martes, 28 de febrero de 2023

Se vuelve a marchar febrero

Otra vez que se va febrero,
aunque por lo menos
ha tenido la coherencia
que le caracteriza.
Que sintamos de verdad
el invierno
coloca las cosas en su sitio,
y créeme si te digo
que lo necesitamos.

Escribo sobre los Meses
como si fueran personas
y l@s desgrano desde dentro
hacia fuera
para que a nadie
se le escapen los detalles.
Estamos durmiendo mucho mejor,
menos hoy,
por eso de ser la excepción
que rompe la norma.
Nos ha venido 
una factura de gas y de luz
por un importe de 716 euros
para que no se nos olvide
quiénes son el enemigo.
Y he rechazado
la posibilidad de 
un cambio de casa
porque todavía no tengo el nombre
de la siguiente.

Menos mal que ha vuelto el frío
aunque sea temporalmente caduco.
Heladas de noche,
aire gélido
y la luna desarropada
dando ejemplo.
Febrero no es cualquier cosa
ni cualquier sitio;
es mi refugio,
mi sentencia,
mi fotografía.
Siempre habrá gente
pasándolo mal,
pero tengo el derecho
a simplificarlo todo
de vez en cuando.

El mes más bajito
al mismo tiempo
que es el mes
que pega el salto más grande,
tal y como hacía yo.
Febrero nunca ha sido
el mes del amor,
sino el de la confrontación
por eso de intentar
de ser auténticas,
una sola vez,
pero serlo,
conseguirlo.

Me dueles cada vez
que te despides
y me emociono
con tu advenimiento,
como los amores de verano
que se reencuentran
de año en año
en aquel lugar mágico
que ya lo será
para toda sus vidas.
En febrero se pinta
con acuarelas,
con el trazo fino y definido
del dónde quieres llegar.

Quién te acompañe
en febrero saldrá mejor
hubiera salido o no
a aplaudir en aquellos días
a las ocho de la tarde
a las sanitarias.
Seguimos jodidas,
pero todavía con fuerzas
y con la intención suficiente
de componer nuevas canciones,
de escribir nuevos textos,
de dibujar nuevas portadas.

La verdad es que si fueran
todos febreros,
el camino sería más llevadero.
Por lo pronto,
edúcate en la amabilidad,
criate en libertad
y escucha más y mejor
a la gente.

Prepárate para las coincidencias de marzo.

lunes, 27 de febrero de 2023

Portal del miedo y transparencia

Cuando cualquiera
de las partes implicadas
miente, oculta y obvia
información objetiva
por una serie de (des)intereses personales,
se materializan la corrupción,
la manipulación e incluso la coacción.
Esta es la conclusión
más neutra y dura
que se me ocurre.
Además, cuando nada de
lo anterior ocurre,
pero deliberadamente,
la transmisión de la información
es ambigua, enrevesada y deshonesta,
las precariedades sociales
salen a flote.

Y es que aquí
no se están juzgando
las opinones personales,
tan lícitas unas como otras
mientras se respeten
los derechos civiles 
y por tanto humanos,
también los de los animales
y los de cualquier ser vivo.
Aquí se pone en jaque
utilizar el poder, el prestigio
y el estatus
para conseguir 
unos objetivos concretos,
individuales e insolidarios.

Cuando el servicio público
de la información
no se utiliza para ejercer justicia social,
para defender a las minorías vulneradas,
para perpetuar cualquier
concepto democrático, emancipatorio
y comunitario,
pierde todo su sentido.
Cuando cualquiera
de sus partes implicadas,
insisto,
utiliza argucias y trampas,
estretegias revisionistas
y atajos poco éticos,
la esencia de los valores,
la moral y los verdaderos significados
se pierden.

Por eso,
a las cosas por su nombre
y con sus definiciones cerradas
sin ningún lugar a dudas.
De esta manera,
no puede haber confusión
a la hora de posicionarse
en un lado o en otro.
Claro que están los grises,
claro que cuentan los matices,
pero universalmente
las cosas son lo que son,
aunque la nueva horda
de antisistemas disfrazados
quiera desvirtuarlo todo.
Me refiero a los dueños 
de los medios
y a los vértices verticalizados
de las grandes empresas.

