miércoles, 23 de junio de 2021

Dejar el pañal

En contraposición
de las convicciones
históricas hegemónicas,
dejar el pañal
no es una decisión
del adulto.
(Tranquis, desarrollo la idea)

Dejar el pañal
puede que sea parecido
a cuando te emancipas,
quedándote con cierta
sensación de vacío.
Podría ser como cuando
vas a coger el metro
por primera vez
a solas
y no sabes
qué pasillo coger.
La incertidumbre
se debe parecer
a cuando te enfrentas
a un examen
que te has preparado
a medias.
(Lo planteo en Condicional)

Hablamos de un momento
donde, a través
de la mejora de la autonomía,
se llega a la independencia
en el control de esfínteres.

El verano y el calorcito
no son herramientas
para dejar el pañal,
sólo son excusas
sin base pedagógica
que se han ido asumiendo
por transmisión oral.
Las educadoras
que entrenan militarmente
a los niños y las niñas
para "quitarles" el pañal,
tampoco son
la herramienta acertada.
Poned en duda
su planteamiento
y confrontadlas
con humildad.
Casi la totalidad
de los colegios
que existen,
sean públicos,
concertados y/o privados,
se equivocan cuando
prohíben, obligan y fuerzan
a las niñas y los niños
a acudir al centro sin pañal.
Se equivocan
como el que decide
ser de derechas.
Así que toca señalarles
y combatirles.
(Esta es la parte tradicional)

Dejar el pañal
implica un relato
con inicio, nudo y desenlace.
Dejar el pañal
es haber estado siempre
debidamente acompañad@.
Dejar el pañal
es conseguir
bajarse el pantalón
y luego subírselo
sin la necesidad
de unas manos ajenas,
sólo con matices
de unas manos amigas.
Dejar el pañal
significa tener en cuenta
la RAE y llamar a las cosas
por su nombre:
pis, caca, ano, vulva,
ingles, piernas....
Dejar el pañal
es anticipar las ganas
y tener gusto
por la ejecución.
Dejar el pañal es humano,
no tiene
ápices mecánicos.
Dejar el pañal
es mantenerlo seco
con un exquisito
manejo de la situación.
Dejar el pañal
lleva implícito
"el hacerse mayores"
dentro de su corta
existencia.
(Esta es la parte pedagógica)

Mi hijo parece
que va a conseguirlo
por méritos propios
antes de que pudiera
recibir el primer
portazo del colegio.
Nos va la vida
en cambiar estas
situaciones de violencia.
No se lo podemos permitir
porque los mismos
que ponen el grito en el cielo
cuando arde un contenedor,
puede que sean los mismos
que dejen a tu hijo
con caca en el pantalón
hasta que puedas
salir del trabajo,
llegar al colegio,
cambiarle,
y pedirle perdón entre lágrimas.
NO.
NI UNA.


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