viernes, 4 de junio de 2021

La risa tonta

Cuando dije
que todo
era susceptible
de ser descrito,
no mentía.

Mis pamadres
me dijeron de pequeño
que tenía que hacer pis
sentado en la taza del váter
cuando estuviese
en casa.
Ahora,
con casa propia,
bueno,
en régimen de alquiler,
también meo sentado.
Dónde va a parar,
mucho más cómodo
e higiénico.

El caso es que
como postre para la cena
me tomé una
rodaja de sandía
que previsiblemente
podría causarme
cierta reacción
leve de alergia.
Así que me entró
el picorcito
en las encías
y comencé
a estornudar.

Antes de seguir 
viendo la peli en el salón,
fui al baño
para hacer pis
en pleno apogeo
de estornudos.
Resbalaba el orín
hacia el agua
estancada del inodoro
cuando estrepitoso
surgió el estornudo
y se me escapó un pedo
sin olor
con sonido hueco
por los ecos 
del sanitario.
Desde el salón nace
una carcajada melódica
y cómica
que contagia a la mía,
dando comienzo
una batalla por turnos
donde cada
episódica risa
motivaba que la siguiente
creciera en intensidad.
Así durante
un minuto agonizante
emulando aquellas
clases de la ESO
donde no conseguíamos
contener la risa.

Qué risa tonta la nuestra.
No somos Quevedo,
pero sí,
sorprendentemente
también nos tiramos pedos.
Chúpate esa, pudor.

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