Tal y como yo lo veo,
deberíamos tomar partido
sin equidistancias
sea cual sea tu opción,
sin miedo y con transparencia,
con el portal barrido
y dispuesto para que entren
todas las que quepan
y todo lo diverso.
Lo demás son malas decisiones
que aposta o no,
nos hacen retroceder
tanto en lo individual
como en lo colectivo.

Mi portal siempre limpio y accesible.

jueves, 23 de febrero de 2023

Treinta y cinco datos (más) sobre Edu Vacas

Aprovecho mi trigésimo quinto
aniversario
para hacer pública
mi primera expansión
del juego de mesa.
Un DLC gratuito
de este videojuego
al que juego todos los días.
Una secuela del libro
que nunca escribí.
Vamos con ello aunque sea burdo:

He vuelto del sofá a la cama,
al roce de su cuerpo, 
calentitas las orejas.
Ahora, siento más frío que nunca,
por eso a veces duermo
con calcetines.
Del exilio siempre
se vuelve con secuelas,
de ahí lo de dignificar
la memoria.
Me nutro exclusivamente
el presente,
recogiendo cada vez menos
del pasado y pensando poco
en el futuro.
Casi no sueño.
He recuperado
el verbo dibujar
para hacer las portadas
que tenía pendientes.
Rara vez me ducho a solas
por eso de amortizar
el tiempo y las tareas.
Cuando me percato de la luna,
la lanzo todos los besos
que puedo.
Siempre se me dio mal
lo de los autocuidados,
por eso tengo las rodillas y 
los codos de color blanco,
de las manos ni hablamos.
La barba sigue siendo
el elemento físico
con el que más agusto me encuentro,
desatendida y poblada,
pero una seña de identidad
inequívoca;
quién me conozca sin barba
no me conoce,
y quien me haya visto
alguna vez,
espero que lo haya olvidado.
De la ceja izquierda
me sale un pelo súper largo
que de vez en cuando
me cortan.
Sigo comprando libros
y música
para los que no saco tiempo.
Ya solo escribo en digital,
porque mi itinerario
de transporte público
ahora es compartido
con mi hija.
Me he vinculado más y mejor
desde que volví a la cama.
Es una realidad que el cachorro mayor
ya no me precisa tanto.
Casi siempre estoy cansado
se me note más o menos.
Mi cara sigue sin engañar,
pero sigue siendo igual
de educada.
Mis mejores amig@s
han tenido sus primer@s hij@s
y me resulta imposible
dedicarles el mismo tiempo
que les dedicaron ell@s
al mío.
Disfruto mucho con mi trabajo,
puedo decir que soy feliz,
llevo demasiado tiempo en racha.
No lo siento,
pero sé que desde hace tiempo
el corazón me late más deprisa.
No me da vergüenza acostarme
a las 20.00;
tampoco presumo por levantarme
a las 04.00. 
Barro mi casa
y no guardo la mierda
debajo de la alfombra
y si te quiero,
barreré y limpiaré
también la tuya.
Mi persona favorita y yo,
a veces,
parecemos compañeras de piso,
sabemos que es temporal
y que nos queda toda la vida.
Mis animales envejecen
a la sombra del crecimiento
de mis hij@s.
Cada vez me cuesta menos
decir las cosas claras a la cara,
ya no me cuesta nada
mandar a la mierda a alguien.
Fumo menos,
mucho menos
de lo que me gustaría. 
No echo de menos 
tomar cerveza,
pero sí que me muero
por ver una buena película
del tirón.
El bilingüismo me parece
una estafa piramidal
y los colegios públicos
un sistema de criptomonedas.
Mi mayor enemigo es el nazi. 
Creo que se me ha olvidado correr,
nadar y montar en bici.
Todavía siento gusto
cuando pico mi abono transporte.
Entre diario
no me quito el chándal
y en finde utilizado los
mismos vaqueros.

Por último, como dato 35,
es el primer cumpleaños
que comparto con mi hija,
por lo que a partir de ahora
quedas excusad@ de llamarme,
escribirme o pensarme.
Es uno de los regalos
que me ha hecho Gala,
el de no tener la presión
y el compromiso
de rendir cuentas
en un día
que hace ya mucho
dejó de importarme.
Ahora me importa
de otra manera,
y la manera 
son sus cuatro letras.

