que se precipita
como la peor de
las pesadillas.
Otro hombre bueno
que se marcha
obligado
por una enfermedad.
Un hombre infatigable,
generoso y rural.
Guardián de cuevas,
protector del norte.
Orgullo bilbaíno
que desprende
a raudales su hijo.
Un hijo
que es mi amigo,
que viaja desconsolado
de Madrid a Bilbao.
Porque aunque te avisen,
imagino que nunca
se está preparado
para el último adiós.
Porque aunque
seas muy fuerte,
tienes el derecho
de desahacerte
en cachitos pequeños
y meterte en la cama
como un ovillo.
Porque aunque
te sientas acompañado,
nunca estás lo suficientemente
acompañado.
Aquí no hay
fórmulas ni reglas,
sólo llantos y dolor
hasta que el tiempo
sea capaz de apaciguar
un poco el vacío.
Es mi amigo
el que ha perdido
a su padre
que seguro camina
ahora entre
campos amarillos
y caminos divertidos.
Siendo muy egoísta
y pidiendo perdón
por adelantado,
no puedo evitarlo,
me encantaría abrazarte
y quedarme
a vivir en tu pecho,
cuidarte la espalda
y prometerte
que nada más
te hará daño.
Desde mi más
sincero egoísmo,
te miraría a los ojos
hasta que consiguieras
dormirte como un niño.
Desde mi más
egoísta necesidad,
cogería un tren
para estar más cerca,
para que me dieses
de hostias
si eso ayudara,
para quedarme sentado,
esperando tu mandato.
Pero no Bubi,
te llamo como
te llama mi hijo,
que es de lo
más inocente
que ahora dispongo.
Suelen decir
que para algunas cosas
no existen palabras,
pero sí que existen,
sólo que algunas veces
tienen que aguardar
el momento preciso.
Pues yo te pienso,
y te escribo
y te digo,
que te quiero
y que lo siento mucho.
Que gracias
por ser cómo eres
y qué suerte de
los que te hayan influido
como seguro
hizo tu padre.
Que quiero caminar
a tu lado
aunque tenga que ser
unos pasos por detrás.
Que acogería
a tu madre
y a tu hermana
como si fueran
la sangre
que transita mi cuerpo.
Que cuando vuelvas
a tu segunda casa
te habré construido
cientos
para que elijas
cuál habitar.
Que te voy a dar
mi mano
para llevarte
a los sitios más amables
que conozco.
La irracionalidad
de las pérdidas
nos hacen insignificantes,
pero los significados
son para toda la vida
pasada la muerte.
Si quieres,
cuando vuelvas,
te reservo mi regazo
para que duermas
del tirón,
tal y como un día
se lo procuraste
a mi hijo.
Te lo debo,
te quiero,
te espero.
Siento escribir
desde el YO,
pero sólo lo hacía
pensando en el TÚ.
_A Josebi y su familia. A la ciudad de Bilbao_
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