O.D.A.
_A mi hija Gala
y el primero de sus
aniversarios_