Año 1 Después de Gala

Mi carnaval definitivo,
mis uñas pintadas,
mi pelo teñido,
mi disfraz de última hora,
mi/su cumpleaños compartido.

Solo hace un año
y pareciera
que eres de toda la vida,
con tu lazo en la parte derecha
para sujetar 
toda la fuerza
que te viene por la izquierda.
Tus pliegues infinitos,
tu barriga planetaria,
tus rizos heredados.
No eres base de la OTAN
ni Putinista invasora,
solo una señal antibelicista
con tu paz, tu dignidad
y tu honra.

Hoy soplamos las velas juntas.
A partir de ahora, que los cumplas feliz,
será una frase de ida y vuelta.
Acuérdate, tenías tantas ganas,
que llegaste antes de
que tu hermano entrase al cole.
Desde aquel entonces,
le has acompañado
admirada de sus hazañas,
con carcajadas insólitas
y palabras en otro idioma.
Las noches se hicieron
para vosotras,
para que a pleno pulmón
y ojos rapaces,
lideraseis el sindicalismo
que toda empresa nocturna necesita.

Has crecido tanto y tan deprisa
que da vértigo pensar
en cada una de tus semanas.
Esa precisión incontestable
de tu movimiento
desde que empezaste
a desplazarte;
esa sonrisa genética
y agradable
capaz de amansar a las fieras;
o esa bravura tuya
para contarnos 
lo que no te gusta.
Me he deslizado tantas veces
por el parque acuático
de tus rizos, que por ti,
sería capaz de hacer
las paces con el verano.

Nuestros viajes íntimos
en trasporte público
son un regalo de
lunes a viernes
que se lo deseo a todo el mundo.
No solo nacimos el mismo día,
sino que compartimos
itinerario
como esas dos mejores amigas
que quedan juntas
para ir a la universidad.
También, con lo pequeña que eres,
has cruzado verticalmente
el Estado,
y en cada sitio 
que hemos estado,
te he fotografiado
como la musa que eres,
la segunda mujer de mi vida.

Te he ido comprendiendo
poco a poco.
Me vacié en ti
durante dos meses
en la acogida
del mismísimo cielo.
Te he conquistado
por las noches,
con todos mis aciertos
y todas mis equivocaciones
hasta llegar a transitar juntas
el mismo sueño,
entre barrotes,
por los que sacamos
nuestras extremidades.

También hemos convertido
el momento del biberón
en el momento del vínculo
que me recuerda a tu hermano
con más de tres años
tomando su única dosis 
de leche
para empezar el día.
No se me olvidará jamás,
cuando contabas 
con un puñado de días,
con esos masajes
en tus encías,
con esas caricias en tu paladar,
con ese apoyo alimenticio
con cánula
para fortalecer y favorecer
el agarre a la teta de tu loba,
la que es tu madre
y mi inspiración.

Cada vez que te nombro,
inevitablemente 
pienso en el origen
de tu nombre,
en aquellos días
donde todavía no existíais
ningun@s de l@s dos
y solo érais
un deseo, una ilusión, una idea.
Tu gateo prematuro,
la forma en que te escondes
detrás de la telas,
lo impactante de cuando
te levantas
y cambias de perspectiva.
Sois mi única carrera,
la que nunca dejaré de estudiar
buscando la matrícula de honor
en los cuidados, en el acompañamiento,
en el amor puro y sin cortar.

Estoy tan enamoradísimo de ti, hija,
que aunque el mundo colapsara
y los nutrientes
no emergieran de la tierra,
podría hacer que subsistieras
durante cien años,
como los cien años de Gabo,
o como todo el fuego
de la Latinoamérica de Galeano,
o como toda la resistencia
chilena y de Neruda.
En este sentido,
lo mejor que puedo darte,
es todo el antifascismo
que llevo dentro,
para que te impregenes
de democracia,
feminismo con todas sus letras
y libertad para los pueblos
y sus comunidades.

He perdido la cuenta
de los textos en los
que te he recogido,
pero sobre todo me abruma
todos los que me quedan, 
para relatar con uñas y dientes,
la defensa de la tesis
de lo que implica ser una hija,
una hermana,
una niña,
una mujer,
o las palabras que elijas
en un futuro 
para definir tu persona.

