martes, 11 de mayo de 2021

Todo va a ir bien

Todavía no somos
dioses clarividentes
del antiguo Olimpo,
así que no necesito
generalidades amables
que me diría
un cualquiera.
Cuando algo
me afecta o
me preocupa
y te lo hago saber,
no necesito
que ensayes conmigo
tus buenos propósitos,
ni siquiera
que intentes despejar
las incógnitas
que me amargan,
sólo espero de ti
que me escuches,
que me mires
y que me abraces.

"Todo va a ir bien"
es una mentira
como un catedral
por dentro y por fuera.
Mi llamada de auxilio
no busca esperanza
ni diagnóstico.
No quiero que me digas
que todo va a ir bien
porque nadie
lo puede saber.
Porque el
"todo va a ir bien"
ya me lo he dicho yo
mil veces
antes de que
acudiera a ti.
Te reclamo
en el sentido
más emocional
de las cosas
que nos influyen
justo por ser
un o una referente.
Quiero tu objetividad,
que seas puente
para que consiga
cruzar yo solito,
que no me pongas
ejemplos que
no vienen a cuento,
porque mi historia,
en ese momento,
no es equiparable
con nada.
Es el egoísmo
de los sucesos
dramáticos
y a lo mejor no es justo,
pero cuando me recupere
te pediré perdón 
por las molestias.

Todo va a ir bien
o no,
pone en peligro
mi integridad,
mi presencia,
mi asunción 
de inocencia.
De verdad,
cuando me digas
que todo va a ir bien,
no me va a hacer
sentir mejor.
Quizá funcione
con otros,
pero conmigo no.
Ten la delicadeza
y la sensibilidad
de acompañarme
en estos términos
primero,
porque yo haré
lo mismo contigo,
y segundo,
porque te estoy
avisando
de otro mensaje
aprendido que a mi
no me aporta
absolutamente nada.

En todo caso
y siempre,
muchas gracias.
La intención cuenta,
pero en ocasiones
no es suficiente.
Cuidemos la manera
de hacer las cosas.

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