Mi luna, 
mi Miraflores,
mi bellísima serrana,
mi fina hilera de hierba,
mi corriente de agua,
mi sendero de gloria,
mi tatuaje pendiente,
mi verso libre,
mi texto externo.
Porque no tengo ganas de acabar
este texto,
porque no me da la gana
dejar de escribirte.

Ya eres parte de mi ideología,
de la que no asusta
a la gente corriente
ni a la gente extraordinaria,
solo a las que no se atreven
a llamar las cosas por su nombre.
Me puedo morir tranquilo
por tercera vez en mi vida,
pero no lo haré,
al menos todavía,
hasta que podamos leer juntas
todo lo que te llevo diciendo
desde antes de tu existencia.

Mi estrella,
mi vecina,
la tercera patilla de mi barba,
mi campo sin puertas ni vallas,
mi fiebre exclusiva,
mi pasión cuadrúpeda,
mi comadre,
mi cachorra,
hasta que solo seamos polvo y hueso.
Mi M.O.D.A.

_A mi hija Gala
y el primero de sus
aniversarios_



miércoles, 22 de febrero de 2023

Con la cara de amarillo

La sensación de estar
cangándola continuamente.
La de intentar hacerlo mejor
e instantes después joderla
sin remedio alguno.
Es una sensación humana insoportable
y no por ser conscientes
resulta fácil atajarla.
La puta culpa y los remordimientos.
Lo que te recomcome día y noche
y se vuelve a repetir
el día siguiente
y a la noche siguiente.
El no parar a tiempo.
El reconocerte oscuro.
La jodida sensación de fallarles
y por tanto, fallarte.
La responsabilidad del adulto
de dar cobijo al niño
y sentir que otra vez,
te has vuelto a equivocar.
Y ell@s sin juzgarte,
y tú criminalizándote,
y mientras la huella
que se queda plasmada
sin hacer ruido,
pero con consecuencias fatales.
Y vuelta a empezar.
No es el pecho el que oprime,
es el corazón el que te revienta.
Son las lágrimas que no alivian,
que no curan,
que no significan lo mismo.
Es pedir perdón a gritos
sin que te salga una sola palabra
porque no te queda aliento,
ni vergüenza que te obligue
a rendir cuentas.
También es compartirlo,
saber que no te pasa a ti sola,
que no estás sola en este mundo.
Pero eso no calma ni colma,
porque mal de muchos,
consuelo de tontos, no;
de tontos no,
de gilipollas perdidos,
que nos perdemos sin rumbo
al elegir caminos
que no tienen ruta de vuelta.
Cuando hay rencor
ya no queda nada 
que merezca la pena,
ni colores que mitiguen
el significado del lienzo,
ni ganas de levantarse,
ni la posibilidad de 
un vocabulario optimista.
Cuando todo esto cohexiste,
poco o nada importa
de lo que te rodeas
porque de lo que te rodeas
no pueden hacer nada para ayudarte.
Tenía razón aquel libro
cuando hablaba de la levedad del ser
y de la fragilidad de uno mismo.
Miles de cristales esparcidos
y sin sentido
que no volverán a componerse
en la misma cosa.
Te rompes por fuera y por dentro
y te aprietas bien fuerte
para ver si explotas.
Pero nada de eso sucede.
Solo sombras, soledad y silencio.
Más aterrador que tu principal miedo.
Miedo que ahora es tan insignificante
que simplificas resultados
deseando controlar el tiempo.
Hacia atrás y para adelante.
Pero solo eres presente absoluto
e inamovible.
El que te consume
y te desola,
no te posibilita aperturas.
Solo queda recogerte en ovillo
y querer morirte
o nacer en otro,
o nacer de otra cosa.

Hasta que ves la luz
al final del túnel,
porque la hay
aunque esté lejos,
tan lejos que pareciera
inalcanzable.
Pero llegas,
traspasas el umbral
y sales.
Y lo haces porque
es lo que tienes que hacer.
Todo gira,
todo sigue,
nada se paraliza
y la gravedad
te empuja a seguir intentándolo.
Así que lo hace con
la cabeza más alta que puedes
y el cuerpo herguido
aunque magullado.
Porque nos necesitan,
porque les necesitamos.
Y te das cuenta
que no has dejado de
ser referencia,
que no han dejado
de necesitar tu abrazo,
de que te piden la mano
haya pasado
lo que haya pasado.
Te perdonan
y te perdonas
y surge la fuerza
que te impulsa de nuevo.
Y reconoces
todo lo maravilloso
que haces,
la gran cantidad de cosas
bien hechas
y les das valor y méritos
por encima
de lo que no te ha gustado
hasta darte cuenta 
que eres mejor
de lo que pensabas,
aunque los tropiezos
siempre se signifiquen
exponencialmente
por encima de los éxitos.
Somos siempre mejores
de lo que pensamos.
Lo hacemos siempre mejor
de lo que creemos.
Acertamos muchísimo
más de lo que erramos.
Solo queda darse cuenta,
tomárselo en serio
y levantar la mirada
para que tus manos
sigan siendo el soporte vital
de lo que sostienes
y te sostiene
al mismo tiempo.

martes, 21 de febrero de 2023

A los cuarenta

El día que me dijeron
en el despacho
que íbamos a trabajar juntas,
nos dimos un beso y un abrazo
como si nos conociéramos
de toda la vida.
Ella ya lo sabía
por eso de formar parte
de la cooperativa
y su actitud fue tan premonitoria
que supe que sería
como volver a casa.

No se me olvida
que fue gracias a ella
por quien me reconcilié
con un cielo lleno de cirros
que por aquel entonces
no me parecía tan amable.
Por eso la celebro todos los días,
por eso, y porque enseguida
pasó a formar parte
de mi listado de personas favoritas.
No es ninguna desconocida
en el ámbito de mi refugio,
de hecho,
es quien más homenajes
públicos ha recibido
de este contexto
del que por fin,
yo también me siento parte.
Cada vez que sonríe
se muere un nazi
y eso es impagable.

Parimos dos Pandillas
y una pandemia global
que hubiera acabado
con cualquiera,
pero entre otras cosas y personas,
ella fue mi salvavidas
de las balas perdidas;
tenemos pendiente 
compartir camiseta de La M.O.D.A
y surfear juntas
la inmensidad del océano.
Nos comimos digitalmente
por dentro y por fuera;
no se me olvida
cómo limpiamos los materiales
aquel último día
pensando en que solo
estaríamos separadas
una semana.
Finalmente fueron tres meses
que nos robaron
hasta que nos reencontramos,
físicamente, en aquel párking
para dar rienda suelta 
a un abrazo
del que todavía
no nos hemos desprendido.

Fuimos las primeras
en abrir un jardín nórdico
para sentar unas bases
que nos venían haciendo falta.
Un 17 de julio
se convirtió
en una de mis fechas preferidas,
tú sabes bien porqué.
Te lo dije con la piel
y un trasvase de lágrimas
dotadas de un reconocimiento
que nos merecíamos.
Y tanto que si nos 
merecíamos repetir.
¿Quiénes iban a acompañar
mejor los domingos
de hospitales,
las hojas sin barrer,
a los escapistas profesionales,
o los comas inducidos?
NOSOTRAS.

No fue fácil,
pero nunca nos quejamos de nada.
Nuestro ADN simbiótico
está hecho de otra pasta
y seguimos a la espera
de poder volver a confluir,
tal y como esperamos
que confluyan las izquierdas.
Así que cada una
en una planta
haciendo lo que mejor
sabemos hacer,
acompañar.
Ya tendremos tiempo
de conquistar el Retiro,
de comer recetas cubanas
y de echarnos unos gintonics
sin mirar el reloj
ni el parquímetro.

Mi amiga Bea,
mi jefa con todo el cariño,
lleva cumpliendo 40 años
desde que la conozco,
eso sí,
te vale para todo,
y no es que me lo hayan contado,
es que lo he experimentado.
Ella es buena, muy buena
en todo lo que hace,
pero sobre todo es
buena persona,
una maravillosa persona,
una persona extraordinaria
de las que te calan
hasta el fondo, hasta el ahogamiento.
Y te impregnas de su impronta
y ya no vuelves a ser la misma,
porque empezado a ser 
una versión mejorada.
Eso te lo debemos, todas,
todas a las que nos has dado
el permiso de estar cerca.

Si mis cinco dedos 
de una mano 
representasen a las personas
adultas más influyentes 
en mi vida,
tú serías uno de ellos,
el fino y más largo,
porque para llegarte
es mejor ir despacio
y saborear el camino.

jueves, 16 de febrero de 2023

Al puto límite

Hay que ser valiente
para reconocer
que estás en el límite,
o que estás al límite
de perder el control
de la situación.
Aquí es cuando suelo
adjetivar los sustantivos y verbos
con la rotundidad del puto y de la puta.
No solo pierdes la cabeza,
sino que pierdas la cuenta
de las veces.
Por eso me recuerdo
que más vale llorar
que gritar injustamente.

Cuando me elevo
al estado más primario
y emocional 
de la realidad que percibo,
es cuando más tengo
que ganar y perder
al mismo tiempo.
Pero suelo caer derrotado,
decepcionado y avergonzado
por no haber sabido
estar a la altura.
Yo, que casi siempre
hago la lectura correcta
de las cosas,
me hostio de frente
perdiendo casi todos mis dientes.

Coincide con cuando
no he tenido el tiempo suficiente
ni las estrategias competentes 
para el análisis,
para el necesario diagnostico
que me procure
la salida más acertada,
que no la más cercana.
Y otra vez en el fango,
en el más oscuro pozo
sin cuerda,
donde te arrepientes
de tu puta existencia
y de tu maldita estampa.
La periocidad de los errores
y el perdón de las supuestas redenciones.

Instantes que dejan huellas
y son tan deterministas
que no importan los arrepentimientos.
Cuando las causas y las consecuencias
son tan insignificantes
como absolutos se producen
los resultados.
Al límite es mi peor enemigo,
a la altura del nazi,
a la altura de la mentira,
a la altura de la traición.

El límite, el deseo,
el recuerdo y la voluntad
pueden estar en la misma canción,
pero nunca será una canción
auténtica y coherente.
Por estos parámetros
me muevo a veces,
cíclico entre
el bien y el mal,
entre las más absoluta miseria
y el inalcanzable éxito.
No tengo terapeuta,
pero debiera tenerla.

¡Me cago en mi puta vida!
y sobre todo
¡perdón a mis hij@s!

miércoles, 15 de febrero de 2023

Solo veo Almeidas

Últimamente, cuando voy
por la calle,
solo veo Almeidas;
eso quiere decir
que mi estado de ánimo
no está en su mejor momento.
Se reconocen fascistas
pero dicen
que al menos saben gobernar.
¿Gobernar el qué
y para quién? me pregunto.

Veo Almeidas
en las indumentarias,
en los gestos tristes de las caras,
en las formas de caminar
medio muertas,
en las palabras feas que vomitan.
Y a mí solo me crece el odio.
Me lo noto y me afecta.
Me está pasando factura en casa.

Me consume el pijerío
reinante de algunos barrios
mientras los atravieso en autobús.
Esos niñ@s de uniforme
con pantalón corto
en pleno invierno
y medias hasta las rodillas
¿estamos gilipollas o qué?
Por cierto,
mi hijo ha aprendido esa palabra
y la verdad es que no me extraña,
hay que buscar formas de desahogarse,
de airearse de tanta contaminación.

Almeida sigue haciendo de las suyas
en los actos públicos:
pegando pelotazos en la cara,
rompiendo cámaras mediáticas
financiadas con dinero público,
rompiendo cortinillas
de placas homenajes
y meándose en nuestra puta cara.
Con chulería y prepotencia,
como buen madrileño,
con esa mirada extraña
de l@s que se creen 
que están
por encima de tod@s.

Esos peinados, 
esos calzados,
esos chalecos,
esos móviles,
esas medias sonrisas
de esos transeúntes
que saben que nos
están ganando la partida,
que nos están desplazando
del tablero de juego
a favor de su modo de vida
y de su modus operandi.
Almeidas con mascarilla
para tapar su cara de polla
y algunos éticos de la izquierda
que dicen que no
nos metamos con su aspecto
porque está mal.
Claro, como si tuviéramos
otras formas de defendernos,
o como si pudiéramos
pagarnos una sesión
con la psicóloga
todas las semanas.

Es la única manera
que he encontrado
para ventilarme.
Y sí, el famoso carapolla
se grafiteó
por primera vez
en el Centro Cultural de Vicálvaro,
mi barrio,
a mucha honra
y con orgullo.

martes, 7 de febrero de 2023

Primer paso hacia el corte de las eléctricas

Era sábado 4 de febrero,
como en su día
en 2018,
cayó el 14 de diciembre.
Ya llevaba tiempo avisando
de sus pretensiones,
soltándose sin apoyos ni agarres,
haciendo equilibrios en el aire,
sin materia ni barreras físicas,
solo la gravedad de su cuerpo
y la fuerza de sus piernas.

Nos hallábamos todas en el salón,
en medio de un finde tranquilo
y sin planes
que ya llevábamos tiempo necesitando.
Quizá fue por eso
por lo que se atrevió,
porque sin haber 
cumplido un año,
ya era capaz de procrastinarse
sus pequeños objetivos,
solo que el de caminar,
no es un hito menor que digamos.

El caso es que ya era
por la tarde y el ocaso
inundaba el ambiente.
Fijamos la mirada
en su actitud predominante
de erguirse sin ningún ademán
de rebajarse al suelo.
Había llegado ese momento
en el que iba a dar su primer paso
de manera autónoma.
Y cuando lo hizo
se fue la luz.
Nos sumimos en
la misma oscuridad
en la que en las obras
de teatro siguen
ocurriendo cosas
pero tú solo las intuyes.

Una sensación de cosquilleo
conectó nuestros cerebros y estómagos.
Durante unos segundos 
nadie dijo nada
y cada una hizo
lo que más le convino.
No tuvimos miedo,
sólo unas expectativas enormes
por descubrir las 
nuevas posiciones.

En el mundo físico,
con su primer paso,
tuvo tanta importancia
el significado de los hechos
que la luz no pudo
aguantar la estabilidad.
En el mundo simbólico,
con su primer paso,
automáticamente
las eléctricas quebraron
y dejaron de reprimir
a la ciudadanía.
Insisto en que cada una
escoge la versión
qué más favorece a su verdad.

Y su verdad fue
que con ese primer pisotón,
aplastó a los consejos de administración
donde se decide
como estafar a la gente;
miró al kilovatio-hora
y lo hizo más solidario;
se enfrentó a todas las centrales
y les quitó toda la contaminación;
hizo magia y redistribuyó
por el planeta todos
los beneficios caídos del cielo;
incluso le dio tiempo
de meter en la cárcel
a todos sus presidentes multimillonarios.

La realidad es que
su hermano mayor
tiró sin querer del único cable
que daba luz al salón
en el preciso instante
en el que ella dio
su primer paso,
pero como he dicho antes
cada una escoge
la versión
que mejor le parece
se acerca a la verdad,
y esta ha sido mi versión
de los hechos.

lunes, 6 de febrero de 2023

Coñazo

Si el lenguaje estructura
el pensamiento
y el pensamiento
es estructurado por el lenguaje,
seguimos cayendo en la 
trampa sibilina
de los que un día
atribuyeron
el significado
a los conceptos
de genitales,
como adjetivos calificativos
positivos y negativos.

No se libran
ni las empoderadas
por eso de que nadie
se libra de algún que otro
micromachismo.
Ya no solo se pone
en cuestión el lenguaje inclusivo
desde la RAE
o desde la polla vieja 
de Pérez Reverte,
sino que nos echamos
piedras sobre nuestro
propio tejado
en frases
que no analiza nadie.

Cómo han sido capaces
de asociar el coño
con el aburrimiento,
la desgana y la desidia,
y cómo han hecho justo
lo contrario con las pollitas,
reforzando
el calor superior de las cosas,
los éxitos y lo mejor de lo mejor.
Por eso,
el cómo hablemos
y qué palabras escojamos
será siempre un acto político
y consciente
del rumbo de los significados
y de las consecuencias
a sus destinatarios.
Por eso me lo tomo en serio,
no bajo la guardia
ni la alerta
sabiendo que no partimos
desde el mismo sitio,
sabiendo que la carrera
dura lo mismo
pero que los machotes
se ahorran
unos cuantos kilómetros,
livianos y despojados de cargas.

Que no nos sigan engañando.
Compensar la batalla
pasa por seleccionar
bien las palabras del discurso
para que la arenga
antes del conflicto,
tenga algún tipo de posibilidad
de salir victoriosa.
Sí que son importantes
las formas;
sí que importa el contenido;
sí es importante
dejar de lado
la equidistancia
y el blanqueamiento
porque no debería haber 
lugar para el machismo
ni para el racismo,
entre otras.

¿Se me entiende?
Ojalá nos sirva este texto.

miércoles, 1 de febrero de 2023

Enero en un suspiro

Nos hemos ventilado enero
en un suspiro;
piénsalo,
ayer te estabas comiendo las uvas
con los nuevos propósitos
en mente,
de los cuales,
ya has desechado
más de la mitad,
reconócelo.
La sensación universal
de las adultas
de que cada año que pasa,
lo hace más rápido que el anterior.
Estás en navidades
y cuando suspiras
ya ha llegado el verano;
coges vacaciones
y cuando pestañeas
ya te estás reincorporando al curro,
quien lo tenga, claro.

Por lo menos,
en este enero
ha hecho la temperatura 
que tenía que haber,
máximas no muy altas
y heladas de noche.
La pregunta aquí es
cuánta calefacción
nos podemos permitir.
Por mi parte,
igual que se me ha pasado 
enero volando,
las malas vibras 
también lo han hecho.
Lo único malo
es que cada vez
queda menos para el verano.

Me regodeo en la calle
con el abrigo y la cremallera
subida hasta arriba
y me imagino
en cuando me sobre
hasta la piel,
de cuando nos llegue
el calor infernal de las ciudades.
No lo puedo evitar,
es superior a mis miedos.
Por eso nos hemos apresurado
a reservar nuestra escapada
al norte durante los meses
más calurosos.

De momento nos va bien,
con planes bonitos
por delante
y un estado de ánimo
ocioso, tranquilo y confiado.
Disfrutamis de los curros,
de la felicidad de nuestr@s hij@s
y de las buenas noticias sanitarias
que hemos recibido últimamente.
Por cierto, acabo de recibir
la cita con el otorrino
con cinco meses de retraso.
Estamos durmiendo mejor,
estamos viendo a quien
nos apetece y nos deja
y seguimos creciendo
física y emocionalmente
sin apenas dificultades.

Ayer intenté explicarle
al cachorro más mayor
lo que significa la palabra paz
y la palabra desarrollo.
Le relacioné la palabra paz
con las sanas estrategias
que utilizamos
para relacionarnos
y con las emociones
de estar contentos y alegres.
La palabra desarrollo
se la relacioné con
el hecho de seguir creciendo
en cuerpo y alma,
con que nos salga
pelitos en los brazos
y con las venas del pene
en comparativa,
cuando terminamos de ducharnos.

Algunas noches 
nos llama llorando,
de habitación a habitación
y reclamo porque le toca,
diciendo que le duelen las piernas.
Le masajeamos las piernas,
le damos placebo de agua
con apiretal
y nos acostamos con él
hasta que vuelve
a conciliar el sueño.
Solemos pensar
que es porque está creciendo,
al menos,
es lo que nos han dicho
siempre de pequeñ@s;
como lo de que si te pica
la herida
es porque se está curando.

Mientras tanto,
la pequeña también
sigue desarrollándose;
intenta imitar la risa,
cierra los ojos forzadamente
para hacer gracia
y te señala todo aquello
que quiere.
También hace gestos concretos 
para indicarte qué quiere comer,
que la cantes una canción
o cogerla de la mano.
Me encanta verles
con pijama de invierno,
es de las cosas que más
echo de menos
en los meses con ausencia de frío.

Así que como colofón,
ya solo nos queda
cobrar la nómina a tiempo
para hacer frente
a nuestras facturas
y económica doméstica.
La historia no está
en cobrarla dentro
de la legalidad de los días,
sino dentro de 
dignidad de las personas.
A finales de enero
hemos cambiado tanto de opinión
y hemos caído tantas veces
en contradicciones,
que de las pocas cosas
que te hacen ser consecuente
es sacarte el abono
del mes siguiente.

Los eneros siempre 
han sido un espejismo,
son los febreros
los que te ponen en tu sitio.